EL EJEMPLO GERMANO
Madrid, 01-10-2021
(Lectura
rápida 😊)
Un
comentarista político decía hace poco, tras observar el comportamiento de los
políticos germanos, que los españoles desearían
ser alemanes. Hasta podría tener razón. En España los políticos no son
proclives a entenderse con los de “enfrente”. Prefieren
tratar de convencer a los ya convencidos. Se habla solo para ellos,
para fieles, para “los de uno”. Se subrayan los argumentos más sectarios añadiendo
que cualquier radicalización está protagonizada por los contrarios.
Se
pretende impermeabilizar el propio perímetro a lo ajeno que se rechaza con la misma firmeza que la de la
Inquisición. No se trata de entender al “otro” ni de acomodar algún
arreglo. Antes apoyarse en los extremos que buscar el entendimiento y la
moderación con los que transitan por la otra acera. La culpa, siempre de los
demás. ¡Claro!
Los políticos alemanes son diferentes. Desde hace
décadas comprobamos que han gobernado con naturalidad en coaliciones, sin
perjuicio de tener que negociarlas a lo largo de meses para acordar sus
detalles, y ello no sólo con partidos afines, sino también con contrarios ideológicamente.
Si nuestros políticos fuesen como los alemanes, habríamos vivido ya algún Gobierno de la Nación formado por el PSOE y el PP
o viceversa.
En
Alemania sólo se conciben actualmente dos coaliciones y en ambas lo único que
cambia es el partido que las encabezaría, el SPD en un caso, vencedor ajustado
de las recientes elecciones alemanas, o la CDU/CSU en el otro. En ambas combinaciones estarían presentes liberales y
verdes, que son como el fuego y el agua. ¿Se imaginan que en España
sólo tuviesen sentido dos coaliciones encabezadas por PSOE o PP, según el caso,
y conformadas, además, ambas, por Ciudadanos y Más País?
En
Alemania, liberales y verdes se están viendo para comprobar cómo podrían
soportarse recíprocamente en un gobierno y a quien favorecerían, a resultas de
sus pactos, para encabezarlo, si al socialdemócrata Sholtz o al democristiano
Laschet. Los que llevan ahora mismo la iniciativa política no son, pues, los
partidos más importantes, sino los socios
menores de la posible coalición. No es descartable, sin embargo, que
los dos principales partidos pudiesen acabar gobernando juntos otra vez más si
verdes y liberales fracasan u ofrecen algo inasumible para socialdemócratas y
democristianos.
Gobernar
rechazando los extremos, de la izquierda y de la derecha, requiere el esfuerzo de entenderse en el centro con los del “otro lado” ideológico, centrándose, algo
que en Alemania logran. “Si se puede”, por lo tanto. No es un sueño. No es que
no se pueda en España, es que nuestros políticos
no quieren.
En
realidad, fracasan en lo esencial, la
convivencia. Si permanecen en lugar de esfumarse, lo que harían si
fuesen honestos, apoyar a uno puede ser hacerlo a quien no desea entenderse
con otros, votar a otro, podría ser para quien no querrá pactar con unos. Situaciones
que no son constructivas y que a la luz de un pasado terrible produce pesadillas.
Debieran
aprender de los políticos alemanes de hoy en día. Ser abiertos y buscar
entendimientos. Pactar, lo que
implica concesiones recíprocas de
cada parte a la otra. Cuando se emprende esta vía, se puede, incluso, ir
reajustando lo acordado en función de la evolución de las circunstancias.
Felipe González y Mariano Rajoy han pedido alalimón en La Toja que
Sánchez y Casado hagan el esfuerzo necesario para renovar el Consejo General
del Poder Judicial. Sería, ahora, un acuerdo simbólico e impactante que,
además, podría abrir la lata de otros acuerdos necesarios entre izquierda y
derecha. No desesperemos a pesar del
cansancio que pueda invadirnos.
Por otra parte, desde Europa, esa que
siempre ha simbolizado para España democracia y progreso, el ejemplo a seguir, insisten, esta vez a
través del “Grupo de Estados contra la Corrupción” (GRECO),
dependiente del Consejo de Europa, en aconsejar que los
representantes judiciales en el CGPJ sean elegidos por los propios jueces. Eso
favorecía Reynders, Comisario Europeo de Justicia cuando le visitaron las
asociaciones judiciales españolas. ¿A saco roto? Probablemente. Veremos.
Carlos Miranda, Embajador de España