POBRE CAMARADA GORBACHOV
Madrid, 03-10-2024
(Lectura rápida 😊)
También me publican en La Hora Digital
https://www.lahoradigital.com/noticia/37688/opiniones-plurales/pobre-camarada-gorbachov.aspx
Cíclicamente los rusófilos sacan de su baúl de los
recuerdos que Rusia fue engañada por los occidentales acerca de la ampliación de
la OTAN antes de la disolución de la Unión Soviética cuando Putin aún era
camarada espía.
Gorbachov (fallecido en 2022 denostado
por todos los rusos que le acusan de haber hundido la URSS), líder
convencido de su Partido Comunista, habría sido burlado por políticos aliados
que le aseguraron que la OTAN no engordaría.
Sin duda, afanes protagonistas, análisis incorrectos,
rechazos de la realidad y voluntarismos gratuitos rellenaron los dos años desde
la caída del Muro de Berlín (1989) y la unificación alemana (1990) hasta el
golpe de Estado (1991) contra el camarada Gorbachov y la disolución de La Unión
Soviética, un disfraz del histórico imperialismo ruso. ¡Hasta el socialista Mitterrand
hablaba públicamente contra una unificación alemana y pedía la disolución de la
OTAN! Muchos peces murieron entonces por la boca. Sin
embargo, no hay que olvidar ciertas realidades.
Una es que, a Jim Baker, Secretario de Estado del
Presidente republicano George Bush Sr. (el inteligente y padre del otro), la
Casa Blanca, donde el General Brent Scowcroft era el Consejero de Seguridad
Nacional, no le respaldó y puede que se columpiara él sólo o con un semáforo en
intermitente, pero no en verde. En una
pugna entre el Departamento de Estado (Baker) y la Casa Blanca (Scowcroft),
Bush acabó inclinándose por su Consejero que no parecía partidario de
“congelar” la Alianza.
Se podrá argumentar que ampliar fue un error (que no lo
fue), que se habló demasiado, pero no verdaderamente de un engaño, si bien hubo
una evolución doctrinal. Por otra parte, la
Embajada rusa en Washington ya informaría al Kremlin. Los rusos son
imperialistas, pero ni tontos ni se chupan el dedo.
El gobierno alemán del democristiano Helmut Kohl con el
liberal Hans Dietrich Gensher en Exteriores estaba de los nervios tras la caída
del Muro y se movilizó a tope para obtener la unificación a cualquier precio.
Para ello aceptaron, entre otras cosas, pagar (caro) la reubicación (construcción
de acuartelamientos) en su madre patria de medio millón de soldados rusos en
Alemania del Este en un proceso gradual de varios años.
La Alianza jamás aprobó que la
media Alemania oriental, que había sido un país independiente, no ingresase en
la OTAN, como así fue (al igual que en la Unión Europea), y
jamás sus Estados miembros, incluida España, aprobaron que la OTAN no acogiese
en su seno a los antiguos miembros del Pacto de Varsovia.
Al principio de los años noventa los Embajadores aliados
se reunían juntos con sus colegas de los países del Este acreditados ante la
OTAN (no eran aún miembros), de uno en uno, en reuniones informales fuera de la
Sede aliada (que no Cuartel General) en Bruselas y comentaban
su incorporación, cuando
cumplieran las condiciones necesarias, al mundo occidental, a la Unión Europea,
a la Alianza, y, reunidos con el ruso, no alimentaron una congelación de la membresía
aliada. El abajo firmante, entonces Embajador español en la OTAN, albergó
algunas de estas reuniones en su residencia. Encuentros que eran conocidos y a los
servicios rusos les llegarían muy bien sus ecos. Por otra parte, al
constituirse con Javier Solana al frente de la Alianza el Consejo OTAN-Rusia en
1997 (ahora extinguido), Moscú aceptó la ampliación.
Gorbachov, era un ingenuo que creía en un comunismo
humano y económicamente eficaz, un imposible,
y que, derrotado el verdadero comunismo desde dentro de la URSS, quería
colaborar con occidente, pero con condiciones propias cuando tras la caída del
Muro berlines la URSS quedó política, económica e ideológicamente desacreditada.
Dicho esto, se le trató bien y se intentó integrarle en un marco amplio, pero los suyos se le rebelaron en 1991. Unos por
nostálgicos y golpistas, otros buscando una verdadera democracia.
Ciertamente, el golpe de Estado de los nostálgicos de
agosto de 1991, frecuentemente olvidado, asustó mucho e incrementó la desconfianza occidental hacia una
Rusia imprevisible, barriendo cualquier candidez. Pánico ante una posible Rusia
nuevamente amenazadora, la de los golpistas, que a pesar de su fracaso de
entonces es la que ha acabado prevaleciendo con Putin (lo último, su invasión
de Ucrania).
Yeltsin era más demócrata que Gorbachov que con su
glasnost y perestroika comunistas pretendía resucitar un sistema falso y
periclitado, pero Yeltsin fue un desastre de
gestión en tiempos difíciles en los que internamente todos se subían
a las barbas del Kremlin, hasta el punto de entronizar a Putin que al traer
orden tranquilizó a los occidentales para luego inquietarles a medida que
desarrolló su nacionalismo territorialmente agresivo.
Lo de una Unión Europea partida en dos (una dentro de la
OTAN, su defensa, y la otra fuera) era un sinsentido. Los que intentan
convertir a Rusia en una víctima de EEUU maniobran para romper los vínculos europeos con América del Norte
que son más fuertes que con Rusia. Es una “Doctrina Monroe” con
vodka: que se vayan
los americanos de Europa que, así, será para los europeos, es decir, para Moscú.
Sin duda Washington es un líder protagónico de los occidentales,
pero si los europeos quieren tener algo más por decir de lo que ya dicen, lo
que deben hacer es organizar sus EEUU de Europa,
con su propia defensa y disuasión nuclear sin por ello romper su alianza
transatlántica. ¿Son capaces de ello?
Carlos Miranda, Embajador de España