FRATRICIDIO TORY
Madrid, 08-07-2022
(Lectura rápida 😁)
Conviene
recordar el “Thatchericidio” cometido
en 1990 cuando los propios conservadores británicos derribaron a la Dama de
Hierro, “Maggie” como la llamaban algunos con poco cariño. Desde 1979 lideró al
Partido Conservador británico en el 10 del gubernamental Downing Street, tras
cuatro años de oposición después de haber arrinconado a Edward Heath que hasta 1974
fue un Primer Ministro conservador elegante que participaba en su modesto velero
en regatas de altura o era capaz de dirigir una orquesta.
Margaret Thatcher, que transformó profunda e ideológicamente la economía británica, conducía su rebaño como si fuese una “domina” con látigo, sin permitir que nadie chistara y, consecuentemente, pisando muchos callos. Uno de los humillados, su Viceprimer Ministro y Secretario del Foreign Office, Geoffrey Howe, dijo basta un día y tras su dimisión la “Prime Minister” fue apuñalada por sus leales y tuvo que retirarse.
Lo
de hace 32 años no lo pueden recordar muchos entonces adolescentes o más
juveniles, pero el hecho es que en el Reino Unido el llamado “Partido
Parlamentario” Conservador, los diputados “tories” en Westminster, ha descabalgado a más de uno de los suyos encumbrado al
frente del Gobierno para evitar hundirse con su jefe. La política es
dura.
Esta
vez le ha tocado a Boris Johnson,
acosado por escándalos de diversa naturaleza, algunos incomprensibles, y dificultades
previsibles como las derivadas del engaño del Brexit o fruto de acontecimientos
externos como el virus mundial, denominado covid, o el ruso, llamado Putin, que
han dejado “groggy” a la economía mundial y llenado de incertidumbres el futuro
del planeta forzado a una Segunda Guerra Fría por el Kremlin.
¿Es Johnson un payaso? Para muchos
fuera del RU la respuesta es evidente, pero es por pretender que un Primer
Ministro británico deba ser alguien serio desde una perspectiva continental.
Desde la británica, más amplia, solo es un
original. Pero, en todo caso, un líder decididamente
brexitiano que antes fue Alcalde
de Londres. A los efectos británicos su peinado es un plus y el sello estrafalario
de haber pasado por un internado prestigioso como el de Eton.
Sin embargo, el Brexit no ha sido el éxito esperado sin perjuicio de que ya no tenga marcha atrás. El diferendo con la UE en torno a la frontera con Irlanda (Eire) que nadie sabe bien donde poner ni cómo; la caótica gestión del virus; o los problemas económicos son temas importantes que no le han dado suficiente lustre como para obviar los escándalos de fiestas clandestinas suyas y de sus colaboradores cuando el país estaba en cuarentena a lo que se han sumado otros escándalos políticos aparentemente más propios de ese gran país como haber respaldado como encargado de la disciplina de sus parlamentarios a uno que ha admitido haber acosado sexualmente a otros varones. Hay gotas que desbordan los vasos.
Johnson
acumula más escándalos y otros fracasos, pero la realidad es que sus parlamentarios ya se habían hartado de él y le han apeado probando diferentes métodos democráticos
para hacerle ver que había perdido la confianza
de sus diputados e, incluso, de sus ministros. Fallida una moción de
censura interna, fue una cascada de dimisiones en el Gobierno y en la
Administración la que acabó esta semana con su liderazgo en su partido.
Ahora
llegará otro líder (o lideresa) que tendrá que
enfrentarse a cuatro importantes cuestiones: el Brexit y la cuestión
irlandesa; controlar la economía; apoyar a Ucrania frente al criminal de guerra
afincado en el Kremlin; y enfrentarse al nuevo reto independentista escoces que
pretende otro referéndum para octubre de 2023. ¿Pueden
los británicos esperar al otoño para tener al nuevo Primer Ministro?
Respecto a España, esperemos que pueda sancionar pronto el acuerdo sobre Gibraltar entre Bruselas y Londres ya pactado hace tiempo por Madrid y la capital británica y que consolidaría la europeidad de “The Rock” a pesar del brexitismo de la metrópoli colonial. El Peñón, ”cuanto más europeo, más español” diría Perogrullo al constatar que el RU se fue de la UE.
Carlos Miranda, Embajador de España