viernes, 22 de abril de 2022

SEGUNDA GUERRA FRÍA

SEGUNDA GUERRA FRÍA

 

          Madrid, 10-04-2022

                                  (Lectura rápida 😊)


        


En el siglo XX hubo tres guerras mundiales. La primera contra Alemania, Austria-Hungría y Turquía. La segunda, contra Alemania, Italia y Japón. Después, la Guerra Fría contra una Rusia dispuesta a engullir toda Europa.

 

Los aliados occidentales fueron vencedores en esas guerras. En la Fría, al implosionar la Unión Soviética por la ineficacia del comunismo. No obstante, los componentes de su Administración, Fuerzas Armadas, KGB (ahora FSB) así como los nuevos políticos gubernamentales, amamantados todos ellos por el Partido Comunista soviético, echaron la culpa a los EEUU en vez de realizar una introspección. Vieron, y siguen viendo, la paja en ojo ajeno ...

 

Unos golpistas comunistas nostálgicos y otros revisionistas impacientes consiguieron suprimir en 1991 la URRS y arrinconar a Gorbachov, deseoso de rescatar el comunismo con perestroika y glásnost. Reformarlo y abrirlo era un contrasentido. El comunismo es dictadura.

 

El periodista Miguel González afirma que, con 202 diputados, los del PSOE en 1982, Abascal y Vox no abandonarían el poder. ¿Lo harían el Partido Comunista de Díaz y Garzón o la extrema izquierda de Belarra, Montero e Iglesias? No hay extremismo bueno.  

  

Putin, un villano según Sánchez, un criminal de guerra para todos, personifica la aspiración rusa de recomponer el Imperio Soviético. Para ello viene invadiendo otros países europeos para condicionarlos a su gusto, como Rusia siempre hizo desde 1945, hace 72 años, y recuerda constantemente su armamento nuclear y químico, así como sus misiles balísticos que llegarían a Washington y Madrid.

 

Hay quien advierte contra la rusofobia, pero los partidarios de Putin serían un 80% en su guerra contra la población ucraniana. El malo de la película no es sólo Putin. Son bastantes más rusos.

 

Putin se ha pasado a la extrema derecha aliándose con Cirilo I, Patriarca ortodoxo de Moscú. Franquismo más Iglesia era “nacional-catolicismo”. Putin más su Patriarca será “nacional-ortodoxismo”. Mismo fascismo. Pretende con ello cimentar ideológicamente a Rusia, Bielorrusia y Ucrania bajo predominio ruso. Todos santos y enfeudados al Kremlin a la fuerza si preciso, incluso borrando a Ucrania del mapa.

 

Los simpatizantes de Putin y Rusia reconocen de mala gana que esta invasión es una barbaridad, PERO, añaden, tiene sus causas (la maldad occidental, de EEUU y de la OTAN, el nazismo de Zelensky, etc.). Eso mismo dicen los chinos, conocidos demócratas. Sin embargo, el verdadero “PERO” es el orden establecido en la Carta de la ONU y en el Acta Final de Helsinki en el ámbito europeo.

 

No hace falta un nuevo orden. Basta cumplir el vigente. A Ucrania le prohibió Putin acercarse a la Unión Europea y a la OTAN para conservarla en su regazo dictatorial y desmembrarla quedándose con Crimea, el Donbás y lo que haga falta si no puede ser todo. Amor fraternal que mata.

 

La reunión de los Ministros de Exteriores ruso y chino el 30 de marzo en la que decidieron avanzar “hacia un orden mundial multipolar, justo, democrático”, según su interpretación autoritaria, constituye de hecho el inicio de una Segunda Guerra Fría entre las dictaduras de Beijing y Moscú y las democracias occidentales.

 

Mientras Putin siga y Rusia no sea una democracia los entendimientos serán difíciles. Cuando la URSS, el PCUS ejercía cierto control sobre su líder máximo. Ahora, nadie se atreve a enfrentarse a Putin, un dictador. Andrei Kosyrev, ministro de Exteriores con Yeltsin, que aceptó en 1997 la ampliación de la OTAN, advertía recientemente acerca de la megalomanía de Putin. “Nada de esto ocurriría con Navalny en el Kremlin” dice, acertadamente, un Almirante español retirado.

 

Vienen tiempos duros. Las espadas están desenfundadas por culpa exclusivamente del Kremlin. Lo de Crimea fue un aviso desoído. Lo de Ucrania no debiera serlo. Putin no parará. Debe reaccionarse con firmeza lo que no impide una coexistencia como al final de la Guerra Fría, pero con los principios que la URSS ya aceptó en 1975. Menos, no.

 


Carlos Miranda, Embajador de España