viernes, 31 de diciembre de 2021

TRES IRREDENTISMOS (3/3)

TRES IRREDENTISMOS (3/3)

 

         

      Madrid, 31-12-2021

                              (Lectura rápida 😊)

 

   


 (Los pasados 17 y 24 fueron los irredentismos ruso y chino)

 

IRREDENTISMO MARROQUÍ

 

Los irredentismos de Rusia y China son peligrosos para la Comunidad Internacional, pero no son los únicos. Otros alimentan inestabilidades locales. Uno de ellos es el de Marruecos respecto de España.

 

Un irredentismo que no parece reconducirse por vías pacíficas como el español respecto de Gibraltar en el que, sin renunciar a una reclamación legítima y secular, Madrid ya va entendiendo que hay modos más sutiles que el de solo clamar a voz en grito “Gibraltar español”, como lo demuestra, actualmente, la voluntad de facilitar a la población del Peñón su atracción hacia una Unión Europea que le aporta más beneficios que seguir ciegamente el Brexit londinense. Si los gibraltareños siguen siendo europeos, de facto, se acercarán a España.

 

Puede que el Peñón no vuelva a ser español. En tal caso no perdería su condición colonial porque independiente no puede ser, pero, cuanto más europeo sea, mejor conviviremos españoles y llanitos en mutuo beneficio. Los remedios de los conflictos no son siempre blancos o negros, ni tiene porque haber vencedores absolutos y derrotados humillados.

 

Al Sur del Estrecho la situación es otra. España opone sus títulos jurídicos y su presencia secular en Ceuta y Melilla a las reclamaciones, a veces arteras, de Marruecos, nuestro amigo, como diría el Ministro de Exteriores, Albares. No obstante, es un amigo difícil que ejerce frente a España su irredentismo también respecto del Sahara Occidental, obtenido por la fuerza, exigiendo de Madrid el reconocimiento de su soberanía.

 

Sin embargo, falta el reconocimiento por las NNUU, necesario para España y la UE, aunque lo hayan prestado los EEUU de Trump, algo asumido luego por Biden, si bien dice no querer profundizarlo. Washington es amigo tanto de Rabat como de Madrid, algo que no deben olvidar en Moncloa y Santa Cruz. Lo subraya la intensificación de los lazos oficiales entre Israel y Marruecos, así como el reciente paso por el Estrecho del portaviones norteamericano Harry Truman escoltado por un buque de guerra marroquí. Para algunos, una provocación cuando tras seis meses de Albares, Exteriores no ha podido remediar aún la mala relación con Rabat de González Laya.

 

Los pulsos marroquíes no se limitan a Ceuta y Melilla o al Sahara Occidental, ya que están también los peñones españoles junto a la costa marroquí. No puede olvidarse la no tan lejana invasión de uno de ellos, Perejil, que hubo de resolverse con mediación americana. Junto a esos peñones se han instalado ahora por su cuenta unas piscifactorías marroquíes. También pastaban desde siempre en Perejil unas cabras del vecino magrebí dada la facilidad con la que se pasa al peñón. Asimismo, hay entre Madrid y Rabat una cuestión de delimitación de aguas que afectan al subsuelo marino en las cercanías de las Canarias.

 

Puede uno preguntarse, consecuentemente, qué concepción estratégica tiene Madrid respecto a los irredentismos ruso y chino, anteriormente tratados, así como del marroquí, más allá, en este último caso, de sonreír a Rabat o de haber traído a España para curarse a un líder del Polisario execrado en Marruecos. Argelia nos aprieta con el gas. Antes, fue con Cubillo, con su surrealista independencia canaria, y, siempre, con el Polisario.

 

Marruecos, ahora, lo hace regulando también el flujo de inmigrantes ilegales, como los turcos con la UE o los bielorrusos con Polonia, y asediando Ceuta y Melilla al cerrar unilateralmente, por ejemplo, las aduanas, unas actuaciones que, para algunos, alertan acerca de una estrategia híbrida de nuestro vecino del Sur para acabar haciéndose con estos territorios españoles.

 

Sin duda, debemos cuidar con diplomacia nuestra importante relación bilateral con Rabat. No obstante: ¿Dispone Exteriores de los resortes materiales y presupuestarios necesarios para no llegar a mayores defendiendo nuestros intereses? ¿Tenemos en Washington tanto acceso a la Casa Blanca y al Senado como Marruecos? ¿Tenemos medios eficaces de retorsión y presión? ¿Están nuestras Fuerzas Armadas verdaderamente preparadas?

 

Las anteriores son preguntas legítimas, aunque no las únicas, sin perjuicio de que nos esforcemos en esto, como en otras cosas, por resolver cualquier conflicto pacíficamente, con más motivo con nuestros vecinos. Y amigos.

 

 

Carlos Miranda, Embajador de España   

 

 

 

 

viernes, 24 de diciembre de 2021

TRES IRREDENTISMOS (2/3)

TRES IRREDENTISMOS (2/3)



          Madrid, 24-12-2021 

                                (Lectura rápida 😊)

 

      

(El pasado 17-12-2011 se comentó el irredentismo ruso)

 

IRREDENTISMO CHINO

 

Taiwán es el claro objeto del deseo del irredentismo chino. Para Beijing, la isla de Formosa es parte de una única China, y eso lo ha aceptado, aunque a veces con matices y excepciones, la Comunidad Internacional. Chang-Kai-Chek y sus tropas nacionalistas se refugiaron en esa isla en 1949 tras perder su guerra civil contra Mao Tse Tung y el Partido Comunista Chino (PCC).

