TRES IRREDENTISMOS (3/3)
Madrid, 31-12-2021
(Lectura rápida 😊)
(Los pasados 17 y 24 fueron los irredentismos ruso y chino)
IRREDENTISMO MARROQUÍ
Los irredentismos de Rusia y
China son peligrosos para la Comunidad Internacional, pero no son los únicos. Otros
alimentan inestabilidades locales. Uno de ellos
es el de Marruecos respecto de España.
Un irredentismo que no parece
reconducirse por vías pacíficas como el español respecto de Gibraltar en el
que, sin renunciar a una reclamación legítima y secular, Madrid ya va
entendiendo que hay modos más sutiles que el de solo clamar a voz en grito
“Gibraltar español”, como lo demuestra, actualmente, la voluntad de facilitar a
la población del Peñón su atracción hacia una Unión Europea que le aporta más
beneficios que seguir ciegamente el Brexit londinense. Si los gibraltareños
siguen siendo europeos, de facto, se acercarán a
España.
Puede que el Peñón no vuelva
a ser español. En tal caso no perdería su condición colonial porque
independiente no puede ser, pero, cuanto más
europeo sea, mejor conviviremos españoles y llanitos en mutuo beneficio.
Los remedios de los conflictos no son siempre blancos o negros, ni tiene porque
haber vencedores absolutos y derrotados humillados.
Al Sur del
Estrecho la situación es otra. España
opone sus títulos jurídicos y su presencia secular en Ceuta y Melilla a las
reclamaciones, a veces arteras, de Marruecos, nuestro amigo, como diría el
Ministro de Exteriores, Albares. No obstante, es un amigo difícil que ejerce
frente a España su irredentismo también respecto del Sahara Occidental,
obtenido por la fuerza, exigiendo de Madrid el reconocimiento de su soberanía.
Sin embargo, falta el
reconocimiento por las NNUU, necesario para España y la UE, aunque lo hayan
prestado los EEUU de Trump, algo asumido luego por Biden, si bien dice no querer
profundizarlo. Washington es amigo tanto de
Rabat como de Madrid, algo que no deben olvidar en Moncloa y Santa
Cruz. Lo subraya la intensificación de los lazos oficiales entre Israel y
Marruecos, así como el reciente paso por el Estrecho del portaviones
norteamericano Harry Truman escoltado por un buque de guerra marroquí. Para algunos,
una provocación cuando tras seis meses de Albares, Exteriores
no ha podido remediar aún la mala relación con Rabat de González
Laya.
Los pulsos
marroquíes no se limitan a Ceuta y Melilla o al Sahara Occidental, ya
que están también los peñones españoles junto a la costa marroquí. No puede
olvidarse la no tan lejana invasión de uno de ellos, Perejil, que hubo de
resolverse con mediación americana. Junto a esos peñones se han instalado ahora
por su cuenta unas piscifactorías marroquíes. También pastaban desde siempre en Perejil unas cabras del vecino magrebí dada la facilidad
con la que se pasa al peñón. Asimismo, hay entre Madrid y Rabat una cuestión de
delimitación de aguas que afectan al subsuelo marino en las cercanías de las
Canarias.
Puede uno preguntarse,
consecuentemente, qué concepción estratégica
tiene Madrid respecto a los irredentismos ruso y chino,
anteriormente tratados, así como del marroquí,
más allá, en este último caso, de sonreír a Rabat o de haber traído a España para
curarse a un líder del Polisario execrado en Marruecos. Argelia nos aprieta con
el gas. Antes, fue con Cubillo, con su
surrealista independencia canaria, y, siempre, con el Polisario.
Marruecos, ahora, lo hace regulando
también el flujo de inmigrantes ilegales, como los turcos con la UE o los
bielorrusos con Polonia, y asediando Ceuta y Melilla al cerrar unilateralmente,
por ejemplo, las aduanas, unas actuaciones que, para algunos, alertan acerca de
una estrategia híbrida de nuestro vecino del Sur
para acabar haciéndose con estos territorios españoles.
Sin duda, debemos cuidar con
diplomacia nuestra importante relación bilateral con Rabat. No obstante: ¿Dispone
Exteriores de los resortes materiales y presupuestarios necesarios para no
llegar a mayores defendiendo nuestros intereses? ¿Tenemos en Washington tanto
acceso a la Casa Blanca y al Senado como Marruecos? ¿Tenemos medios eficaces de
retorsión y presión? ¿Están nuestras Fuerzas Armadas verdaderamente preparadas?
Las
anteriores son preguntas legítimas,
aunque no las únicas, sin perjuicio de que nos esforcemos en esto, como en
otras cosas, por resolver cualquier conflicto pacíficamente, con más motivo con
nuestros vecinos. Y amigos.
Carlos Miranda, Embajador
de España