viernes, 15 de julio de 2022

LLORAR POR EUROPA

LLORAR POR EUROPA

 

 

        Hendaya, 15-07-2022

                                (Lectura rápida 😊)

 

     

Un texto de la agencia EFE distribuido en la Newsletter #38 de “La España que Reúne”, el pasado 9 de julio, afirmaba que la idea está clara: los enemigos de EEUU son los enemigos de Europa, Rusia y, sobre todo, China”. Una frase con doble lectura. La ofrecida por el texto y la inversa: los enemigos de Europa son los que suelen ser asimismo enemigos de EEUU


Las democracias en Europa estuvieron en peligro varias veces desde 1914 cuando estalló la “Gran Guerra” que opuso a los Imperios germano y austrohúngaro, así como la Sublime Puerta, a Francia, Reino Unido y al Imperio ruso. Tras esta guerra se disolvieron tres de estos imperios, el alemán, el austrohúngaro y el turco, siendo el imperialismo zarista sustituido por el comunista de Lenin y Stalin. 

 

En 1917 los EEUU acudieron en defensa de los aliados occidentales. Fue la primera vez, pero no la última. En la Segunda Guerra Mundial tuvieron que defenderse de Japón y respaldar las democracias europeas frente a Hitler. Otra vez vinieron para salvar a los europeos de sus enemigos. Tras 1945, la Rusia soviética, adueñada de Europa del Este, no desmovilizó sus tropas, al contrario que los aliados. Moscú deseaba controlar Europa occidental con la amenaza de sus ejércitos y el empuje ideológico de los partidos comunistas occidentales.

 

Washington reaccionó enfrentándose a los rusos en la Guerra Fría que duraría hasta los años noventa del siglo pasado. Un liderazgo fruto de su potencial industrial, militar y político paralelo al fracaso de Europa, desgastada en dos guerras mundiales. Tercera vez que EEUU compareció en defensa de las democracias europeas, sin olvidar su aportación económica a la reconstrucción de Europa con el Plan Marshall ni que, sin la protección de la OTAN, la Unión Europea no habría nacido ni crecido.

 

La Guerra fría se resolvió con el fracaso del comunismo en la URSS y sus países satélites que, libres, inmediatamente se unieron, comprensiblemente y como era su derecho, a la Alianza Atlántica y a la Unión Europea. Rusia descartó la mano que los occidentales le tendieron paralelamente. Con Putin, alumno aventajado de Stalin, del que ahora reniega, y de Hitler, al que actualmente abraza, Moscú recuperó su imperialismo histórico.

 

Fruto de ello tenemos una invasión rusa injustificada de Ucrania cuya responsabilidad sólo es del Kremlin. Ucrania resiste y necesita ayuda. ¿Debe rendirse Kyiv a las exigencias de Moscú en contravención del Acta Final de Helsinki, renunciando a su existencia y derechos? Algunos quintacolumistas de Rusia lo recomiendan. ¿Y los ucranianos, qué dicen?

 

Los occidentales ayudan a Ucrania y lo harán mientras ésta pueda defenderse. Otra vez más, la cuarta, EEUU acude en defensa de la libertad en Europa, bienvenida no sólo por Ucrania, sino también por los aliados europeos y la UE conscientes de que Moscú, de nuevo, es una amenaza.

 

Los europeos constatan que solos no pueden prevenirse de Rusia. Si la UE es incapaz de hacerlo será por sus carencias y propia culpa. En sus manos esta conseguir una verdadera Autonomía Estratégica que no debiera, en todo caso, prescindir del vínculo transatlántico. La alianza militar entre las dos orillas del Atlántico Norte, un “Mare Nostrum” del presente, defiende una misma civilización.

 

Respecto a China, se podría argumentar, ciertamente, que es más adversaria de EEUU que de Europa. Sin embargo, sólo el egoísmo y un interés propio mal entendido pueden aconsejar intentar una neutralidad entre Washington y Beijing. China es una dictadura comunista cercana a Rusia.

 

Son los enemigos de Europa los que lo son de EEUU y no al revés, aunque en realidad, son enemigos comunes. Algunos no se enteran y, además, llevan al huerto a muchos incautos por un remordimiento antiamericano, acomplejado y culpable porque son incapaces de integrar y federalizar la UE y de disponer de una disuasión nuclear europea que es cuando podría ser estratégicamente autónoma la Unión. Llorar por Europa no debiera incluir la ingratitud de dar una visión falsa de los EEUU, tirando piedras contra nuestro propio tejado.

 


Carlos Miranda, Embajador de España