RESISTENCIA PALESTINA
Madrid, 28-03-2025
(Lectura rápida 😊)
La BBC informaba este miércoles pasado que se había
producido una manifestación en una aglomeración del Norte de Gaza contra Hamás,
algo asombroso teniendo en cuenta la
dictadura ejercida en Gaza por esta organización terrorista.
Recordaba la BBC que Hamás ganó en 2007 unas elecciones
en Gaza si bien después consiguió echar a los partidos
políticos rivales, entre ellos Al Fatah que gobierna en Cisjordania
donde está Ramala, la capital de la Autoridad Palestina que España reconoció
recientemente como Estado.
En estos 18 años de gobernanza exclusiva en la franja por
la organización paramilitar y terrorista palestina, los intereses que han
prevalecido no han sido los de los gazaties, sino exclusivamente
los de una política terrorista para
con Israel sin importar las consecuencias que ello pudiera tener en la
población civil gazatí.
El resultado de esta política de Hamás está siendo la
destrucción de innumerables viviendas e infraestructuras en Gaza como
consecuencia de la guerra declarada por Hamás a
Israel con el atentado del 7 de
octubre de 2023 en el que Hamás asesinó a 1.200 personas y secuestró a 251.
Ahora la contabilidad de muertos ofrecida por un ministerio de Hamás es de más
de 50.000 gazaties muertos y seguramente aparecerán más más adelante entre los
escombros, incluidos los de hospitales y escuelas tras los cuales Hamás esconde
cobardemente infraestructuras militares y a unos jefes que desprecian a su
propia población en aras a un martirologio de muchos decretado por unos pocos.
Causa admiración registrar como en circunstancias como
las presentes saliesen en la desolación del Norte de Gaza, en Beit Lahia según
la prestigiosa corporación informativa británica, un número considerable de
gente pidiendo que Hamás abandone el poder y que escuche a las numerosas familias de luto
por la pérdida de sus familiares.
Siempre según la BBC, la manifestación fue disuelta a palos por
militantes de Hamás que se dedicarán ahora a tomar represalias contra aquellos
que puedan identificar calificados de “traidores” y a los cuales se acusará
seguramente de estar manipulados por Israel. En las dictaduras siempre acaban
unos valientes por romper el monolitismo tiránico que imponen unos porque les
da la gana.
Los dirigentes de Hamás y sus partidarios seguramente que
se acuestan cada noche satisfechos de seguir incrementando el odio en la región
a costa de la población de Gaza. Sin duda lo han conseguido, así como
desprestigiar la imagen internacional de Israel. Igual aspiran a compartir un
premio Nobel de la Paz con Netanyahu cuando no quede nada en ninguna parte de
Palestina e Israel.
¿Con 1.200 muertos, por un lado, incrementados con esta
guerra, y 50.000 en el otro, hay equivalencia alguna? Cuando se intercambian
prisioneros condenados y rehenes secuestrados, otro crimen de guerra, vemos que
muchos palestinos valen por uno solo israelí, pero al menos suelen estar vivos.
Sin embargo, con muertos, ese tipo de
contabilidad es obscena porque no
es una cuestión cuantitativa, sino cualitativa.
Que unos palestinos se atrevan a pedir en la calle entre
ruinas que los terroristas de Hamás se disuelvan o que al menos se marchen es
noticia, aunque sea sólo episódica. Hamás, como Hezbollah, los hútis o Irán, solo quieren la destrucción de Israel y mientras sigan con ello mediante atentados
terroristas o provocando irresponsablemente guerras crueles en la región, nada
se podrá hacer para una convivencia pacífica, prevaleciendo aquellos que acusan
a otros de no escuchar, de ser los únicos culpables de no entenderse, de
destruirse mutuamente en una carrera suicida en la que el más fuerte matará a
más enemigos y el más débil ofrecerá lo único que se le ocurre: terrorismo y
víctimas propiciatorias sacrificadas por ellos mismos sin su consentimiento.
Hamás bien puede compartir el
calificativo de genocida si
Israel es condenado por ello en su día como tal por el Tribunal Penal
Internacional. No vale blanquear a un hermano cuando los dos se llaman Caín o
cuando se toma alguien la justicia por su mano. Cuando prevalece una violencia
que quita la razón a todos, solo se oirá el llanto de todos los Abel del mundo
que incluyen al premio Oscar palestino recientemente agredido por colonos
supremacistas israelíes en Cisjordania, fuera de Israel.
Carlos Miranda, Embajador de España