viernes, 5 de mayo de 2023

CHINA, ESPAÑA Y EUROPA

CHINA, ESPAÑA Y EUROPA

 

          Madrid, 04-mayo-2023

                    (Lectura de 3,5 minutos 😊)


   

El 24 de abril se celebró en el Real Casino de Madrid, fundado en 1836, la conmemoración de 50 años de relaciones diplomáticas entre España y la República Popular China, establecidas en 1973. Beijing, en su proverbial pragmatismo (da igual el color del gato mientras cace ratones) no esperó a que se muriese Franco.

China queda tan lejos de España y Europa, y nosotros de ella, que, a pesar de los parabienes y amabilidades intercambiadas entre el actual Embajador de China en España y tres antiguos Embajadores españoles en la Republica Popular, Eugenio Bregolat, Juan Leña y Manuel Valencia, no se pudo preguntar al chino por unas declaraciones preocupantes de su colega acreditado en Paris porque las hizo casi el mismo día.

Ese Embajador chino en Francia vino a decir que la URSS debiera de haber permanecido. Será porque era comunista ya que la China Popular es, mágicamente, a la vez comunista y capitalista. Suposiciones sobre lo que pensará ese Embajador chino, naturalmente, pero es que dijo que consideraba que los países que se hicieron independientes tras la explosión de la Unión Soviética en 1991 no deberían de haberse separado de Rusia ni ser países independientes y soberanos, a pesar de que los han reconocido todos los Estados del mundo, incluidas Rusia y China. 

Este Embajador chino debe ser un duro de la política exterior de su país, un agresivo, que hubiera sido feliz durante la revolución cultural china que entre los años sesenta y setenta del siglo pasado arrasó con todo, personas y bienes, así como con la milenaria sensatez china que sólo volvió luego, aunque, por lo visto, hay excepciones.

Desde Beijing su Ministerio de Exteriores no le ha respaldado, si bien debe el interesado disponer de padrinos importantes ya que, tras tamaña falta diplomática, en su Embajada parisina han señalado meramente que lo dicho por el Embajador era sólo su opinión personal, como si eso fuese posible en China y, menos aún, entre los funcionarios, antes mandarines. Otros que nos toman a los demás por tontos. ¡Vaya por Dios! Tibetanos y taiwaneses habrán tomado nota …

El público del Casino tomaría especialmente nota de la necesidad de llevarnos bien con China. No sólo los españoles, también los europeos ya que, para medirse y relacionarse con China, el tamaño importa y el mínimo es el de la Unión Europea y su fuerza económico-cultural conjunta, porque la UE es un poder blando valioso e importante que, asimismo, debe animar a Washington y Beijing a llevarse lo mejor posible.

Hay quienes, desde esta realidad desean que, en el marco occidental, Europa tenga su propia personalidad con relación a China y no sea un mero vasallo de los EEUU. En realidad, Europa no es vasalla de EEUU con los que tiene un diálogo, a veces difícil, ciertamente, pero de tú a tú en todo aquello que no sean cuestiones estratégicas porque en esto último sí que somos dependientes de Washington, aunque el remedio es sencillo.

En efecto, debe la UE convertirse en un Estado Federal con su propia disuasión nuclear europea. No basta la francesa, ni se puede sólo depender de ella pues, entonces, la independencia europea sería mediatizada por Paris, lo que sería inaceptable para los demás Estados federados europeos.

¿Fácil? Hoy por hoy imposible y, posiblemente, por muchos decenios si se es realista ya que no basta con soñar, que sólo es el principio de la ruta. Mucha tela queda por cortar al europeísmo y mientras no tenga un traje nuclear propio para su Presidente, tendrá que seguir dependiendo para su seguridad de los EEUU, evitando antiamericanismos baratos como el de los que se declaran europeístas solamente para disimular su repulsa a los EEUU.

Europa debe recordar al cangrejo peregrino que es totalmente vulnerable, cuando pasa de una concha a otra, al zarpazo de un depredador submarino y hasta del de la garra de un oso ruso, ahora disfrazado de Putin.

 

Carlos Miranda, Embajador de España