JUAN CARLOS I
Madrid, 01-11-2025
(Lectura rápida 😊)
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El Rey emérito, que preferiría ser llamado Rey padre,
publica sus memorias. Ahora mismo en Francia y en diciembre en España. No es
habitual que los reyes publiquen memorias, pero estas valen la pena porque Juan
Carlos I tiene una gran personalidad y las circunstancias de su vida le dieron
capacidad y autoridad política. Lo primero destacable es su amor a España. No le exime ello de errores
de carácter personal, pero le dignifica extraordinariamente porque su brújula,
como dice en su libro y entrevistas, fue la democracia en España y para ello se
convirtió en actor proactivo de la Transición.
Don Juan Carlos reconoce
varios errores como el de su
relación con Corina Larsen, la cacería de elefantes en Botsuana, por la que
pidió perdón, o la aceptación de un regalo de cien millones de dólares del Rey
de Arabia Saudí, pero subraya que no ha sido condenado en ningún juicio que se
ha intentado contra él.
Expresa una opinión honesta respecto de Franco, alejada
de tópicos, admitiendo que estableció con él una relación paternal desde los
diez años, la temprana edad en la que su padre, Don Juan de Borbón, le entregó al dictador
para su educación en España y en prenda, como en la Edad Media, para que
tras la muerte del general volviese la dinastía de los Borbones a España.
Admite el monarca afincado voluntariamente en Abu Dabi,
aunque algo le empujaron para que se alejara de revelaciones dañinas de su vida
personal, que Franco le hizo Rey, pero expresa su convencimiento de que el
inquilino del palacio de El Pardo era consciente
de que Don Juan Carlos buscaría la transformación de la dictadura en una
democracia.
No quiso el dictador un sucesor a su imagen y semejanza
siendo consciente de que su edificio político sería aplanado para reconstruir
una democracia. Es una visión buenista de Franco de cara a su sucesión que los hechos avalan porque
Franco pudo intentar una sucesión entre sus fieles o, también, elegir a Alfonso
de Borbón, el primo que se casó con su nieta Carmen.
Recuerda Don Juan Carlos que fue un actor constructivo de
la Transición a la democracia señalando que tuvo al principio todos los poderes
en su mano, traspasándolos luego a los españoles que aprobaron una Constitución
que le ratificó en la Jefatura del Estado ya
solo con los atributos de un rey constitucional.
También cuenta cómo logró acceder a Carrillo exiliado
para pedirle que tras la muerte de Franco no iniciara algo que pudiera
desembocar en una revolución o una nueva guerra civil y que le diera tiempo
para legalizar al Partido Comunista, lo que Carrillo aceptó. En todo caso el líder comunista bendijo la monarquía
parlamentaria y la bandera rojigualda, al igual que los socialistas
de Felipe Gonzalez y otros partidos menos progresistas.
Se duele Don Juan Carlos de que haya quien dude de su
integridad constitucional cuando el golpe del 23-F y se duele asimismo de la
“traición”, el término que emplea, del general Armada, su amigo durante 17
años, que quiso convencer falsamente a otros militares de que el Rey le apoyaba
para una nueva tutela político-militar. Esa
tarde y noche Juan Carlos I empleó su ascendente sobre los militares para
abortar un golpe fruto de tres
intentonas que se combinaron, la de Armada, la del general Milans del Bosch y
la de civiles nostálgicos del fascismo.
Es consciente Don Juan Carlos de que le ha hecho daño a
su hijo Felipe VI como hijo y heredero, así como a la monarquía con su vida
personal y busca la reconciliación con su familia y el retorno a España, la tierra de sus amores.
Su vida ha sido polémica y su libro lo será también, pero
nada de eso borra que ha sido un gran Rey y eso debemos reconocerlo. Contribuyó a traer de
nuevo la democracia y la defendió. Su actuación siempre ha sido constitucional
y en busca de lo mejor para España y los españoles. Eso merece un
reconocimiento y un agradecimiento.
Es también evidente que Felipe VI es un buen Rey que
cumple a la perfección con sus obligaciones para las que fue preparado por su
padre, del mismo modo que Felipe VI está preparando para su sucesión a la
Princesa de Asturias de la que todos hablan bien. Como ocurre en otros países,
la Monarquía Parlamentaría no solo es compatible con la democracia, la revaloriza también
cuando la Corona, la sirve abnegadamente.
Carlos Miranda
Embajador de España