martes, 13 de mayo de 2025

ULTRAMENTIR

ULTRAMENTIR

 

                    Madrid, 13-05-2025

                    (lectura rápida 😊)

 

Publicado en La Discrepancia:

https://ladiscrepancia.com/ultramentir/

 

  


El Gobierno de la Nación está adoptando un discurso bolivariano. Insatisfecho por la insuficiente fractura que impulsa por interés propio en la sociedad con un discurso polarizador en cuya trampa cae la oposición sin mucha inteligencia, profundiza ahora más ese discurso, especialmente cuando hay problemas que hasta pueden ser achacables a su descuido o incompetencia como rearmar ahora deprisa y corriendo, una obligación y necesidad que arrastraba Sánchez desde que llegó a La Moncloa (y antes Rajoy).  

En una anterior legislatura progresista ya se lanzó el lamentable eslogan de “que paguen los ricos”. Los ricos pagan sus impuestos como los demás sin perjuicio de que en todas partes encuentra Hacienda a quienes defraudan o se equivocan y que no son solamente ricos. Hay otros y hasta puede que sean más numerosos. El dinero negro, por ejemplo, no lo manejan solo poderosos.

Sin los impuestos que pagamos todos como el IVA y el de la renta que afecta esencialmente a las clases medias y adineradas no habría ni educación o sanidad pública ni muchas cosas que el Estado tampoco atiende hoy en día bien como carreteras parcheadas o trenes que dejan tirados y desatendidos a sus pasajeros por falta de mantenimiento como denuncian los sindicatos. Añádase MUFACE que se estrangula para ahogarla cobardemente. Lo de que los ricos no pagan es llanamente una mentira. El señalamiento de “los ricos” es un instrumento populista y demagógico, estando ambas cosas íntimamente unidas, para teledirigir a aquellos que en la sociedad no están satisfechos con su condición echándoles un hueso como si fuesen unos sabuesos.

Un instrumento peligroso y deleznable pues apela al odio hacia una parte de la sociedad de la que el propio gobierno alienta formar parte. En España, como en cualquier sociedad democrática, libre y liberal, enriquecerse es legítimo, constitucional, y no tiene por qué implicar que el enriquecido lo sea con malas artes en lugar de su esfuerzo e inteligencia. Además, el propio gobierno anima a enriquecerse con los juegos de azar que patrocina, posee y gestiona, el primero de ellos la lotería nacional, sin olvidar otros numerosos juegos que también deja que se propongan despertando el interés en muchos para lucrarse con un golpe de fortuna.

El Gobierno juega con el fuego alentando a desconfiar y recelar de “los ricos” y, quién sabe, provocando algún caldo de cultivo revolucionario para cortarle el cuello a alguno acusado de ser rico o secuestrarle. Ahora desde Moncloa se habla de “los ultrarricos”, un peldaño más en la perniciosa política no solo de dividir la sociedad sino también de señalar negativa y peligrosamente a parte de esta.

Un “ultrarrico” podría ser, por ejemplo, Amancio Ortega, quien ha sufragado por su cuenta, filantrópica y generosamente, importantes y muy caras mejoras para la sanidad española, especialmente la pública, una aportación incomprensiblemente criticada por Podemos, apoyo del Gobierno de Sánchez, que con otros podría denominarse “ultraizquierda” y que, incluso, considera de derechas al partido socialista y sueña también con imponernos un régimen político sin justicia ni libertades al estilo cubano o venezolano.

Algunos no han interiorizado el cuento de la gallina de los huevos de oro. Sin la gallina, no hay huevos de oro. Sin los ricos no hay inversiones que asumen el riesgo que las mismas comportan, no hay trabajo, no hay progreso, no hay enriquecimiento de toda la sociedad mediante una redistribución de esa riqueza como abogan socialdemócratas y socialcristianos. No es buena idea criticarles como hace Sánchez ahuyentando con ello de España a muchos inversores. Lo vemos claramente con Trump que desde una filosofía opuesta trastoca los equilibrios de la sociedad, empobreciéndola.

Naturalmente, se puede preferir la alternativa comunista, marxista, como la que hubo en Rusia durante 70 años o actualmente en Cuba que son un fracaso económico y escaparate de injusticia y mangoneo político con elecciones amañadas o no respetadas si el poder dictatorial las pierde como vimos en Venezuela.

Es importante que paguemos los impuestos, dialoguemos y pactemos con los adversarios políticos en vez de ponerles en la picota, no se polarice la sociedad, no se favorezca a los familiares desde los cargos públicos para que ocupen puestos o encuentren trabajos saltándose a los demás o se priorice solucionar los problemas económicos o de otra naturaleza a los amiguetes, sean personas físicas o sociedades.

Se puede preguntar, asimismo, por qué al socialista Ábalos, fulminado y expulsado en su día por Sánchez del gobierno sin contemplaciones ni explicaciones, probablemente, como parece ahora, por corrupción y falta de comportamiento digno al incluir a una pareja suya de pago junto a comitivas oficiales, se le protegió regalándole un escaño que ha complicado que la Justicia le pida cuentas. Además, ni sabotaje a las vías del tren como afirmó Puente, ni ciberataque a la red eléctrica, como insinuaba Sánchez. Solo “petardos”. Lo peor que puede hacer un político es “ultramentir” y más desde la atalaya del poder.

 

Carlos Miranda, Embajador de España