 

Sería deseable que este contencioso se resolviese pacíficamente. Sin embargo, en la actualidad, ello no parece posible porque en Taiwán no quiere una sociedad hoy en día democrática situarse bajo el yugo del PCC que, si bien acepta al capitalismo para el desarrollo económico chino, no quiere aflojar su monopolio dictatorial político y comunista.

 

En cierto momento, cundió la idea de un país con economía de mercado y dos sistemas políticos cuando Beijing consiguió recuperar Hong-Kong, pero los acontecimientos posteriores han puesto en evidencia que ello era un espejismo porque Beijing solo puede aceptar la primacía del PCC, sin excepciones, como han comprobado los habitantes de la antigua colonia británica. En estas condiciones, el recelo taiwanés se eleva a la enésima potencia.

 

¿Solo es posible para China una recuperación por la fuerza? Este espantapájaros se agita cíclicamente como con la reciente demostración de fuerza militar aérea sobre la isla que interpela no solo al gobierno de Taipéi, que acepta ser un país independiente solo de facto al reconocer casi todo el mundo la unicidad china, sino asimismo a EEUU y a sus aliados en Asia, como Japón, Australia, Corea del Sur o la India, entre otros, así como a sus aliados en Europa, entre ellos a España, que por algo el mundo es global. A pesar de todas estas complicaciones, Taiwán mantiene una economía boyante y unas exportaciones fructuosas.

 

Los irredentismos son complicados de manejar. Por su naturaleza no suelen admitir fórmulas de compromiso. Constituyen, asimismo, un modo facilón de suscitar apoyos recurriendo a argumentos nacionalistas por lo que se deslizan fácilmente hacia conflictos abiertos. La Argentina del general dictador Galtieri, por ejemplo, recurrió a ello en 1982 invadiendo las Islas Malvinas, cuya soberanía reclama Argentina al Reino Unido, para en un momento de debilidad interna lograr incluso, e increíblemente, el apoyo de la oposición democrática. Sin embargo, perdió esta guerra y Galtieri tuvo que marcharse. Pero, el conflicto costó vidas.

 

Mejor camina la reclamación española sobre Gibraltar, ya que España está en condiciones de ayudar a que el Peñón permanezca vinculado a la UE, como desean sus habitantes, lo que implica, evidentemente, un acercamiento a España. No es la recuperación, en efecto, pero un paso importante en favor de una mejor convivencia productiva.

 

Los occidentales piensan que una virtud china es la de la paciencia y que, a pesar de sus aspavientos, China tiene tiempo por delante. Así parece. Sin embargo, hasta el más paciente tiene sus límites y Beijing, ahora comandada por el nuevo Emperador (rojo) Xi Jinping (o Jinping Xi a nuestra manera) tiene plazos delante suyo. El más evidente es el de 2049, cuando se cumplirá el centenario de la República Popular de China.

 

Faltan 27 años para esa fecha límite, pero nada indica que China tenga que esperar al final de este plazo para lograr tres objetivos esenciales para el PCC. Primero, dejar definitivamente atrás económicamente a los EEUU. En segundo lugar, disponer de una Fuerzas Armadas al menos tan potentes como las americanas, incluso en el ámbito nuclear en el que Beijing está dispuesta a pasar de unas 300 ojivas, actualmente, a 1.000, a contrapelo, evidentemente, del compromiso suscrito por China con el TNP, aunque una cantidad similar a las de los EEUU y Rusia que hace tiempo ya redujeron bilateralmente las desplegadas a unas 1.550 cada uno. Finalmente, en tercer lugar, recuperar la plena soberanía sobre Taiwán.

 

¿Qué mejor manera de soplar cien velas sobre una tarta de cumpleaños? Mientras, Beijing intenta avasallar en el Mar de China Meridional del que quiere apropiarse.

 

 

Carlos Miranda, Embajador de España

 

 

viernes, 17 de diciembre de 2021

TRES IRREDENTISMOS (1/3)   

 

Madrid, 17-12-2012

               (Lectura rápida 😊)

 

    


IRREDENTISMO RUSO


Hay quienes consideran que la OTAN no tenía que haber adelantado su frontera hacia Rusia tras la reunificación alemana en 1990. Sin embargo, no podían quedar fuera de su amparo, ni de la Unión Europea, el territorio de la antigua Alemania comunista, tras integrarse en su gemela occidental, ni, tampoco, los demás países del Este, igualmente subyugados con anterioridad por Moscú a través del Pacto de Varsovia; del COMECON; y del control ejercido a través de los partidos comunistas.

 

¿Era imaginable una Europa con dos áreas de seguridad? Una, protegida por EEUU y sus aliados, otra, al Este del Elba, a merced de Rusia. ¿Alemania y la UE divididas en dos en materia de seguridad? “Nuts”, dijeron en inglés, como McAuliffe en Bastogne, desde el Báltico al Mar Negro, reclamando sus derechos del Acta Final de Helsinki a pesar de ciertas incontinencias verbales, nunca confirmadas jurídicamente por los aliados y menos tras el golpe de Estado contra Gorbachov en 1991. Por lo tanto, a partir de 1999 ingresaron en la Alianza los países del Este. Importa el conjunto de los acontecimientos.

 

En efecto, en 1975 se aprobó el Acta Final de Helsinki, que consagra que cualquier país europeo es libre de elegir a sus socios políticos, económicos y militares, por lo tanto, el derecho de integrarse en una comunidad de países o en una alianza. La firmó el ruso Brézhnev y sus sucesores no han denunciado ese compromiso. Sin embargo, la eterna Rusia es tan imperialista con los Zares de sangre azul como con los de sangre roja o con el actual, de sangre helada.

