FRENAR A LOS
GOLPISTAS
Madrid, 29-01-2021
(Lectura rápida 😊)
El 20 de enero pasado empezó el mandato presidencial
de Joe Biden, asistido por su Vicepresidenta, Kamala Harris, y un buen
equipo gubernamental. Un mandato ganado en las urnas en noviembre; en el
recuento del Colegio Electoral de diciembre (lo esencial); y ratificado en
enero por Senadores y Congresistas. Magnifico su
discurso de Investidura dado con
humildad del que se pueden extraer esencialmente dos cosas: el deseo de
reconciliación interna (difícil) y la voluntad de recomponer las alianzas
internacionales y de volver al multilateralismo (importante).
Biden es el lado luminoso. Trump el oscuro, el
del manto negro de Darth Vader aniquilando la verdad. Si la
invasión bochornosa del Capitolio washingtoniano permitió a algunos calificar a
los EEUU de país bananero, aunque prevalecieron enseguida el orden y la
democracia, más bananero fue el intento del magnate de subvertir el orden
constitucional para, si prevalecía la violencia de sus matones, permanecer en la
Casa Blanca.
Porque,
además de los golpes de Estado que, de una manera u otra, se dan, no siempre
con armas, también hemos visto en países bananeros la perpetuación ilícita
desde el poder. No otra cosa intentó Trump
jugando con fuego, aunque habrá que atenerse al resultado del juicio que tendrá
lugar en el Senado. La Cámara de Representantes, que realiza la
instrucción judicial, concluyó que Trump debía ser juzgado por su incitación al
asalto del Capitolio. El juicio tendrá lugar cuando ya no es Presidente, por lo
que su principal pena, la destitución, si fuese condenado, no podría
materializarse, pero sí alguna sanción aneja como prohibirle presentarse a otra
elección. Un juicio que sus defensores consideran que no procede al no estar ya
en la Casa Blanca.
Para
condenarle harán falta al menos dos tercios de los votos del Senado. Será
necesario, pues, que, como mínimo, 17 republicanos se unan a los 50 Senadores
demócratas. Es un juicio político y según
se moje cada Senador, mayormente los republicanos, afectará a los votos que
recojan los políticos del Capitolio que se presenten a las elecciones dentro de
dos años que son todos los del Congreso y un tercio de los Senadores.
Tiene el partido republicano la oportunidad de
regenerarse después de entregarse, a veces con júbilo, a un magnate chulesco
dispuesto a todo para auparse y gobernar considerando que los valores
democráticos sólo tienen sentido si van en su misma dirección. Pero, puede que
la realidad política les aconseje no enfrentarse abiertamente al de Mar a Lago
que, hasta puede salir reforzado si la destitución no prospera en el Senado.
No
debiera repetirse el asalto al Capitolio, pero,
sobre todo, no debiera repetirse el asalto a la democracia perpetrado durante cuatro
años por Trump con la complicidad activa de políticos republicanos
beneficiados por ello y la pasiva de quienes consideraron que Hillary Clinton
no era suficientemente progresista. Muchos reinciden al decir que Biden es casi
un conservador, timorato y viejo. Son estos “puristas” intelectualizados,
excesivos y sin sentido de la realidad el mayor peligro para políticas progresistas.
Allá, y en todos lados.
Cuando
se subvierte el orden constitucional desde el poder no hacen falta armas. Se recurre a la manipulación democrática, como
también intentó Trump, con actos de imposición partidista y antidemocráticos,
en definitiva, golpistas. De esto sabemos
en España. De golpes militares y desde el poder como
vimos en Cataluña en 2017, tan bananera hasta que ante la inaudita
pasividad de Rajoy tuvo que intervenir el Rey.
Trump
debiera, pues, ser condenado como lo fueron los separatistas por sedición.
Luego aparece el Vicepresidente Iglesias afirmando que Puigdemont es un
exiliado como los republicanos de Franco. Una mentira y una ofensa. ¿A quién sorprende? ¿Acaso no equipara el
“régimen del 78” con el dictatorial de Franco? ¿Extraña que quiera indultar sin arrepentimiento alguno a separatistas
justamente encarcelados? Lo que extraña, más bien, es que algunos le sigan o se
junten con él. Bien es verdad, asimismo, que un primigenio abogado de los
indultos fue Miquel Iceta.
¿Gobierno
bicéfalo? ¿De coalición y comunidad de propósitos o de separación en lo que
conviene como cuando un cónyuge se toma libertades fuera de la pareja? Claro,
que el comportamiento de la oposición tampoco es
ejemplar salvo alguna excepción
que valora el entendimiento transversal. Polarizar es fácil dice el nuevo presidente
de la CDU alemana, Armin Laschet, antes de añadir que lo que cuesta es integrar.
Carlos Miranda, Embajador de España