¿DE QUIEN ES EL
DINERO PÚBLICO?
Madrid, 12-01-2025
(Lectura rápida 😊)
También me publican en
La Hora Digital
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La respuesta correcta es que es de todos los españoles. Otra cosa es que lo
administren unos pocos. En principio, legítimamente mandatados y apoyados en
unos presupuestos democráticamente aprobados. Sin embargo, pudiera ser que sólo
sea una apariencia.
Hablamos de dinero público,
unos caudales que se han recaudado con nuestros impuestos. Los que pagan de sus
bolsillos los españoles. En el mundo anglosajón son muy conscientes de ello y
por ese motivo les parece claramente que el dinero sigue siendo de ellos, de
los contribuyentes, aunque esos dineros estén en las cuentas públicas. Del
Estado, de las autonomías o entidades semejantes, de los municipios, de
organismos públicos, etc. … Por ello exigen que se les rindan cuentas de lo que se ha
hecho con “su” dinero.
En otras partes del mundo, como en España, da la
sensación de que los contribuyentes le dicen adiós a su dinero cuando Hacienda
se lo cobra vía impuestos directos o indirectos como el IVA. El dinero público es de todos, hasta de los pobres.
De todos modos, al pasar a las cuentas públicas es verdaderamente de todos nosotros
como nos recuerdan las autoridades fiscales cuando dicen que “Hacienda somos todos”.
¿Todos?, preguntaría escépticamente una “celebrity” que inquiere
si de verdad puede pedir “de todo” como le han asegurado antes en un anuncio,
momento en el que llega la rebaja. “Bueno, casi todo” …. En efecto, los hay que piensan que ese
dinero del contribuyente no sólo ya no es del contribuyente, sino que consideran
que es de ellos. Vamos, que pretenden que no es
de todos …
Son los corruptos que cogen el dinero de la caja común
para sus necesidades persónales, comprarse un coche, un piso, viajar, o
gastárselo en caviar cuando podrían encargar un bocadillo para no desfallecer.
También cogen ese dinero para sus fines
políticos, como los separatistas para sus objetivos independentistas
en lugar de costeárselo con sus propios peculios o los de sus partidos.
Los presupuestos, una vez aprobados, son los que dan la
pauta de en qué se puede gastar el dinero público. Y si se gasta en otras cosas
es malversación, una corrupción, incluso en otros fines públicos y con más
motivo si no lo son o no han sido programados y aprobados. Por eso hay que seguirle la pista a “nuestro” dinero
para cerciorarnos de que lo gastan como está mandado.
Lo que antecede parecerá evidente. Sin embargo, el mundo
político no lo tiene tan claro. “El dinero
público no es de nadie” dijo sincerándose una política influyente.
¡Qué barbaridad! ¿Lo diría una indocumentada de algún partido extremista? Nada
menos que una que llegó a ser Vicepresidenta de un Gobierno monocolor. Otra
Vicepresidenta, también andaluza, ya en coalición, parece tener la misma
opinión. Para aupar a su partido en una capital de provincia andaluza decidió
que condonaría la deuda del ayuntamiento si determinado partido apoyaba al
suyo. ¡Con nuestro dinero!
Igual puede hacerlo legalmente, pero es algo a todas
luces “insalubre”. Porque esa deuda
es dinero pagado y si se perdona el dinero saldrá de otro lado y ese lado son
nuestros impuestos, los que pagamos todos y que nos suben con facilidad para
luego hacer cualquier cosa que le conviene a un político en beneficio propio o
de su partido, no de todos.
Lo primero que habría que averiguar es la razón del
endeudamiento. Esa deuda debería pagarla la entidad que ha incurrido en ese
gasto y no el conjunto nacional de la ciudadanía. ¿Por qué hemos de pagarle
todos una deuda a un ayuntamiento o a una comunidad que no han sabido
administrarse y cuyos ciudadanos siguen votando a los que administraron mal?
Ante todo, explíquese. Luego veremos. Y todos decidiremos lo que se hace con el
dinero de todos, que es nuestro, que
no es de “nadie”, que no estamos con Odiseo y Polifemo.
Para eso están los presupuestos. Para cumplirlos. Es más,
lo de andar con presupuestos antiguos en vigor porque no se aprueban a tiempo
los del nuevo año fiscal es un abuso político. Lo honesto es convocar
elecciones cuando no se consiguen aprobar los presupuestos en sus plazos
constitucionales. Esto que parece de cajón, suscita una pregunta también de
cajón: ¿Son honestos nuestros políticos?
Con su manera de actuar, muchos ponen en peligro nuestra democracia y con más
motivo cuando no rinden claramente las cuentas de sus actuaciones económicas y
políticas.
Carlos Miranda, Embajador de España