 

En muchas élites políticas rusas predomina el resentimiento de la caída de la URSS, no porque sean comunistas, que lo fueron, sino por haber dejado Rusia de ser una Gran Potencia. Culpan a los EEUU, aunque saben que el hundimiento de la URSS fue una derrota ideológica, política y económica fruto de la ineficiencia y de las injusticias del comunismo. Un resentimiento semejante al de la Alemania derrotada en 1918 y que derivó hacia el nacionalismo nazi.

 

Moscú pudo entenderse con el mundo occidental tras la Guerra Fría y quizás lo hubiese hecho de haber permanecido en el poder Gorbachov, pero fue apartado por un golpe de Estado de comunistas nostálgicos. Luego, acabó siendo relegado porque otros lo aprovecharon para acabar implosionando la URSS, lo que no permitía confiar en un Kremlin impredecible.

 

La consecuente independencia de Ucrania y de Bielorrusia fueron dos dardos mortales para la esencia rusa (la de los países bálticos afecta más a su orgullo). Sin embargo, en la época soviética esos dos países aparecían como independientes en el marco de la ONU, una apariencia conveniente entonces, pero que al convertirse en realidad no gustó ya a Moscú.

 

Un Kremlin ahora asertivo, con unas Fuerzas Armadas recompuestas, modernizadas y eficaces, lleva a cabo una política irredentista encaminada, a pesar del Acta Final de Helsinki, a anular, entre otras, las independencias de Ucrania y Bielorrusia, reinsertándolas, como sea, en su influencia o en el propio seno ruso.

 

Con Lukashenko en Minsk, Bielorrusia siempre fue dócil. No así Ucrania a la que Rusia no solo veta, a cualquier precio, un hipotético ingreso en la OTAN, sino tampoco en la Unión Europea. Como ejemplo, la ocupación militar rusa de Crimea, anexionándola a pesar de haber reconocido y aceptado legalmente la donación de Rusia a Ucrania realizada en tiempos de Jrushchov. Esa ocupación tiene un motivo estratégico: la base naval de Sebastopol da acceso al Mar Negro y al Mediterráneo.

 

El control sobre Bielorrusia y Ucrania, en cambio, corresponde a una voluntad irredentista, como las presiones a los países bálticos con incursiones militares aéreas. Para Putin, o Ucrania se humilla o debe fracasar fuera de su regazo. Mediante el intervencionismo en el Este ucraniano, favorece a los secesionistas prorrusos con armas y con lo que haga falta, desplegando, asimismo, innumerables tropas en la frontera oriental de Ucrania para condicionar quien mande en Kiev sin que pueda descartarse, en principio, una invasión militar.

 

Sería ello un problema muy delicado para los EEUU, así como para la UE y la OTAN, de las que España es parte, que no desean intervenir en este conflicto por no estar Ucrania en su seno, sin poder ser, sin embargo, indiferentes. La lección del coste de las cesiones de Chamberlain en Múnich en 1938, que alimentaron el expansionismo de Hitler, debiera mantenerse en la memoria colectiva.

 

Este irredentismo ruso condiciona el Este europeo. Los occidentales se ven obligados a enfrentarse al mismo de la manera más diplomática posible y con sanciones económicas sin perjuicio de que Rusia maneje los peones militares con descaro e impunidad. Un Este donde hay otros conflictos larvados o congelados instigados por el Kremlin.

 


Carlos Miranda, Embajador de España

 

 

 

 

 

 


viernes, 10 de diciembre de 2021

NI CABEZA DE RATÓN

NI CABEZA DE RATÓN

 

          Madrid, 10-12-2021

                     (Lectura rápida 😊)

   

        

El pasado 7 de diciembre, Joe Biden se reunió telemáticamente con Vladimir Putin. Hay tensión entre los países occidentales y una Rusia que añora su prepotencia de la Guerra Fría. Del encuentro no salió otra cosa que las advertencias rituales a cada parte. Biden y los occidentales quieren evitar una eventual invasión rusa de Ucrania, aunque Biden no considera intervenir militarmente. Tras haberse merendado a Crimea, Putin pretende, ahora, amarrar su deseado vasallaje de Ucrania, como con la obediente Bielorrusia. El imperialismo ruso es igual con los zares, los comunistas o los Putin.

 

¿Qué puede importarnos eso en España? Aquí confiamos en los Pirineos. Cuando la Guerra Fría se pensaba que antes de que llegaran los soviéticos a España los pararían los americanos, los británicos, los alemanes y los franceses. Esto de viajar de gorra en el tren de la defensa de Europa, que era, es y seguirá siendo la OTAN, cambió de perspectiva cuando quisimos entrar en la Unión Europea. “Si quieren ustedes juntarse con nosotros, deben estar también en la Alianza Atlántica”.

 

No basta con abonar el precio básico. Lo de la OTAN es como viajar en Ryan Air. Hay que pagar por el billete, por las maletas, por comer, por subirse antes al avión, etc. No basta con estar, hay que contribuir. La OTAN lo cifra en gastarse en Defensa el 2% del PIB. España no gasta ni el 1% y, además, es argumentable que lo gasta mal confundiendo prioridades.

 

Cuando se quiere estar en el bar con los amigos hay que asociarse a sus preocupaciones, además de hacer valer las propias, y tratar con habilidad al más fuerte de la pandilla. De lo contrario, te sonríen sin incluirte en sus confidencias. Si te cuesta ver al Presidente de los EEUU, si no consigues entrevistarte con él un buen rato alguna vez, si viajas a su país sin pasar por su casa, te dan la mano blandamente y a otra cosa mariposa.

 

Antes de su videoconferencia con Putin, Biden consultó con sus aliados europeos. Según los medios, habló con Merkel, aún Canciller, con Macron, con Draghi y con Johnson. Da igual que EEUU utilice nuestras bases de Rota y Morón o que la Cumbre de la OTAN en 2022 vaya a ser en España.

