¿PARA QUÉ?
Madrid, 28-11-2025
(Lectura rápida 😊)
En La
Discrepancia:
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Fernando de los Ríos viajó a la Unión Soviética en 1920 para ver
lo que pasaba en Rusia e informar a sus compañeros socialistas españoles. En
aquel entonces la URSS era un espejismo atractivo para las izquierdas y más aún
para aquellas complacientes con las revoluciones que ingenuamente creían
liberadoras.
Su informe fue negativo y acabó produciendo el abandono del
socialismo por los comunistas. “Bon débarras”, dirían en francés”. ¡Menudo
alivio! Una de las causas del rechazo de Fernando de los Ríos fue lo que le contestó
Lenin cuando el español le preguntó acerca de la libertad individual: “¿Para qué?”. Parecerá anecdótico, pero fue
lapidariamente revelador.
Sánchez estará en la misma onda cuando vemos que por tercer año consecutivo no tendremos unos presupuestos
del Estado viviendo con los
aprobados en 2023. No los hubo en 2024 ni en 2025 y, ahora, tampoco en 2026.
¡Inaudito! Una de las guías tras el franquismo fue
abrirnos hacia las democracias siendo las ejemplares las de la Europa
Occidental. Sin embargo, esta sana aspiración se ha visto truncada por los gobiernos Frankenstein, cualesquiera
que sean sus miembros, tengan incluso, o no, muchos brazos, tres pies o
ninguno.
Allende pirineos la no aprobación de unos presupuestos,
la ley que guía la actuación de un gobierno y facilita su control democrático,
provoca enseguida cambios de gobierno y la
convocatoria de elecciones. La prórroga de unos presupuestos es una
fórmula provisional para no tener que cerrar la Administración y suspender los
pagos del Estado como ocurre en los EEUU.
Continuar gobernando con las cuentas atrasadas es un
fraude al espíritu de la ley, de la democracia, de la Constitución y, en
nuestro caso, también al de la Transición. Eso no les importa a nuestros
gobernantes. “¿Presupuestos? ¿Para qué?”,
debe de ser la pregunta que se hace Sánchez y la respuesta que el mimo se da y
nos da.
Gobernar sin presupuestos, o con unos casi prehistóricos a
los efectos contables, será muy revolucionario
para la nueva falsa progresía que gobernará legítimamente, pero
trastocando la esencia democrática en esta materia y puede que en otras porque
da la impresión de que la gobernanza actual de España está regida esencialmente
por dos líneas poco recomendables de actuación, una interna y otra
internacional.
La primera es sencilla. Se
está a lo que digan las fuerzas nacionalistas y separatistas sin cuyo apoyo Sánchez no habría llegado a la
Moncloa. Puigdemont es la clara, pero no única, expresión de ello. La propia
Ministra de Hacienda ha declarado que el presupuesto depende de su beneplácito!
Se amnistía sin una base sólida consensuada y constitucional. Otras cesiones se
elaboran en este ámbito centrífugo y puede que haya otros pactos aún
desconocidos.
Una reciente revelación de
Koldo levanta, quizás, una
persiana que de confirmarse pudiera ser preocupante. Koldo afirma mientras Sánchez
y Otegui niegan. Ábalos corrobora que es cierto y que antes de la exitosa
moción de censura de 2018 que nos trajo a Sánchez, éste se entrevistó en
secreto con Otegui en un caserío cercano a Bilbao. ¿Llegaremos a saber la
verdad? ¿Estará en juego la autonomía del Reino de Navarra? Si fuese cierto,
¿Por qué se ha ocultó este encuentro? ¿Es un campo minado que pudiera provocar
dimisiones ineludibles?
La segunda línea de actuación afecta a nuestra política
internacional. En este caso Frankenstein está a
lo que exija la extrema izquierda. Lo vemos con las políticas
gubernamentales en las relaciones con los EEUU, Israel y la postura en la OTAN
o respectó de China en las que una moderación compatible con discrepancias como
vemos en otros europeos más prudentes da paso a una exagerada disidencia
respecto de posturas occidentales y europeas que nos ha llevado a no estar
incluidos en círculos decisorios sobre temas europeos sensibles como el de
Ucrania. En el caso de Gaza hemos contemplado actitudes antisemitas, incluso
violentas, como con la interrupción por energúmenos de la Vuelta a España
porque competía, con todas las bendiciones oficiales, un equipo apadrinado por
un judío canadiense influyente.
Gobernar sin presupuestos es ningunear
al Parlamento y a los ciudadanos. Para disimularlo nada como una
polarización desde arriba hacia la ciudadanía despreciando las lecciones de la
Historia, pretendiendo modelarla con decretos o una legislación lejos del
consenso para dictaminar lo que ocurrió en el pasado, dificultado uno de los
grandes logros de la Transición, la reconciliación.
Por eso, el consenso es despreciado. ¿Para qué? Como
dice Alfonso Guerra, no se entiende que el PP sea el enemigo y Bildu el amigo.
Si Fernando de los Rios levantara cabeza, el socialismo sanchista le asombraría
tanto como el leninismo.
Carlos Miranda
Embajador de España