domingo, 15 de enero de 2023

CUENTO ORTODOXO

 

CUENTO ORTODOXO

 

  

      Madrid, 15-01-2023

             (Ensoñación corta para el año nuevo ortodoxo)


    


Todo el mundo emplea el calendario gregoriano del Papa Gregorio XIII, en el siglo XVI. Sin embargo, el mundo ortodoxo sigue con el calendario juliano de Julio César. El pasado 14 de enero los ortodoxos celebraron, pues, su nuevo año. Año nuevo, vida nueva, lo que permite alguna ensoñación partiendo de la realidad, relatándola en esta ficción político-militar.

Recientemente el General Gerásimov ha sido nombrado Jefe de las Fuerzas rusas en Ucrania. Gerásimov es desde noviembre de 2012 Jefe del Estado Mayor de los ejércitos rusos. Fue nombrado por Vladimir Putin. Además, es el Primer Viceministro del Ministerio de Defensa, cuyo titular es el General Shoigú. Ambos son unos halcones próximos a Putin, miembros de su círculo íntimo. Sin embargo, Gerásimov, al frente de las Fuerzas Armadas rusas y con un pie en el Gobierno es el que más fuerza tenía. Sin embargo, ya no dirigirá desde un despacho en Moscú la Operación Especial contra Ucrania y su población. Ahora le han confiado la guerra propiamente dicha en suelo ucraniano

Una jugada maestra de Putin. Si Gerásimov, desde el propio campo de batalla, endereza la situación, Putin podría recoger los beneficios de la decisión de enviarle al frente militar. Si, por el contrario, Gerásimov sigue cosechando derrotas rusas en Ucrania, Putin le podría echar toda la culpa del desaguisado, desde los planes inicialmente elaborados en el Cuartel General de Gerásimov hasta los fracasos militares en Ucrania pasando por los fallos inconcebibles en materia logística y de aprovisionamientos. Gerásimov culpable de A a Z.

Un Gerásimov poderoso aún, pero debilitado por los malos resultados en Ucrania no podía rechazar esta nueva responsabilidad sin perjuicio de ser consciente de estar ahora en la primera fila para responder de más fracasos militares. Como estos se siguieron produciendo, llegó un momento en el que Putin consideró oportuno hacer de Gerásimov la cabeza de turco de su propio fiasco como un Presidente que decidió el inicio de una guerra en la que el tiro salió por la culata.

Sin embargo, Gerásimov estaba preparado y tomó otra iniciativa necesaria porque, llegados a este punto, solo podría haber un perdedor: Putin o Gerásimov. Con el apoyo de la mayoría de sus compañeros generales tomó el Kremlin y desposeyó a Putin de su presidencia. Los “servicios” fueron madrugados y tampoco opusieron mucha resistencia. Lo de Ucrania iba mal y algo había que hacer. El antiguo camarada de la KGB, Putin, ahora un facha que recuerda a Hitler, ya no suscitaba el mismo entusiasmo que antes.

Gerásimov tenía tres objetivos iniciales fundamentales: hacerse con Putin; formar un nuevo gobierno provisional de militares con algunos civiles (por ejemplo, en Exteriores) hasta unas hipotéticas elecciones libres que ya se vería cuando; y establecer en Ucrania unos parámetros aceptables para Rusia para obtener el apoyo genérico de la población rusa para lo cual era necesario entenderse con los americanos.

Conseguidos rápidamente los dos primeros objetivos, Gerásimov, ya al frente del gobierno y de los militares rusos, controlados aún más férreamente los medios de comunicación, decidió llamar a su hasta entonces homólogo norteamericano en las Fuerzas Armadas, el General Milley con el que ya había tenido contactos en el pasado. La toma del Kremlin había tenido lugar la víspera por la tarde-noche en un día lluvioso. A las siete de la mañana del día siguiente en el que el sol había vuelto, todo ya bajo control, Gerásimov llamó a Milley.

En Washington era todavía la una de la madrugada. Sin embargo, los estadounidenses estaban al corriente de que algo grave ocurría en Moscú. Para eso tienen sus satélites espías, sus escuchas telefónicas y sus confidentes rusos si bien no sabían aún el alcance preciso de los acontecimientos. En el “Situation Room” de la Casa Blanca seguían los acontecimientos no solo Milley, sino también, entre otros, el Consejero Nacional de Seguridad de la Casa Blanca, el Director de la CIA y los Secretarios de Estado y de Defensa. Fue cuando llamó Gerásimov a Milley.