 

Blinken y Albares tuvieron antes alguna conversación, pero no es lo mismo y está por ver si Blinken consultó con Albares lo mismo que Biden con los colegas de Sánchez. “Quiere que le ponga también con Sánchez”, preguntaría la telefonista de la Casa Blanca, ya embalada. “No need”. No hace falta.

 

Nuestros políticos no parecen dedicarse a la política exterior, y menos a los temas de seguridad estratégica. Y cuando lo hacen, igual no miran un globo terráqueo ni se han documentado. Se darían cuenta que somos un país occidental y que, actualmente, nuestra seguridad sólo está asegurada si hacemos piña con los occidentales y EEUU.

 

Eso no impide actuar con cierta autonomía cuando convenga y sea posible, pero algunos hablan más de autonomía que de seguridad y olvidan nuestra escasa contribución a la defensa propia y común. Ofrecemos bases y participamos en algunas operaciones. Lo elemental. Cuando pagas el billete más barato, te mandan al gallinero para ver la función.

 

De González Laya quedamos desencantados. Salvo del acuerdo con Londres sobre Gibraltar tras el Brexit, aunque ya fue mucho y queda ratificarlo por Bruselas y Londres. Más inteligente para nuestros intereses que el inútil barritar de cierto ministro del PP en la cacharrería diplomática tirándolo todo al suelo. Acogimos con esperanza a Albares. El joven ministro lleva ya casi medio año al frente de Exteriores viajando sin parar de un lado para otro, el sino de su cargo, como narró recientemente Miguel González.

 

Sin embargo, con los problemas que tenemos al Sur del Estrecho no basta proclamar nuestra amistad con Marruecos. Eso sí, mejor que tocarle las narices a Rabat haciendo malabarismos con Argel. Es un expediente difícil, sin duda, pero requiere progresos que respondan a nuestros intereses.

 

Al igual que la Alianza Atlántica, la UE es vital para nosotros, así como su autonomía estratégica, pero llevarnos muy bien con Washington es también perentorio. Seremos la cuarta economía de la UE (porque se fue el RU), pero, al parecer, sólo cola del ratón. A Sánchez le quedan deberes por hacer. No solo a él, también a otros que pretenden gobernar.   

 

(PS) Al Vaticano irá de Embajadora Isabel Celaa, antigua ministra de Educación. ¿Para modificar el Concordato o solo colocan a una política en paro? Se le adelanta viendo al Papa Yolanda Díaz este sábado. ¿Intenta el PCE revigorizar las Juventudes Obreras Cristianas para hacerle la pinza a Sánchez? …

 


Carlos Miranda, Embajador de España

 

 

viernes, 3 de diciembre de 2021

CADA MOCHUELO EN SU OLIVO ...

CADA MOCHUELO EN SU OLIVO …

 

 

  Madrid, 03-12-2021

                               (Lectura rápida 😊)


       


A mediados del pasado mes de noviembre tuvo lugar la Asamblea del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo que, actualmente, preside el eminente politólogo Francisco Aldecoa, Catedrático emérito de Relaciones internacionales en el Departamento de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales (Estudios Internacionales) de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense madrileña. 

 

Es un europeísta entusiasta que preside el Movimiento Europeo español desde 2018, siguiendo a otro prestigioso presidente y convencido europeísta como Eugenio Nasarre. Un Movimiento Europeo que debiera atraer cada vez más individualmente a miembros adicionales que han de sumarse a los importantes miembros institucionales que forman parte del mismo y que ha enarbolado desde decenios la antorcha en favor de una Europa Federal, promoviéndola con entusiasmo y convicción, mirando con esperanza el futuro de una Unión Europea que lo sea en profundidad, incluyendo una Defensa Europea que todos los federalistas deseamos.

 

Esta última ha vuelto a la palestra una vez más. Como el “Holandés Errante”, aparece y reaparece cíclicamente, a veces con entusiasmo sincero, otras para tapar vergüenzas o, en otros casos, para distraer al personal. Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe, dice un refrán. Sin embargo, también podría decirse que en tantas ocasiones fue a por agua sin éxito que al final debiera llenarse hasta arriba. Sería lo deseable, pero sabemos todos que, a veces, como decía Calderón de la Barca, “los sueños, sueños son”.

 

Así es frecuentemente cuando los deseos se topan con la realidad y, en buena medida, es lo que ha venido ocurriendo en el pasado con proyectos de dotar a la UE con unas Fuerzas Armadas para su protección y, asimismo, para respaldar su política exterior en aquellos casos en que es necesario un apoyo militar, siempre con legitimidad internacional.

 

Es un tema difícil por diferentes razones entre las que hay que destacar la ausencia de suficiente integración comunitaria y de una política exterior única de la UE de la que la Comisión en Bruselas fuese el factótum decisivo. Lo ha destacado recientemente un político tan europeísta convencido como Mario Draghi, Primer Ministro de Italia.

 

No obstante, los pasos dados anteriormente en la UE no han sido inútiles, pues ya han forjado algunos instrumentos militares y organizado Fuerzas Expedicionarias que han operado en diversas tierras que no son de la UE, así como en mares lejanos. Ahora se trata de avanzar más decididamente hacia la disposición de unas Fuerzas propias adaptadas a necesidades puntuales y actuales de la Unión, sin perjuicio de preparar, también, el futuro. Sería el caso de la propuesta de una Fuerza de Reacción Rápida de unos cinco mil efectivos.

