jueves, 23 de enero de 2025

ADMIRAR AL JEFE

ADMIRAR AL JEFE (VERDADERO)

 

                    Madrid, 23-01-2025

                    (Lectura rápida 😊)

 

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Los votantes de Sánchez le profesan una admiración ilimitada. Lo que más les cautiva es la resiliencia de su campeón que sigue en la Moncloa siete años después de ganar la única moción de censura exitosa de nuestra joven democracia.

No reparan en que su metodología de resistencia es de manual clásico: ceder en lo que le pidan las variadas (malas) compañías que le acompañan (extremas izquierdas de Sumar y Podemos, BNG, separatistas inveterados, herederos impenitentes de ETA, renegados del PCE conciliador de Carrillo, etc.). Con más motivo después de perder las últimas elecciones generales, aunque señalando que “somos más” inmersos en el Frankenstein. Se les concede lo que sea, o mucho de lo que pian, con tal de que se callen un rato para, así, mantenerse en el poder. Se les enmudece como algunos padres a sus hijos con lo que sea, sonajero, chupete o dulce para que dejen de llorar, rabiar y patalear. Con esta receta, Feijóo tendría 183 escaños de apoyo contando con Vox, Junts y UPN (para evitar los extremos haría falta que se entendieran estratégicamente PP y PSOE). 

Pero la cuestión ahora es la resiliencia sanchista que es un espejismo. En realidad, el verdadero resiliente es Puigdemont que se encontraría ya en puertas de poder volver a España gracias a una pronosticada confirmación del Tribunal Constitucional de la amnistía otorgada por Sánchez al gerundense. Sustituto del vanidoso Artur Mas al frente de la entonces Convergencia de Jordi Pujol, un exitoso líder del catalanismo separatista bajo una máscara de tendero simpático, pero de poco fiar, Puigdemont dio su do de pecho en 2017 con las leyes de desconexión, un referéndum ilegal separatista y un anuncio “exprés” de independencia de ocho segundos antes de meterlo en el congelador.

Todo ante la indiferencia de Rajoy, el entonces líder gallego del PP acostumbrado a dejar los problemas en un cajón para que se pudrieran. Afortunadamente, sonó la alarma del mejor constitucionalista del Reino, Felipe VI, y las fuerzas destructoras de España pudieron ser contenidas. Luego Puigdemont se metió en el baúl de un automóvil para escapar de la justicia y refugiarse en Bélgica, en Waterloo donde perdió definitivamente su imperio Napoleón.

Desde entonces su fortuna ha tenido altibajos más complicados que los de Sánchez, sufriendo legítimas persecuciones judiciales, detenciones policiales superadas, fugas in extremis, batallas en juzgados ganadas con éxito, escapadas con asentimientos oficiales y vuelcos políticos en medio de océanos convulsos. ¡Eso sí que es resiliencia! No la de quién cede cada vez que le presionan. Puigdemont domina el panorama político español 

Es el verdadero amo del cotarro, el verdadero jefe, guionista del Presidente del Gobierno al que no tumbará, pero al que maneja tirando de un hilo o de otro con mayor o menor fortuna según los casos, dispuesto a prolongar el juego por la cuenta que le trae y ser el verdadero “capo di capi”. El madrileño y el gerundense son hermanos de esos que unen sus sangres cortándose la mano. Ambos se retroalimentan y no serían nadie sin el otro.

Edo sí que es admirable si se está dispuesto a admirar a quienes desde la política juegan con sus conciudadanos con escaso respeto, asimismo, hacia las Instituciones. Jefes caudillistas y populistas al estilo latinoamericano. El triunfo final de Puigdemont está cerca. Todo el mundo cuenta con que el Tribunal Constitucional avalará sorprendentemente una amnistía que no solo no figura en la Constitución del 78 sino que se apartó al redactarla rechazando asimismo los indultos colectivos que es lo más parecido. Igual es un pronóstico equivocado y tampoco se trata de complacer a los jefes como sospecha o asegura mucha gente.

Cuando Puigdemont se tome unos callos a la madrileña en la Plaza Mayor de la capital española tras haber explicitado en La Moncloa sus condiciones para seguir con el juego del gato y del ratón en el que el ratón lleva la voz cantante, como en Tom y Jerry, será el momento de entregarle el Oscar al Gran Resiliente. No a Sánchez, con su juego simplista y fácil. Puigdemont es el maestro.

 

Carlos Miranda, Embajador de España