NIÑOS EN DISCORDIA
Madrid, 24-04-2020
(Lectura rápida 😁)
Llevamos
más de cuarenta días de confinamiento y Estado de Alarma. Esta semana, el
Congreso de los Diputados ha aprobado otra prórroga de la cuarentena. La
votación reveló el desgaste político gubernamental.
A mediados de marzo hubo mucho apoyo. Ahora, una disminución del mismo,
incrementándose abstenciones, votos en contra y advertencias negativas de cara
al futuro.
Los que no votaron la prorroga son partidos que no debieran de preocupar
a Sánchez si para la lucha contra el COVID-19 dispone del respaldo del partido importante
de la oposición, el PP, cosa por ver, aunque, cuanto más juntos estemos mejor
saldremos de ésta. No obstante, algunos de estos partidos desertores son los que
aportaron apoyos (votando a favor o absteniéndose) fundamentales para que el
actual gobierno Frankenstein echara a andar. Algunos considerarán que no se
pierde mucho si se quedan en el camino independentistas y revolucionarios, pero
en los ámbitos gubernamentales estarán inquietos.
Hay
quienes se preocupan por las críticas al gobierno. Siguiendo el lenguaje “militarista”
que quisieron imponer en esta crisis, reforzado con continuas comparecencias
ante los medios de comunicación de altos representantes de nuestras Fuerzas
Armadas, Guardia Civil y Policías, el apoyo al gobierno debiera de ser total,
dejando para más adelante los reproches. Llegará el momento de la rendición de
cuentas, pero pretender que hasta entonces solo se pueda tener la boca
cerrada no es democrático, sin perjuicio de que siempre son preferibles
críticas constructivas, pero este atributo es subjetivo. No debieran los
partidarios del gobierno pretender su inmunidad crítica cuya ausencia también es
fruto, probablemente, de su carácter Frankenstein. Con una base social mayor,
tampoco se obtendría esa inmunidad, pero la benevolencia hacia el gobierno es
tan sectaria como pueda serlo la crítica si esa es la acusación. En otros
países, también critican.
Hemos
asistido, asimismo, a un incidente en torno a un General de la Guardia Civil
que tuvo un “lapsus” según su ministro, Marlaska. La voluntad constitucional de
la muy respetada Guardia Civil no está en duda, pero el percance ha reflejado
una posible confusión conceptual entre Estado y Gobierno. Una confusión que es
más amplia de lo que se cree en los ámbitos de la Administración española,
gobierne quien gobierne. No se trata de criticar, de lo que se trata es de
seguir democratizando la mentalidad de los políticos, así como la de los
funcionarios para que la Administración pueda usarse sin ser instrumentalizada.
Finalmente,
hay quienes se preocupan de cómo debiéramos salir de esta crisis. La respuesta
es sencilla: con una amplia base social.
Hacia esa dirección nos dirigimos cuando los partidos más importantes aceptan
intentar, ante un escepticismo generalizado, que por algo será, forjar una estrategia
socioeconómica en una comisión parlamentaria para salir juntos de la crisis
para lo que la solidaridad europea también será necesaria como bien explicó
este jueves nuestra Ministra de Exteriores, enfundada en un bonito conjunto revolucionario
de estilo “Mao”. Ahora bien, en esta España nuestra, ¿Bastará esa comisión
parlamentaria? ¿Deberá el Gobierno contar solo con los agentes sociales,
sindicatos y patronales? ¿La unidad necesaria solamente podrá hacerse
negociando con las Autonomías? ¿Bastará un gobierno Frankenstein para
liderar con empatía al conjunto de la población española? ¿En qué estará pensando nuestra clase política?
Carlos
Miranda, Embajador de España