 

Sin embargo, algunos creen que los europeos pueden prescindir de los EEUU y jugar a situarse, como en astrofísica, en un “punto de Lagrange”, donde un objeto pequeño puede estar teóricamente estacionario respecto a dos objetos más grandes, haciéndolo, pues, entre EEUU y China o Rusia. La ingenuidad y la arrogancia (compatibles) son características del Viejo Continente. Tras la elección entre Dios y Satanás, si se cree en ellos, en el siguiente escalón hay que volver a elegir teniendo en cuenta que el Atlántico une y que hay que jugar las cartas de una autonomía europea con cuidado. Más aún, teniendo en cuenta, en España, cómo está el patio en los aledaños del Estrecho y de las Canarias, sin perjuicio de que Washington, sin desdecirse del reconocimiento del Sahara Occidental como territorio marroquí, en tiempos de Trump, se haya negado, con Biden, a profundizarlo y a presionar a otros países para que hagan el mismo reconocimiento.

 

Lo señalado no lo comparten probablemente muchos nacionalistas españoles o europeos, algo antiamericanos a veces. Súmese que en España no realizamos suficientes inversiones en Defensa y que nadie ha racionalizado las FAS que nos podemos permitir, no las que desearíamos, y en las que, quizás, por ejemplo, podrían no tener cabida algunas importantes capacidades actuales o futuras teniendo en cuenta nuestros escasos presupuestos de defensa. Es decir, que pudiéramos estar gastando no solo poco, sino, también, mal, una buena receta para la ineficiencia y eventuales catástrofes. Como en las familias numerosas: o se hacen más espaguetis o cada uno come menos.

 

Nuestra concepción estratégica pudiera estar dominada por unos Ejércitos que piden cada uno lo suyo, sin mediar, posiblemente, una verdadera concepción unitaria, porque no hay quien vele por una racionalización conjunta de nuestras capacidades militares en función de los medios que realmente invertimos en defensa. Los gobiernos son los primeros en ir a lo suyo, lo que no suele incluir las cuestiones estratégicas, y menos a largo plazo. Los documentos que se elaboran complacen las desideratas de cada cual. La falta de dinero sólo es un freno para dotarse de capacidades militares, no un elemento de la ecuación que pudiera alterar lo que hacemos hacia lo que debiéramos de hacer.

 

Así, es fácil para los gobiernos españoles, de cualquier signo, entusiasmarse por una Defensa Europea, descargando en algo que aún no existe la responsabilidad de la española y de nuestra consiguiente contribución a la Alianza Atlántica cuando, en realidad, incumplimos el compromiso adquirido en la OTAN de invertir en defensa un 2% del PIB. Las cuestiones estratégicas afectan esencialmente a nuestros ministerios de Exteriores y de Defensa, pero estos asuntos no suelen aportar votos como otras necesidades más populares o, incluso, populistas. ¿Debe un gobierno dejarse guiar solo por lo que pide el electorado o más bien, en algunas materias, explicar a la opinión pública lo que hay que hacer?

 

 

Carlos Miranda, Embajador de España

 

 

 

 

viernes, 26 de noviembre de 2021

EN POS DE CIERTA AUTONOMÍA

EN POS DE CIERTA AUTONOMÍA  



      Madrid 26-11-2021

                             (Lectura rápida 😊)

 

     
 

Con la estampida occidental de Afganistán el pasado mes de agosto, la Unión Europea se ha dado cuenta, una vez más, que en materia estratégica está en calzoncillos. La salida americana fue pactada por Trump con los Talibanes en Doha, Catar, en febrero de 2020, y Biden, más de un año después, no quiso renegar de ese pacto tras 20 años de interminable ocupación del país centroasiático y de operaciones contra la guerrilla islámica, aunque fuese con bendición de las NNUU.

 

Con este asunto Bruselas descubrió dos cosas que ya debía de haber sabido. La primera es que los americanos mandan, y mandan porque son una superpotencia. La segunda es que no siempre tienen en cuenta a sus aliados. No es que nunca consulten, pero a veces, pocas, ni eso. Así es la vida.

 

¿Qué pueden hacer los aliados de la Unión Europea? La respuesta es lo que buenamente puedan porque, hasta ahora, han sido incapaces de organizar una “Defensa Europea” de la UE. Ni siquiera una política exterior comunitaria. Se ponen de acuerdo en temas, pero no hay, por ahora, una verdadera política exterior de la UE. ¿Puede haber una defensa europea sin una sola política exterior de la UE?

 

Un realista como Mario Draghi, salvador de la solvencia económico-monetaria de la UE cuando estaba al frente del Banco Central Europeo en Fráncfort y, ahora, Primer Ministro italiano, ya ha dicho que la autonomía estratégica requiere una política exterior.

 

No se alcanza todo enseguida. Hay que caminar. No obstante, la UE progresa en esto como un caracol que puede ser incluso más lento que una tortuga y no hay que olvidar que, en el caso europeo, ésta también se duerme como la liebre. ¡La de años que llevamos oyendo hablar de una Defensa Europea! Dicho esto, es evidente que hay que apoyar el proyecto de los cinco mil de Borrell. Una Fuerza de Reacción Rápida que pueda permitir cierta autonomía a la UE.

 

No es la única fuerza común que tenemos en la Unión, pero sería de desear que cuando llegue una oportunidad, la empleen, porque otras no lo han sido aún. Sus Estados Mayores, sí. Sus Fuerzas, no. No es lo que debiera ambicionarse para las que hay ni para esa FRR “in the making”, aún a futuros. ¿De existir ya, se hubiera utilizado en el aeropuerto de Kabul junto a los americanos para proteger la evacuación? Quizás. ¿Se hubiera utilizado sin los americanos para prolongar la evacuación? Los optimistas asentirán, pero hace falta ser muy optimista en este caso específico.

