FRÍVOLOS DOLOSOS
Madrid, 30-09-2022
(Lectura rápida 😊)
La Cumbre de la OTAN en Madrid a finales de junio pasado fue un éxito. Bueno es recordarlo. Adoptó decisiones necesarias para defender nuestras democracias de Rusia, deseosa de borrar del planeta a Ucrania y sus habitantes. Hay que intentar evitar que el Kremlin se envalentone frente a los aliados, vigilando, asimismo, sus comportamientos en el mundo y observar a China, tan autoritaria como Rusia.
Nada impide dialogar, pero con las espaldas cubiertas. Roma negociaba acuerdos con sus legiones desplegadas en el horizonte. Si Rusia atenta contra nosotros y nuestro modo de vida, ¿Debemos rendirnos? Sin embargo, la animadversión de algunos a los EEUU y a la Alianza Atlántica es numantina. Necesitaban carnaza y la encontraron en formas variadas en junio.
Una consistió en señalar que en el siglo XXI es triste que tengamos aún que armarnos para defender nuestro modo de vida. ¡Vaya por Dios! ¡Qué lata! Pero, al menos, sobrevivió el pacifismo de pacotilla del presentador de una radio.
Una segunda reacción fue la de pedir “otra OTAN”, como si estuviésemos ante el mostrador de una tienda. También hubo quien, pretenciosamente, quería volver a redactar el Tratado de Washington. ¡Pero, si Finlandia y Suecia han dejado claro que quieren esta misma OTAN que viste y calza! Con su adhesión proclaman que la verdadera Defensa Europea es la Alianza Atlántica.
Se citó el Sahel en las decisiones aliadas precisamente cuando franceses, españoles y alemanes, que se quieren activos en la “Frontera Sur”, abandonaban el Malí donde están los yihadistas y llegaban los rusos. ¿Podemos confiar en la “Autonomía Estratégica”?
Otra vía fue la de criticar que en la Cumbre hubiese un programa para los cónyuges de los mandatarios. Un programa que dio relevancia a la hospitalidad y gastronomía españolas y a activos culturales como el Palacio Real, el Museo del Prado, el Palacio de la Granja y el Teatro Real. ¿Sufrirían esos críticos un ataque de envidia en lugar de apreciar la buena imagen que ofreció nuestro país?
Como la OTAN, al igual que la UE, reúne a los países más progres y desarrollados del mundo, y alguno más que no lo es tanto, hubo naturalidad viendo al Primer Ministro luxemburgués con su marido y los consortes de Primeras Ministras junto a la Reina Letizia y Begoña Fernandez, esposa del Presidente del Gobierno. ¿Que no había Jefas de Estado y las de Gobierno eran escasas? Posiblemente, pero eso no es culpa de la OTAN. Hacer fuego con cualquier leña es una frivolidad digna de revolucionarios de salón.
Tampoco hay que olvidar a los más sosegados que quieren entendimientos con Rusia, aunque renunciando a los logros de la coexistencia pacífica obtenidos con los soviéticos cuando la Guerra Fría. Esto ya no es risible, sino peligroso. Entierran aquello que todos apreciamos entonces: el Acta Final de Helsinki que Putin pisotea ahora. ¿Están dispuestos a pagar un peor precio por congraciarse con el nuevo Hitler? Ventilan su frustración de estar en el lado equivocado y sin capacidad de liderazgo: cuando la Cumbre de Madrid, un 83% de los españoles apoyaba la OTAN.
Acertó la mitad socialista del Gobierno de la Nación al reflejar nuestra pertenencia al mundo occidental, que es el nuestro, en revalidar nuestro atlantismo, que es parte de nuestra identidad, como ser también mediterráneos, y en compatibilizarlo con nuestro europeísmo, aunque la UE que es limitada en sus capacidades. Sánchez será un camaleón, pero sabe inglés mientras otros pretenden ingenuamente que se pueden distribuir derechos sociales como azucarillos en ambientes inseguros. Como podría exclamar Romanones: ¡Vaya tropa!
Asumir el victimismo ruso,
aderezándolo con buenas dosis de antiamericanismo, cuando
quien agrede en Europa a los demás y roba sus territorios es Moscú,
que se considera siempre humillado por los occidentales obviando su propio
imperialismo histórico, refleja mala fe o ignorancia, no sabiéndose que es peor,
cuando la esperanza de que Putin, acorralado, no use armas nucleares es que valedores
suyos como China e India le razonen. Ya saben,
Putin es de los que “la maté porque era mía”.
Carlos Miranda, Embajador de España