jueves, 14 de septiembre de 2023

INVASIÓN DE UCRANIA

INVASIÓN DE UCRANIA

 

      Madrid, 15-08-2023

                             (Lectura rápida 😊)


 


El G-20 reunido en la India (Bharat) condenó en su Declaración final el uso de la fuerza para adquisiciones territoriales, de conformidad con la Carta de las NNUU (y el Acta Final de Helsinki de 1975). Aunque no la menciona, Rusia sigue siendo culpable de violar la frontera ucraniana. Dicho esto, entre líneas se puede vislumbrar que el G-20 aceptaría, aliviado, un entendimiento entre Rusia y Ucrania.

Aunque lo mejor sería el abandono por parte de Moscú de todos los territorios ucranianos, otra fórmula más realista sería la de un reparto de los territorios actualmente controlados por cada parte. Ello consagraría el fracaso ruso de su “operación militar” de invasión de Ucrania para controlarla enteramente, si bien conservaría ciertos territorios en su poder.

EL 24 de febrero de 2022 empezó la invasión rusa de Ucrania. Putin esperaba que en pocos días controlaría toda Ucrania (600.000 Km2). ¿Sólo con 200.000 hombres? Así dicho, no. Sin embargo, sus generales le aseguraron que dominarían rápidamente puntos estratégicos del país y, sobre todo, que tomarían la capital, lo que provocaría, pensaron, que el Presidente ucraniano, Zelensky, y su gobierno se exiliarían. La operación especial rusa era tan política como militar: apostaba por instalar, tras la huida de las legítimas autoridades ucranianas, un gobierno títere prorruso.

La operación fracasó. Zelensky permaneció y los avances militares rusos obtuvieron menos éxito del esperado. La toma de Kyiv fue un fracaso. Posteriormente, en el otoño de 2022, los militares ucranianos recuperaron bastantes territorios. Unos pocos más en 2023.

Después, la situación se ha congelado. Los ucranianos apenas consiguen desalojar a los rusos atrincherados en sus conquistas. Rusia evidencia su cambio de objetivos. Comprobado su fracaso inicial de enfeudar toda Ucrania, Moscú parece contentarse ahora con conservar territorios que en gran medida ya controlaba.

Estos territorios son dos, esencialmente: Crimea y el Donbas. Habitada por tártaros, Crimea estaba bajo dominio turco cuando Catalina la Grande, una alemana con carácter que arrinconó a su marido el Zar, se hizo con la península y regiones adyacentes en 1774. Después muchos súbditos de la Zarina se instalaron en Crimea, rusificándola. Cuando la URSS, el Zar comunista del momento, el ucraniano Jrushchov, “regaló” la península a Ucrania en 1954. No imaginaba que, más tarde, la URSS se hundiría económica y políticamente por ser un régimen injusto e ineficaz y que ese sencillo cambio de administración intracomunista traería importantes complicaciones.

Tras la independencia de 1991, rusos y ucranianos se enzarzaron acerca de un acuerdo para el uso ruso de la base naval de Sebastopol, en Crimea, fundamental para Moscú por darle acceso a “aguas calientes”. Unos querían condicionar la utilización rusa, los otros deseaban unos plazos muy largos. Como Ucrania, paulatinamente, se fue acercando a los occidentales y a la UE para disgusto ruso, en 2014 Putin invadió Crimea militarmente. Ucrania no la recuperará.

El Donbas era más bien rusófono y rusófilo. Desde la independencia se enfrentaron allí el nacionalismo ucraniano y el ruso apoyado por el Kremlin. Los acuerdos de Minsk, fomentados esencialmente por Francia y Alemania, pretendieron una autonomía exigua para unos y excesiva para los otros. Tampoco es legal la ocupación rusa del Donbas, pero, de nuevo, Ucrania no podrá, probablemente, reconquistarlo incluso si parte de su población ha dejado de mirar con cariño a Rusia por la guerra que provocó y sus horrores. Súmese algunos territorios que permiten unir Crimea con Rusia por vía terrestre.