 

También se podría tener esa FRR para un si acaso en la frontera polaca con Bielorrusia. Una verdadera emergencia sería, más bien, una tarea de la Alianza Atlántica. Rusia está demasiado cerca y Minsk está subordinada a Moscú. Pero una FRR europea sería una buena manera de suavizar preventivamente una necesaria escalada sin tocarle demasiado las narices a Putin, aunque sin olvidar que el Kremlin está en el origen de las inestabilidades en el Este europeo y de la ocupación ilegal de Crimea.

 

Algunos, muy europeístas, que, sin embargo, ya han interiorizado que Europa no puede prescindir de la OTAN y de la protección americana, al menos, por ahora, piensan en un reparto de tareas entre la Alianza y la UE. La primera para el Este donde inquieta Rusia. La segunda, para el Mediterráneo. Sería un error. No interesa a los mediterráneos que la OTAN se desentienda del ex-Mare Nostrum, ni tampoco debe la UE prescindir estratégicamente del Este europeo. Lo señalado antes con el ejemplo de una FRR de la UE en la frontera polaca-bielorrusa parece claro.

 

Respecto al Mediterráneo dos apuntes. La operación en Libia encargada a la OTAN en 2011 no la hubiera podido hacer la UE, al menos con la misma eficacia. Por otra parte, el renovado interés del Kremlin por el Mediterráneo con bases en Siria e interviniendo en Libia y el Sahel hace que la Alianza no pueda, no quiera, no deba desentenderse de ese mar donde están las flotas de numerosos ribereños otánicos además de la británica y de la americana, con bastantes bases aeronavales. El reparto de actuaciones debe ser, más bien, en virtud del tipo de amenaza o de riesgo que se contempla y, asimismo, en el momento en que ello está planteado como se señala en los ejemplos aportados.

 

Pero, la Defensa Europea no puede quedarse en esta FRR ni olvidar las Fuerzas comunes ya establecidas con anterioridad. Además, hay tres cuestiones esenciales. Un Cuartel General propio de la UE; la relación con la OTAN; y la cuestión de la disuasión nuclear. Un CG propio es imprescindible, pero que sea autónomo no significa que no tenga relación y pueda cooperar, incluso coordinarse, con los de la OTAN. En la relación con la OTAN, la UE debiera actuar como cualquier aliado. En algunos casos en el marco otánico y en otros por su cuenta, sin perder nunca de vista el contacto informativo y, eventualmente, cooperativo. Eso es la complementariedad aceptada en el seno europeísta.

 

Respecto a una disuasión nuclear de la UE, sería necesario un debate. No parece el Gobierno Sánchez predispuesto a ello, pero esa disuasión es imprescindible. Actualmente, los términos del paraguas nuclear americano están más claros que los de uno, eventual, francés. Al pan, pan, y al vino, vino, pero hay que aprovechar que Paris está ahora dispuesto a abrirse en esta materia, aunque falta transparencia al respecto en Madrid.

 

Para sorpresa de algunos, la Administración Biden es favorable a una autonomía estratégica de la UE. Así lo afirma Derek Chollet, Asesor de Blinken en el Departamento de Estado. Un cambio estadounidense de actitud al que hay que dar la bienvenida. Hasta ahora el temor americano (y de otros países de la OTAN) era que un esfuerzo europeo por su propia defensa pudiera debilitar la Alianza, si bien los europeos sensatos entienden actualmente la necesidad de compatibilizar una defensa suya con la aliada.

 

Washington sabe que un esfuerzo militar europeo serio fortalecería la Alianza donde siempre se ha hablado del pilar europeo, una definición amplia que puede englobar hoy en día una Defensa Europea, incrementándose así el esfuerzo europeo en materia de defensa que Washington pide, de un modo u otro, desde que Clinton fue Presidente.

 

¿Sabrán los socios europeos aprovechar ahora esta ocasión? ¿Incrementarán sus inversiones en defensa, sobre todo los que menos gastan como Alemania o España? ¿Tendrán todos como guía dedicarle al menos un 2% del PIB como se comprometieron en el seno de la OTAN en 2014 todos los aliados, incluida España? Una defensa, la europea o cualquiera, no la regalan Papa Noel ni los Reyes Magos. No debiéramos perder la esperanza ni tampoco, como el cangrejo peregrino, abandonar un cobijo sin tener ya otro asegurado. En todo caso, Defensa Europea, sí. Ingenuos, no. Antiamericanos, tampoco.

 

 

Carlos Miranda, Embajador de España

 

 

viernes, 12 de noviembre de 2021

EL MAR ENFERMO

 

EL MAR ENFERM0

 

 

Madrid 12-11-2021

(Lectura no tan larga … 😀)

 

    


A finales del XIX y principios del XX llamaban al Imperio Otomano “el hombre enfermo” por su decadencia y pérdida de territorios. Después de la Primera Guerra Mundial, en la que la Sublima Puerta se alió con los dos Imperios centrales, el alemán y el austríaco, el emporio turco se esfumó y sólo quedó, a modo de república, su territorio actual, esencialmente asiático con la Anatolia, aunque tiene una pequeña parte europea donde se asentaba Constantinopla, ahora Estambul tras su conquista por Mehmet II en 1453.

 

Hoy en día, “el hombre enfermo” es el Mediterráneo. No sólo desde una perspectiva ecológica, que también, y peligrosamente, sino desde una visión estratégica, que no deja de estar relacionada con la ecológica. Partiendo desde el Estrecho de Gibraltar en sentido de las agujas del reloj, observamos hasta el Mar Egeo la presencia de la Unión Europea, salvo unas pocas excepciones balcánicas por el Adriático que, no obstante, desean integrarse en la Unión. Una ribera europea estable que, en términos estratégicos, interesa más a los ribereños de la Unión que a sus demás miembros.

