viernes, 17 de junio de 2022

 UN EJE MALIGNO

 

   Madrid, 17-06-2022

           (Lectura o rápida 😃)

 

   
 

Desde que los testaferros de Franco cedieron en 1975 la administración del Sahara Occidental a Marruecos y Mauritania, en España la izquierda solía llorar por los saharauis y la derecha argumentaba por llevarse bien con Marruecos. Parece haberse producido ahora una inversión ya que Sánchez se ha acercado a Rabat y la derecha al Polisario.


Todos con pinzas para manejar un cotarro en el que para muchos en el palacio alauí no parecen de fiar. Ceuta y Melilla son rehenes perpetuos marroquíes para presionarnos. Quien afirme que Rabat acepta la españolidad de nuestras dos ciudades vende gato por liebre. La invasión del minúsculo Perejil en 2002 fue un “test” para ver cómo reaccionaban Madrid y Washington. Perejil volvió a España y cada cual sacó sus conclusiones.


Los polisarios que tanto nos exigen desearon en los años setenta que nos fuésemos del Sáhara y para eso siempre estuvieron al socaire de sus mentores, los argelinos. Desde Tinduf, su capital prestada en Argelia, nos acosaban con guerrilleros a modo de movimiento de liberación. Siempre hubo un eje Tinduf-Argel-Moscú donde da igual que el Kremlin sea soviético o neozarista. Lavrov, ministro de Exteriores ruso estuvo en mayo en Argel y la Comisión Europea lo sospecha ahora que Argel se arrima a Putin y la ha tomado con Albares por desbaratar una jugada contra España que le ha costado la cartera al ministro argelino de Finanzas.


Un factor apenas recordado es que, gobernase quien gobernase, nunca España consideró que el destino saharaui mereciese una guerra. Mucho criticar que les abandonáramos a su suerte, ciertamente, y mucho rasgarse vestiduras por pactarlo con un Marruecos que sabe aprovecharse de nuestras debilidades, asimismo cierto, pero sin voluntad de un conflicto por los saharauis.


Por otra parte, como una independencia saharaui es difícilmente concebible, España debería saber a quién prefiere tener enfrente de las Canarias, a Marruecos o a Argelia, porque un Sáhara polisario sería argelino de hecho y favorable a Moscú y no hay que olvidar que ya estamos en una segunda Guerra Fría.


Como Argel y Rabat se llevan a matar, nunca fue fácil llevarnos bien con los dos a la vez y es evidente que nuestros intereses son más cercanos a Marruecos, más próximo geográficamente y sito estratégicamente en el ámbito occidental. Maquiavelo, o Fernando de Aragón, su modelo, lo harían mejor y serían besuqueados en ambas capitales magrebíes. Pasa que han transcurrido varios siglos y no somos ya tan decisivos.


Es imposible que el Sáhara Occidental sea una autonomía en el seno marroquí sin una aceptación saharaui. España no prejuzga al expresar su conformidad con esta solución como tampoco Francia o Alemania, si bien nuestra formulación se antoja más tosca al ver la misiva de Sanchez a Mohamed VI, tanto por su contenido como por su redacción parvularia. Nos falta “finezza”. Un necesario acercamiento a Marruecos, pero tardío y mal ejecutado.


¿Qué va a hacer Feijoo si gobierna? ¿Situarse en el eje que une Tinduf, Argel y Moscú? Sánchez debiera de haberlo pactado todo previamente con el PP, pero ¿Va la derecha a volver a la postura anterior? Eso es lo que debiera aclararnos Feijoo. A ver si él también nos va a torear …


Feijoo lleva zapatos nuevos. Le hacen daño y pisa con inseguridad, pero, además de abrillantarlos criticando a Sánchez, debe decirnos hacia dónde va a caminar y eso a sabiendas de que su calzado se ensuciará. Como el de Sánchez, aunque las suelas de este último están más desgastadas.


Convendría asimismo que en España recuerden todos que somos miembros de la UE y de la OTAN porque casi siempre se mencionan como si fuesen ajenas a nosotros mismos cuando en sus decisiones estamos plenamente implicados. De lo contrario, damos credibilidad a los bulos de quienes quieren desmerecer a España situándola de peticionaria en esos organismos que la amparan por ser socio y aliado sin perjuicio de que muñan más en Europa Alemania, Francia e Italia.

 

Carlos Miranda, Embajador de España