Es muy difícil para Ucrania renunciar a todos estos territorios. La guerra acabaría si Putin se retirase de los territorios ucranianos ocupados en 2014 y en 2022. Obviamente, y ese es el objetivo proclamado de Kyiv. Esencialmente un deseo, porque Rusia es un Estado pirata que ambiciona territorios vecinos porque añora el Imperio comunista, previamente zarista.

Sin embargo, aguantará mejor que Ucrania una guerra prolongada que incomodará a los occidentales y, además, los ucranianos luchan con una mano atada detrás, sin aviación y con restricciones occidentales para atacar verdaderamente territorio ruso con misiles y drones, algo de lo que no se priva Moscú que ataca con ellos y aviones todo el territorio ucraniano.

En realidad, la guerra ya la ha perdido Rusia. No ha conseguido controlar toda Ucrania y ésta se le escapa indefectiblemente hacia occidente y en su día será miembro de la UE y de su defensa, la OTAN. Peor no podía haberlo hecho Putin. Por ello y por los motivos antes expuestos, Kyiv, haciendo gala de realismo futurista podría ceder Crimea y el Donbas a cambio de una paz que, con la ayuda de la UE, hará de ella un país mucho más desarrollado que Rusia en un par de décadas, incluso si solo quedan las espadas en alto en forma de un “conflicto congelado”, una especialidad rusa para resolver militarmente el destino de algunas zonas en su vecindario que intentan sacudirse su dominio imperialista.

No implicaría ello bajar la guardia. Que nadie se engañe, con Putin, Rusia no cumple sus compromisos internacionales (por el Acta Final de Helsinki en 1975 y los acuerdos con Rusia de 1991, Ucrania es un país independiente que puede formar parte de cualquier organización política, económica o defensiva) y, si se atreviese, Moscú invadiría, por ejemplo, los países bálticos. Solo su pertenencia a la OTAN la disuade de ello por ahora. Sin embargo, en un esquema de paz a cambio de territorios que, además, controlaría mal, Ucrania, vencedora políticamente, lo acabaría siendo también estratégicamente.

Un ejemplo por considerar es Finlandia. La Rusia Soviética intentó ocupar Finlandia cuando la Segunda Guerra Mundial so pretexto de que antes de 1917 había sido durante un siglo rusa como Gran Ducado de Finlandia. Hubo dos guerras, los finlandeses se defendieron valientemente y mantuvieron su independencia si bien tuvieron que ceder a Moscú un 20% de su territorio, pero, a cambio, progresaron en libertad política, económica y socialmente mucho más que Rusia siendo ahora miembros de la UE y de su defensa, la OTAN.

A partir de este otoño, cuando las condiciones climáticas dificultarán la guerra en el terreno, se abrirá una ventana que podría dar paso a negociar un final del conflicto, prevaleciendo la diplomacia. Naturalmente, Zelensky puede optar por proseguir la guerra, pero será costoso militarmente si es que tiene capacidad para ello y éxito; ruinoso económicamente; provocará más bajas militares y civiles; cansará a los occidentales y Putin podría apostar por un retorno a la Casa Blanca, en enero de 2025, de su buen amigo el antieuropeo Trump, tan facha como él.

Mas que el ingreso de Ucrania en la OTAN, es el acceso a la UE lo que realmente incomoda al ruso que intenta ahora reclutar soldados fuera de sus fronteras lo que indicaría una impopularidad del conflicto entre los propios rusos. Asimismo, Putin recurre a Kim Jung-un para obtener municiones. ¿Así está Rusia? A cambio, ofrece ayuda para submarinos estratégicos nucleares norcoreanos. No gustará esto último a EEUU, y tampoco a China.  Prolongar el conflicto no parece aconsejable. No solo para Ucrania: en Rusia será una carcoma invisible que debilitará el edificio

 

Carlos Miranda, Embajador de España