 

Sin embargo, esa Unión, cuyos orígenes remontan a 1957, no ha conseguido establecer una Defensa Europea. Logra parches y apaños a base de crear algunas unidades combatientes y organizar, asimismo, operaciones militares allende mares y continentes, pero de Defensa europea y de Autonomía Estratégica, su corolario, “rien de rien” por ahora. Es como clamar en el desierto o, más bien, exhibir un “quiero y no puedo” impúdico. Habla ahora la UE de una Fuerza de Intervención, pero dispone ya de otras que puede utilizar. La confusión es, a veces, inevitable.

 

Pedro Sánchez informó hace poco al Secretario General de la OTAN que España e Italia tienen un acuerdo para impulsar un ejército europeo. La noticia llenará de gozo a muchos, pero el Primer Ministro italiano, el prestigioso Mario Draghi, también puso recientemente el dedo en la llaga al señalar que no puede haber una defensa de la Unión si no hay, al menos, una política exterior de la misma.

 

Siguiendo las agujas del reloj, tenemos, luego, la perenne disputa entre Grecia y Turquía, dos vecinos aliados que se llevan muy mal. Grecia tiene clara su membresía de la OTAN y no cuestiona su pertenencia europea y occidental.

 

Turquía, en cambio, en pleno nacionalismo islamista “erdoguiano” desde hace bastante tiempo, juega a verso suelto desde la cómoda protección aliada, entendiéndose con Rusia en unas cosas mientras se posicionan ambos países en posturas antagónicas en otras. En bandos contrarios en Siria y Libia, pero adquiriendo Ankara material militar a Moscú, pareciendo que lo hace esencialmente por molestar a Washington y afirmar su autonomía.

 

Francia hace también esto último, pero desde una producción armamentista propia y una disuasión nuclear suya. Los turcos, en cambio, al adquirir material sofisticado ruso e introducir en el mismo datos de, por ejemplo, sus aviones de combate americanos para que sean reconocidos y no abatidos por una batería antimisiles de fabricación rusa, estaría, parece ser, transfiriendo indirectamente a Rusia, encargada del mantenimiento de dicha batería, datos militares estadounidenses.

 

Descontenta, además, con la UE, que incumplió una aparente promesa de aceptarla en su seno y con los EEUU a los que acusa de acoger en su territorio a un clérigo acusado de haber fomentado un golpe militar contra Erdogán, Turquía se aleja del mundo occidental buscando vías propias, remontándose, de un modo aparente irredento, al pasado esplendor otomano cuando dominaba más territorios que en la actualidad, incluso en el Egeo, lo que inquieta, comprensiblemente, en Atenas. Mayoritariamente musulmana, aunque no árabe, Turquía tiene, asimismo, influencia y clientela en el Cáucaso, Asía central y Oriente Medio. Su importancia es obvia y es esencial para los aliados como bastión frente a árabes y rusos. Basta ver un mapamundi …

 

Siguiendo la flecha, y pasando rápidamente por los mares Negro y de Azov, donde impera la conflictividad ruso-ucraniana en el Este de Ucrania y la ocupación ilegal rusa de Crimea, así como el Cáucaso, campo de minas aparentemente tranquilo hoy, entramos en el vidrioso Oriente Medio próximo con sus crisis sin resolver en dos binomios importantes. Primero, el de Siria-Irak, donde la dictadura de Asad desde Damasco sigue prevaleciendo alentada por Rusia, que dispone de bases militares en Siria, mientras en Bagdad funciona, fruto de la Pax americana, una democracia inestable que ilusiona poco por la corrupción de sus políticos, como se vio por la gran abstención en las elecciones del 10 de octubre pasado y cuyo resultado no aceptan milicias chiís enfeudadas con Teherán.

 

En segundo lugar, el de Israel-Palestina, con Jordania y Líbano como paganos, en el que domina un Israel, cada vez más fuerte que no ha sabido/querido pactar con unos palestinos que, a su vez, han desaprovechado oportunidades importantes. Un polvorín peligroso más que nada por la aparente normalidad con la que se contempla esta anormalidad.

 

No olvidemos la cercana e influyente Península Arábiga, y sus ricas monarquías feudales, aunque no sea ribereña del antiguo Mare Nostrum (el actual es el Atlántico Norte), si bien tendremos en cuenta, estando al día, el “minilateralismo” (¡nuevo término estratégico recientemente surgido!) que promueven recientemente los EEUU contra China y que acaba de poner sobre el mapa del Oriente Medio al novedoso “Quad-2” compuesto por EEUU, India, Israel y Emiratos Árabes Unidos. Un intento de controlar la ruta de la seda china y sus derivadas.

 

Pisando ya África mediterránea (tras Europa y Asia), comprobamos que Egipto, un gigante de 100 millones de habitantes, no encuentra ni suficiente desarrollo ni paz interna a pesar de haberla encontrado con Israel. Frente a la modernidad y al laicismo moderado de la revolución naseriana, cuya espina dorsal siempre fue militar y autoritaria, existe el Islam avasallador de los Hermanos Musulmanes, actualmente enchironados y exiliados del poder manu militari, con, a la vez, escándalo y satisfacción occidental, una contradicción palpable, quizás inevitable.

 

Libia es un desastre. País tribal y de beduinos tanto cuando era una monarquía como tras la revolución que hizo del país una república que encumbró a Gadafi como dictador. Un tirano abatido al cabo de decenios por una OTAN obediente a sus gobiernos, encabezados en este caso por un muy belicoso Presidente francés, Sarkozy (preocupado, quizás, por los rastros de una eventual financiación electoral desde Trípoli), y que no supieron prever el “post-Gadafi”. ¿Lo remediarán unas elecciones presidencial y legislativas previstas para el 24 de diciembre?

