viernes, 29 de septiembre de 2023

CARLOS III ¿REY DE FRANCIA?

CARLOS III, ¿REY DE FRANCIA?

 

      Madrid, 28-09-2023

                              (Lectura rápida 😊)

   

Con esta pregunta iniciaba una televisión francesa su información sobre la visita del soberano británico a Francia la semana pasada. “La Republica aplaude al Rey”, añadía al mostrar la ovación que recibió de los parlamentarios al término del discurso pronunciado parcialmente en un francés con cierto acento inglés que le hizo más “lovable”. Brigitte Macron intercambió unas jugadas afortunadas de ping-pong con Camilla, aunque no se atrevieron a decir que Madame Macron quedó como “Reina del ping-pong”.

Francia es una república que se muere por los reyes ajenos. Especialmente por los británicos que de las monarquías parlamentarias sobrevivientes en Europa es la que más boato se atreve a desplegar. Su poder político es prácticamente nulo y tanto Felipe de Bélgica como Felipe VI tienen más margen para participar en el proceso de investidura de los jefes de gobierno de sus países.

El español recibe a los políticos designados por los grupos parlamentarios (salvo los maleducados separatistas que incumplen una obligación constitucional al negarse a acudir a la Zarzuela) antes de proponer un candidato a la Investidura que ratificará o no el Congreso. En Bélgica nombra a un intermediario que realiza las gestiones oportunas para el Rey de los belgas (no de Bélgica) con el mismo objeto de llegar al nombramiento de un Primer Ministro. En Suecia se encarga de ese trámite el Presidente del Parlamento. En el Reino Unido Westminster envía directamente a Buckingham Palace al que será su “Premier”. 

La realeza es parte fundamental de la esencia del Reino Unido. Hay unos pocos republicanos, pero los británicos se reflejan e identifican con sus reyes a pesar de escándalos que afectan a veces a algunos miembros de la familia real. Lo importante es que el Rey es el símbolo que representa y une al país y los partidos le respetan tanto que son ellos mismos los que proponen al Rey la concesión de títulos nobiliarios vitalicios que son aceptados con normalidad hasta por los laboristas porque constituyen el reconocimiento a su dedicación por el país, títulos que se otorgan también a otros miembros de la sociedad.

La admiración francesa por los reyes británicos constituye un elemento importante en la relación bilateral entre Paris y Londres. Los franceses serán republicanos, pero les encanta el boato y la teatralidad de la representación del Estado que reyes como Luis XIV supieron dar a sus actos y residencias, Versalles una de ellas. Quitaron la monarquía, pero no sus pompas.

Francia y el RU se han alejado tras el Brexit, pero hacen mucho por evitar que el distanciamiento sea excesivo. Los británicos saben que el Brexit ha sido un fracaso y que no pueden pretender obtener tratos que sólo serían posibles siendo de la UE, pero son inasequibles al desaliento y tan buenos negociadores que hasta consiguen a veces lo imposible.

El “Premier” Sunak intenta tener una relación privilegiada con Francia “per se”, pero también como cuña en la Unión Europea y Macron se deja querer. Carlos III, en su discurso ante el Parlamento republicano, ha utilizado con éxito la predisposición francesa hacia la realeza británica para promover un mayor acercamiento entre los dos países con un discurso previamente aprobado por el “Foreign Office”.

Un retorno británico a la UE es inimaginable, si acaso, hasta dentro de alguna generación. Además, ahora la UE se organizará en círculos concéntricos y Londres estará solo en el tercero, algo doloroso para su amor propio. Starmer, el líder laborista que muchos piensan que ganará las próximas elecciones dentro de un año, lo sabe y dice que “mejorará” el acuerdo que tanto costó firmar con la UE tras el Brexit. “Good luck”

La Monarquía británica aporta, asimismo, como la española, una neutralidad frente a las fuerzas políticas salvo que alguna viole la Constitución. Una neutralidad y distanciamiento no sometidos a plazos muy útil para la imagen del Estado en sus propios países y de su Nación el extranjero, algo más difícil de lograr con presidentes votados por plazos entre los propios políticos del país.

 

Carlos Miranda, Embajador de España