Madrid, 03-04-2020
(Lectura rápida 😊)
El COVID-19 es como Atila, ese caudillo nómada huno que predominó en Europa a
mediados del siglo V y del que se decía que por donde pasaba ya no volvía a
crecer la hierba. Le paró en 451, en los Campos Cataláunicos, en tierras de
la actual Champaña francesa, el general Aecio al frente de tropas romanas y de
diferentes tribus “bárbaras” lo que no impidió al invasor arrasar tierras italianas
al año siguiente. Atila murió poco después y su Imperio se desvaneció.
Atila
Corona Virus se comporta, o fuerza a comportarse, del mismo modo. Los tramos de
ancianos de las poblaciones invadidas son siempre vulnerables por su intrínseca
debilidad física y son víctimas preferidas de los saqueos bélicos o virales, así
como otros de constitución frágil. Si bien en muchas sociedades se les respeta para
aprovechar su experiencia, en otras vigilan atentamente escalafones, escalillas
o, simplemente, la edad, para saber cuándo otros más jóvenes podrán sustituirles.
Cosas de la vida. Se jubilan y les tachan con un rotulador bien ancho de
color rojo. Cuando se mueren, ya no recuerdan ni quien eran. Si acaso, pasan
encima del rojo un rotulador negro.
En
nuestro mundo eurooccidental donde se amparan los derechos humanos tenemos
también la fuerza de la razón por lo que aplicándola al sector poblacional más
antiguo los resultados pueden ser escalofriantes. Por una parte, Atila
Corona Virus ha entrado a mansalva en las residencias donde almacenan a los
mayores que nuestra eficiente vida moderna echa de sus hogares donde ya no
pueden valerse por sí mismos o de casas donde no caben o no pueden, o no
quieren, ocuparse de ellos.

Pero
Atila Corona Virus parece haber aportado otro significado al triaje, y es el de dar por
descontando que aquel que sobrepase una edad determinada es considerado “ab
initio” como sujeto desechable por lo que en caso de penuria de camas hospitalarias
o en la UCI se les deriva de hecho hacia un futuro eterno con una espera
provisional en cualquier lecho en el que puedan, al menos, beneficiarse de cuidados
paliativos.
Saltó
la noticia por una instrucción, parece ser, de unas autoridades a médicos. Desde
los hospitales rechazan que la edad sea el dato básico. Insisten en que lo
que importa es la capacidad de supervivencia del paciente. Pero, si son viejos
… En ciertas sociedades antiguas, sus ancianos eran abandonados cuando ya no
podían aportar nada útil al grupo. Algunos esquimales les construían un “igloo”
donde quedaban mientras la tribu continuaba su camino. Al menos, el frio
produce una muerte dulce.
Ahora,
aplaudimos a nuestros sanitarios cada día: solos, casi sin recursos, en el frente.
Carlos
Miranda, Embajador de España