 

Libia descabezada es un caos que volvió a su esencia tribal. Mafias, terrorismo, partidas militares, cantonalismo, guerras civiles, todo lo que se quiera y a las puertas de Europa, impotente. Ahora mismo sobrevive en Libia un frágil alto el fuego gobernado por Moscú y Ankara. En lugar de una estabilidad viciada exportadora de gas y petróleo, tenemos una inestabilidad con pateras controladas por criminales de todo pelaje con puerta y ventana sobre el Sahel, un peligroso “Afganistán europeo” en África donde Francia, ayudada de algunos socios europeos, y de EEUU, despliega a militares contra un islamismo terrorista. Desencuentros de gobiernos locales con Paris favorecen que el Kremlin se inmiscuya con mercenarios de una compañía privada rusa, Wagner, cuyo dueño es amigo de Putin, que, así, suma a sus peones ya ubicados en Siria y Libia.

 

¿Cómo no lamentar, ahora, haber abatido a Gadafi? Sin embargo, ello impidió un baño de sangre en Bengasi, un puerto enfrente de Europa, algo inaceptable, entonces, para las opiniones públicas europeas como ocurrió antes con las guerras balcánicas tras la explosión de Yugoslavia. Un Bengasi, rebelado contra el opresor a cuenta de las “Primaveras Árabes”, un espejismo occidental que sólo prosperó en Túnez, y aún, como vemos ahora con un Presidente que ha orillado al Parlamento y se afianza autoritariamente. Túnez, posiblemente la más afrancesada del Magreb, donde ni Argelia ni Marruecos brillan como ejemplos verdaderamente democráticos.

 

La primera controlada oscuramente por los militares. La segunda, llevada desde siempre con mano firme desde un Palacio autocrático. Ambos países amenazados por el integrísimo islamista y enemigos de por vida. Panorama inestable que va en contra de los intereses franceses, españoles y occidentales, además de los de los habitantes locales.

 

Recordemos el cercano Sáhara Occidental cuya marroquinidad es indiscutible para Rabat porque, de lo contrario, Argel, vía el Polisario, controlaría el Sur de Marruecos, justo enfrente de las Canarias. Perteneciente al gran Sáhara, extensión sureña del Magreb, el Sáhara Occidental experimentó una falsa descolonización en la que Marruecos logró torcer el brazo a España.

 

Ello impide consolidar la actual situación de hecho que las NNUU no pueden avalar y que, en realidad, conviene a la UE y a los EEUU, guardián vigilante de una zona tan cercana al estratégico Estrecho de Gibraltar. Esperemos que el nuevo enviado especial de NNUU para el Sáhara Occidental, el experimentado Stefan de Mistura, consiga resolver esta cuestión, que colea desde casi medio siglo, con una fórmula aceptable para las partes involucradas, incluidos los saharauis. Difícil tarea.

 

Desde el sur del Estrecho gibraltareño, contemplamos el Peñón, que, a pesar de ser una colonia británica con una población de distintos orígenes, angloparlantes con acento andaluz, puede tener desde el Brexit sus intereses más ligados a la UE y, consecuentemente, a España que, finalmente, parece empezar a entender que en su relación con la colonia vale más una mano firme en guante de terciopelo que el barritar de un elefante en una cacharrería. Madrid y Londres han llegado a un buen acuerdo “fronterizo”, situando el límite de facto en el puerto y aeropuerto a costa de la usurpadora verja británica de 1908, que, sin embargo, aún han de ratificar la UE y el RU.

 

También se contemplan las pateras con inmigrantes ilegales que, al igual que desde Libia hacia Italia, intentan llegar en este caso a la Península mientras otras buscan arribar a las Canarias, lo que no debe hacer olvidar que Marruecos reclama a España Ceuta y Melilla y diversos peñones costeros, más vulnerables aún que las dos ciudades.

 

Tampoco olvidemos mencionar la presencia americana y de la OTAN en el Mediterráneo con una red de importantes bases aeronavales en España, Italia y Grecia, así como una vigilancia aérea que se controla desde una instalación aliada en Torrejón de Ardoz al mando de un General español. Presencia otánica que se reactiva al revivir, con bases en Siria y presencia naval en el Mediterráneo, el interés ruso por este mar que había abandonado tras derrumbarse su imperio soviético.

 

España debería adecuar eficazmente su disuasión a este panorama en el Mediterráneo y sus aledaños, especialmente en el área que va desde las Baleares hasta las Canarias. ¿Interesaría un grupo “minilateralista” formado por EEUU, España, Francia, Portugal y Marruecos? Paris se resistiría, probablemente, por no dar más juego a EEUU; Madrid se podría asustar al dejar fuera a Argelia e incluir a Francia en el Estrecho; y EEUU, que ya está en esas aguas, abogaría por incluir al RU.

 

Sin duda, pues, un mar enfermo, pero con una “mala salud de hierro” que todos consiguen conllevar. Es verdad que podría ser peor, pero estas cuestiones necesitan de la atención y buena voluntad de los países ribereños, de grandes potencias y de OOII, tanto regionales como de la propia ONU.

 

Como los Diez Mandamientos, todo se puede resumir aún más. Hay un profundo foso de riqueza entre las orillas norte y sur de este mar que requiere no solo más cooperación para el desarrollo para colmar esta peligrosa diferencia sino también más atención política. Como dice el Alto Representante Borrell, las esperanzas de Barcelona del año pasado no se han materializado, algo que habría que remediar en la próxima reunión de la Unión por el Mediterráneo …    ¡Ojalá!  (“Insha´Allah”).

 

 

Carlos Miranda, Embajador de España