LASTRADA
Madrid,
22-05-2020
(Lectura rápida 😊)

El primer objetivo estaría lográndose. El segundo, está en una
fase inicial de un aprendizaje en el que los indisciplinados ponen en riesgo a
los demás. Volver a poner en marcha una economía compatible con la salud es muy
complicado al tener que adaptarse a un nuevo entorno que va de lo
económico a lo político pasando por cuestiones culturales, tecnológicas y
estratégicas, además de sanitarias.
En economía, hay que obtener beneficios para que la sociedad
pueda prosperar. El Gobierno debiera fomentar un plan de recuperación acordado
con patronales, sindicatos y la oposición. La
solución no puede dictarla solo media España. La cuestión esta empantanada
en una comisión parlamentaria. ¿Cómo no va a estarlo con un Gobierno que no
sabe si derogar o no la reforma laboral de 2012? Se rompió el dialogo social tras el último pacto socialista
con Bildu, lesivo política y económicamente, apoyado por Iglesias, para derogar
íntegramente esa reforma. Si verdaderamente prevalece Calviño, con la economía
a su cargo en el Gobierno, sobrevivirá esa reforma de 2012, esencialmente, y se
recuperará la mencionada interlocución, aunque lastrada
por una confianza decreciente. Sin suficiente confianza entre los
actores sociales, la ruina y descomposición de una sociedad es más posible, así
como su vulnerabilidad a cualquier asalto al cielo.
El esfuerzo del Gobierno Sánchez-Iglesias se centró, más
bien, en buscar, vía la Unión Europea, subvenciones de los países europeos más
ricos. En las semanas pasadas, beatificadores gubernamentales intentaron
convencernos de su genialidad al proponer una deuda perpetua que solo
(nos) costaría devolver los intereses, pero no el principal. Asimismo,
propusimos la creación de un fondo de 1.500 millones de euros que,
esperábamos, consistiría esencialmente en transferencias y pocos prestamos por
devolver. Sobre todo, no se quería supervisión alguna ni sacrificios. “Coronabonos”,
deseábamos, avalados por los ricos.
Nada prosperó. Solo queda atribuirse estos empellones a la cancela
comunitaria si esta se abre a algo diferente del “austericismo” de hace una década.
Esta vez, argumentamos acertadamente, la crisis no es culpa nuestra y la
solidaridad solo puede beneficiar al conjunto de la UE. Bien es verdad que,
en estos diez años, cuando presumimos de un mayor crecimiento que los demás europeos,
no redujimos nuestra deuda pública que, ahora, llegará al 120% del PIB. Difícil quitarse la fama de “cigarra”.

Esta propuesta necesitará ser aprobada por los demás socios.
No es fácil oponerse a la voluntad conjunta de Berlín y Paris, pero
Austria, Países Bajos, Dinamarca y Suecia ya han tosido. Si sale, puede que haya
que ceder en los capítulos de la supervisión, de la exigencia de sacrificios y
en la justificación económica de cualquier liberalidad social.
Veremos, pero algún tipo de rescate no debiera
descartarse. Los que aprecian que hombrecitos de negro supervisen nuestras
cuentas, destacan que eso ocurrió con Portugal, Irlanda y Grecia en la pasada
crisis y que, esta vez, les va mejor. Mientras, parece que el panorama
internacional será diferente con un mundo occidental cotizando a la baja y
China al alza. Veremos, asimismo. En efecto, no
todo es blanco y negro. El gris y otros colores también existen.
Carlos Miranda, Embajador de España