TRES IRREDENTISMOS (2/3)
Madrid, 24-12-2021
(Lectura rápida 😊)
(El pasado 17-12-2011 se comentó
el irredentismo ruso)
IRREDENTISMO CHINO
Taiwán es el
claro objeto del deseo del irredentismo chino. Para Beijing, la isla de Formosa es parte de una única China, y eso
lo ha aceptado, aunque a veces con matices y excepciones, la Comunidad
Internacional. Chang-Kai-Chek y sus tropas nacionalistas se refugiaron en esa
isla en 1949 tras perder su guerra civil contra Mao Tse Tung y el Partido
Comunista Chino (PCC).
Sería deseable que este
contencioso se resolviese pacíficamente. Sin embargo, en la actualidad, ello no
parece posible porque en Taiwán no
quiere una sociedad hoy en día democrática situarse bajo el yugo del PCC que,
si bien acepta al capitalismo para el desarrollo económico chino, no quiere
aflojar su monopolio dictatorial político y comunista.
En cierto momento, cundió la
idea de un país con economía de mercado y dos sistemas políticos cuando Beijing
consiguió recuperar Hong-Kong, pero los acontecimientos posteriores han puesto
en evidencia que ello era un espejismo porque Beijing solo puede aceptar la primacía del
PCC, sin excepciones, como han comprobado los habitantes de la antigua colonia
británica. En estas condiciones, el recelo taiwanés se eleva a la enésima
potencia.
¿Solo es
posible para China una recuperación por la fuerza? Este
espantapájaros se agita cíclicamente como con la reciente demostración de
fuerza militar aérea sobre la isla que interpela no solo al gobierno de Taipéi,
que acepta ser un país independiente solo de
facto al reconocer casi todo el
mundo la unicidad china, sino asimismo a EEUU y a sus aliados en Asia, como
Japón, Australia, Corea del Sur o la India, entre otros, así como a sus aliados
en Europa, entre ellos a España, que por algo el mundo es global. A pesar de
todas estas complicaciones, Taiwán mantiene una economía boyante y unas
exportaciones fructuosas.
Los irredentismos son complicados
de manejar. Por su naturaleza no suelen admitir
fórmulas de compromiso. Constituyen, asimismo, un modo facilón de
suscitar apoyos recurriendo a argumentos nacionalistas por lo que se deslizan fácilmente hacia conflictos abiertos.
La Argentina del general dictador Galtieri, por ejemplo, recurrió a ello en
1982 invadiendo las Islas Malvinas, cuya soberanía reclama Argentina al Reino
Unido, para en un momento de debilidad interna lograr incluso, e
increíblemente, el apoyo de la oposición democrática. Sin embargo, perdió esta
guerra y Galtieri tuvo que marcharse. Pero, el conflicto costó vidas.
Mejor camina la reclamación
española sobre Gibraltar, ya que España está en condiciones de ayudar a que el
Peñón permanezca vinculado a la UE, como desean sus habitantes, lo que implica,
evidentemente, un acercamiento a España. No es
la recuperación, en efecto, pero un paso importante en favor de una mejor convivencia
productiva.
Los occidentales piensan que
una virtud china es la de la paciencia y que, a pesar de sus aspavientos, China
tiene tiempo por delante. Así parece. Sin embargo, hasta el más paciente tiene
sus límites y Beijing, ahora comandada por el nuevo Emperador (rojo) Xi Jinping
(o Jinping Xi a nuestra manera) tiene plazos delante suyo. El más evidente es el de 2049, cuando se
cumplirá el centenario de la República Popular de China.
Faltan 27 años para esa fecha
límite, pero nada indica que China tenga que esperar al final de este plazo para
lograr tres objetivos esenciales para el PCC. Primero, dejar definitivamente atrás económicamente a
los EEUU. En segundo lugar, disponer de una Fuerzas
Armadas al menos tan potentes
como las americanas, incluso en el ámbito nuclear en el que Beijing está
dispuesta a pasar de unas 300 ojivas, actualmente, a 1.000, a contrapelo,
evidentemente, del compromiso suscrito por China con el TNP, aunque una
cantidad similar a las de los EEUU y Rusia que hace tiempo ya redujeron
bilateralmente las desplegadas a unas 1.550 cada uno. Finalmente, en tercer lugar, recuperar la
plena soberanía sobre Taiwán.
¿Qué mejor manera de soplar
cien velas sobre una tarta de cumpleaños? Mientras, Beijing
intenta avasallar en el Mar de China Meridional del que quiere
apropiarse.
Carlos Miranda, Embajador
de España