"HO TORNAREM
A FER"
Madrid, 28-05-2021
(Lectura fácil 😊)
Los políticos debieran dar ejemplo en lugar de evadir la Ley.
Hemos
sufrido mucho terrorismo. De diferente tipo, incluso amparado por cloacas del
Estado. Nada ha justificado las muertes,
heridas y destrozos causados a las víctimas, a sus familias, a la sociedad.
España tiene
una Justicia garantista y la administración
penal apuesta por el condenado. Nuestra cultura no es revanchista: busca la redención del sentenciado
y su reinserción en la sociedad.
Un ejemplo son los etarras arrepentidos. Su contrición tiene beneficios
penales, sin duda. Pero, también, costes. Los que se arrepienten son traidores para
los suyos. Sin embargo, lo más importante debiera ser aliviar su conciencia, algo
que no siempre consiguen.
En una magnífica
serie-documental de televisión, “El final del
silencio”, del periodista Jon Sistiaga, se muestran encuentros entre
etarras arrepentidos y sus víctimas, familiares de asesinados. No deja
indiferente ver charlas en las que los arrepentidos no son, generalmente,
capaces de explicar, ni de entender ellos mismos, cómo llegaron tan lejos.
Las familias son admirables al aceptar un diálogo en buena medida liberador,
desde diferentes perspectivas, para unos y otros. No implica siempre el perdón,
ni su solicitud, pero estos encuentros son tan duros que cuesta dudar de la
sinceridad de quienes evidencian un
arrepentimiento y su desazón ante lo ya irremediable.
Frente a
ellos, aquellos que, cumplidas sus penas, se reintegran en la sociedad sin más,
incluso en localidades donde se cruzan con sus víctimas. Son los que Bildu arropa, apoyando, asimismo, sus
festejos al salir de la cárcel.
En Cataluña
violaron la Constitución desde cargos públicos y el propio gobierno autonómico,
forzando la mano como cualquier golpista. Esos, que fueron juzgados y
condenados por sedición, no solamente no se arrepienten, sino que repetidamente
proclaman su disposición a repetir sus delitos
contra la sociedad.
Son a estos a quienes el Gobierno de la Nación desea indultar, aunque no evidencien la voluntad de
colmar las brechas abiertas por ellos en la sociedad española, incluida la
catalana. Prevalece la cultura de la adoración al becerro de oro, la del cálculo
maquiavélico en el que el fin lo justifica todo.
En
“Sigfrido”, grandiosa opera de Wagner, la diosa
Erda pregunta con perplejidad:
“¿Suprime el derecho y gobierna a través del perjurio aquel que custodia el
derecho y protege los juramentos?”.
Cuando la
“Mesa de diálogo” produzca un resultado satisfactorio, entonces podría tener
sentido la contrapartida de indultar a quienes demuestren buena voluntad
política. A cambio de nada, no se entiende. Estos
indultos son, ahora, improcedentes y prematuros. En la II República,
Sanjurjo y Companys, indultados, volvieron a traicionarla.
El Tribunal sentenciador se opone por unanimidad, al igual que la
Fiscalía, a estos indultos promovidos por Sánchez e Iceta que
solo complacen a la extrema izquierda y a los nacionalistas, incluido Rufián,
último clavo ardiente de Sánchez. Aragonés matraca con la amnistía, aunque
embolsará la gracia a sus amigos.
Todos los
que se oponen serían revanchistas y vengadores según parecen señalar desde
Moncloa donde el Presidente del Gobierno estaría, asimismo, dispuesto a abonar
una tarjeta de prepago sin contrapartidas. El PP recurrirá los indultos. El
Gobierno de Sánchez (PSOE) y Díaz (PCE con otros en UP), ante las resistencias
intenta condicionar los indultos al respeto de la Ley. ¡Solo faltaba!
Algo de esta
importancia debiera consensuarse con Casado. Ciertamente, éste no facilita los
entendimientos, pero Sánchez debiera saber crear el clima para ello. Si no hay acuerdo con la oposición en este asunto, lo
prudente sería abstenerse. “En estas circunstancias”, señala Felipe
González, él no los concedería e importantes barones socialistas coinciden con él.
El PSOE está dividido. Zapatero o Ximo Puig apoyan a Sánchez. Sus valedores
reclaman su prerrogativa al respecto
y un apoyo ciego. Argumento insuficiente.
La sociedad
española se opone, aunque en la catalana favorecen más el perdón. Si se
conceden los indultos contra vientos y mareas, su gratuidad o eficacia, eventualmente
su irresponsabilidad, quedarán sometidas a la
prueba del nueve. Ojalá sirviesen, pero los agraciados no adelantan
señales esperanzadoras.
Carlos
Miranda, Embajador de España