SIETE DE OCTUBRE
Madrid, 10-10-2024
(Lectura rápida 😊)
También me
publican en La Hora Digital
https://www.lahoradigital.com/carlos-miranda/autor/1931
Llegó el aniversario del ataque palestino gazatí a Israel
el 7 de octubre de 2023, una declaración de
guerra con 1.200 víctimas
(incluidos recién nacidos) y el secuestro de 250 personas de las que sólo un
centenar habrán sido liberados. Jamás Israel había sufrido un ataque semejante.
Así lo quiso Hamás, organización terrorista que con sus
milicias armadas, un ejército de unos 40.000 efectivos (no son pequeños y
escasos comandos de tres o cuatro personas) controla y gobierna Gaza y que con
su ataque por sorpresa provocó la reacción israelí contra Hamás a costa,
asimismo, de la población en Gaza de la que es responsable Hamás y tras la que los terroristas y paramilitares se escudan
situando sus instalaciones militares bajo escuelas, hospitales y edificios de
la población que, así, es rehén de sus propias
autoridades. Van por 42.000 fallecidos según Hamás, de los que una
cuarta parte podrían ser, quizás, milicianos palestinos. Todos están en la
conciencia de Hamás. Si en La Haya fallan en su momento que hubo un genocidio
israelí, asimismo debiera responsabilizarse a Hamás que sacrifica a su
población “por la causa”.
También desea la guerra Hezbollah (100.000 milicianos) desde
el Líbano donde forma parte del gobierno y que lleva
tiempo inmemorial atacando a Israel, desde hace un año con misiles
desde posiciones al sur del río Litani donde Naciones Unidas prohíbe por una
Resolución del Consejo de Seguridad su presencia y de las que ni UNIFIL está en
condiciones de echarles, porque no es su misión, ni quiere encargarse de ello
el ejército libanés. ¿Qué se puede hacer si el hijo del vecino dispara a dar,
su padre se inhibe y la policía no hace nada? Hay 80.000 israelíes residentes
en el norte de Israel que fueron evacuados.
Los países árabes debieran de invertir en Palestina un plan Marshall. Solo la prosperidad allí puede
acabar con el ciclo de terrorismo y represalias. La Unión Europea podría
unirse a ese plan, incluso Israel. Sin terrorismo se podrán tratar los abusos
territoriales y de otra naturaleza israelíes sin pretender aniquilar al Estado
judío independiente desde 1948 con bendición de las NNUU. Debe de haber allí
dos Estados, palestino e israelí, y no uno solo “del río (Jordán) al mar (Mediterráneo)”
como dice la extrema izquierda española y algún miembro del gobierno de Sánchez.
Es un eslogan que no disgusta a los extremistas ortodoxos
judíos que aspiran a un “Gran Israel”, pero esta consigna es empleada sobre
todo por quienes quieren suprimir Israel del mapa, como intentaron ya en 1948
Egipto, Jordania, Irak y Siria nada más proclamarse la independencia israelí. Fueron
derrotados militarmente. Los lodos principales vienen de entonces y
frecuentemente a disgusto palestino. Mejor sería
convivir que intentar suprimir al otro.
Para que haya dos Estados que se respeten será necesario
no solo que ayuden NNUU y otros actores internacionales de un modo imparcial,
será necesario que israelíes y palestinos realicen el esfuerzo imprescindible.
La actitud de rechazo, casi un antisemitismo, de Sánchez respecto de Netanyahu
e Israel, tan insultante como la de México a España al no invitar a Felipe VI a
la toma de posición de su nueva Presidenta, ha mostrado que España ha perdido la imparcialidad que le facultó ser la anfitriona de la Conferencia
de Paz para el Oriente Próximo en Madrid en 1991 gobernando Felipe González.
Como la ha perdido con relación
al Sáhara Occidental. Lo que parecía una iniciativa de
acercamiento a Marruecos se ha tornado una maniobra posiblemente en falso tras
la sentencia del Tribunal de Justicia europeo que ha dictaminado que el Sáhara
Occidental no es parte de Marruecos.
Es verdad que la postura sanchista de autonomía saharaui
dentro de Marruecos sólo es una desiderata que
requiere consentimiento saharaui, pero sin un debate verdadero y con
una aplicación oscurantista de esta nueva política, la propuesta de Sánchez
sólo parece un cambio sin contrapartidas ni una explicación razonable.
Tiene ahora el gobierno muchos frentes abiertos por el
mundo, tres de ellos en Latinoamérica. Demasiados.
No todos por su culpa, pero le han tocado en su guardia y puede que tampoco
haya hecho mucho por evitarlos. Lo de México no podía ser una sorpresa como
ocurrió con el diferendo con Argentina provocado por Oscar Puente, miembro de
gobierno. Con Venezuela el sesgo favorable a la dictadura de Maduro es visible
desde hace tiempo, sin perjuicio que los bolivarianos afecten estar ahora
enfadados con España por ser ahora con ellos más tímida.
Por otro lado, sorprende que otros líderes europeos se
entrevisten fácilmente con el Presidente americano y que a los nuestros parece
costarles. Más significativo aun cuando en estos días esplendorosos de Sánchez los
EEUU fondean en Rota dos cruceros antimisiles más
para la defensa de los aliados en Europa
siendo la contribución española la autorización de esos fondeos (los
cuatro primeros pactados con Zapatero). Sin duda las malas compañías con las
que gobierna Sánchez, de lo que importantes medios internacionales se van
haciendo eco, y algunas decisiones suyas a contrapelo del núcleo de los países
occidentales no facilita llevarse mejor con EEUU.
Volviendo al Oriente próximo, la guerra de Gaza, la del
Líbano, ambas con Irán por interposición de Hamás y Hezbollah, así como con
intercambios de ataques directos aéreos y balísticos entre Israel e Irán y sangrientos
golpes bajos entre servicios, operaciones defensivas en Siria y Yemen, así como
en otros lugares, constituyen un rosario de muy peligrosas situaciones cuya
solución se puede aplazar, ahora, por unos veinte años, más o menos, pero a
Israel le interesaría más mostrar de un modo muy decidido su disponibilidad a buscar una paz duradera
siempre y cuando el terrorismo palestino y regional contra Israel desaparezca.
Pero Israel, convencido de
que el abandono del terrorismo palestino es imposible, pretende
dividir Gaza en tres sectores que controlará, convirtiendo la parte Norte en
una zona deshabitada en la que actualmente unos 5.000 milicianos terroristas
allí atrincherados tendrían que morir de hambre o entregarse.
El Papa reprocha a las grandes potencias su incapacidad
para hacer callar las armas y no le falta razón sin perjuicio de que con ello
confiese su propia impotencia y la de su representado. Si el Consejo de
Seguridad no logra imponer un alto el fuego, será la continuación de un peligroso
caos regional y, desgraciadamente, un desprestigio
para Naciones Unidas.
Carlos Miranda, Embajador de España