Algo después un mayordomo avisó a Biden que antes se había retirado a descansar con la instrucción de avisarle inmediatamente si surgía un acontecimiento determinante. Biden bajó enseguida con un vaquero encima de su pijama y una sudadera gris en la que se leía en grandes letras POTUS (President Of The United States). Se pusieron todos de pie, como era debido, cuando entró el Presidente. El Secretario de Defensa le dijo mientras se sentaban que Milley había hablado con Gerásimov apenas una media hora antes.

-     Cuénteme, General, le dijo Biden a Milley.

-    Gerásimov me dijo que se ponía en contacto conmigo porque ya nos conocíamos. Pienso que aún no se ha hecho plenamente a la idea de que ahora, como Jefe de Estado de Rusia es homologo suyo, Señor Presidente.

-    Probablemente, asintió Biden. Siga contándome.

-     Me aseguro que controla plenamente Rusia. Unos comandos suyos y unos paracaidistas ocuparon el Kremlin ayer por la tarde y tras una leve resistencia se hicieron con su control. Hacia las diez de la noche en Moscú juraron sus cargos los componentes del nuevo Gobierno. Milley se interrumpió como si dudara proseguir.

-     Siga, le animó Biden.

-    Me dijo que Putin había sido confinado en una estancia junto a su ministro de Exteriores, Lavrov, y el propietario y jefe de la compañía Wagner, Prigozhin. Conformado el gobierno, añadió, se encargó a un Tribunal militar juzgar a estos tres hombres por traición, crímenes de guerra y atacar injustamente un país hermano

-    ¡Quien lo habría aventurado hace un año!, exclamó Biden. Siga por favor.

-    Gerásimov añadió que los tres habían sido considerados culpables en ese juicio sumarísimo y condenados a muerte. Me dijo que los tres fueron fusilados hacia las tres de la madrugada de Moscú en un patio del Kremlin. Gerásimov me aseguró que fueron asistidos por un Pope y que el Patriarca de Moscú, Cirilo I le ha dado su apoyo para no incitar alguna oposición. Milley se interrumpió mientras en todos se dibujaba unas caras de horror, aunque nadie añoraría a los fusilados.

-     Siga, siga, dijo Biden, impaciente.

-     Gerásimov me dijo que en las próximas semanas evacuaría esencialmente los territorios ocupados tras el 24 de febrero del año pasado.

-    ¿Todos?

-    Pienso, más bien, que casi todos. Alguno conservará mientras se negocie.

-    ¿Qué quiere negociar?

-    Esencialmente conservar del modo que sea Crimea y que los acuerdos de Minsk se cumplan en el Donbas. Lo primero es fundamental, lo segundo necesario en un acuerdo. Luego … Con esas dos cosas y el final de la guerra piensa que puede lograr un apoyo general de la población rusa. Desea que lo que se acuerde sobre el Donbas sea supervisado por la ONU y está dispuesto a un Tratado de Paz u otro documento que acabe con la guerra.

-    Yo creo que hay bases para maniobrar diplomáticamente, Señor Presidente, dijo con optimismo el Secretario de Estado.

-    Habrá que moderar a Zelensky, afirmó con realismo el Secretario de Defensa. Será difícil pero factible con una fuerte presión internacional y, sobre todo, un gran plan de recuperación económica por parte de la Unión Europea.

-    Gerásimov añadió dos cosas más, señaló Milley.

-    ¿Cuáles?, preguntó Biden.

-    En primer lugar, que conservar Crimea, rusa desde Catalina la Grande, bajo cualquier fórmula que sea aceptable para Moscú, es algo innegociable. Lo considera, asimismo, una línea roja existencial por la que estaría dispuesto, me aseguró, a recurrir a un empleo gradual del arma nuclear.

-    ¿Otra vez la amenaza nuclear?

-    Esta vez me parece una amenaza seria.

-    Anotado. ¿Y la segunda cosa?

-      Que consideraba que, ahora, la pelota estaba en nuestro tejado.

Biden pareció, entonces, esbozar una ligera sonrisa e impartió sus instrucciones. Si la guerra terminaba la economía mejoraría y las bolsas subirían. Se recuperaría una prosperidad que también podría beneficiar a Rusia si esta, finalmente, se comportaba correctamente en el marco internacional económico y político. En materia de seguridad habría que encontrar una fórmula aceptable para Rusia si esta se encaminaba verdaderamente hacia una auténtica democracia liberal, pero la continuación de la OTAN era algo tan irrenunciable para los occidentales como Crimea para Rusia.

 

Carlos Miranda, Embajador de España