DE LA GROSERÍA
AL “ENCANTO”
(Lectura
rápida 😄)
El
lunes pasado Junqueras hizo el esfuerzo de aparcar, por ahora, una independencia unilateral y algo
de autocrítica. Ha abandonado, asimismo, la ordinariez de que los indultos
podían introducirse por donde cupiesen. Ahora,
le gustan. Ámbitos gubernamentales lo vinculan con unos indultos ya asegurados.
Este
cambio es prometedor, pero veremos si es suficiente para restablecer la
concordia en Cataluña, un objetivo que el Gobierno y ERC se marcan pero que no pueden
apropiarse ya que es un deseo de todos los españoles,
catalanes incluidos.
Averiguar
si primero fue la promesa de los indultos y luego algo de contrición o si ésta fue
asegurada con anterioridad, es como preguntarse qué fue antes: la gallina o el
huevo. En público, primero fue la promesa de los indultos, luego el cambio de
actitud de Junqueras y, finalmente, serán los indultos verdaderos. El pienso, la gallina y el huevo. Todo en la
misma olla …
¿Modifica
ello el escepticismo de aquellos a los que, desde el Gobierno y medios
oficialistas, llaman antiespañoles, vengativos y revanchistas?
Probablemente no, porque “obras son amores”
y falta mucho para esa conciliación, y aún más para la reconciliación entre las
partes de la disputa soberanista, tanto en Cataluña como en el conjunto de
España.
Además,
discrepar es democrático y constitucional, un derecho que tienen todos, unos,
otros y los demás. Como la buena educación. Que desde las alturas se menosprecie a los ciudadanos discrepantes
por no comportarse como vasallos es triste.
Por
otra parte, hay quienes piensan que Junqueras se ha movido no sólo por la
zanahoria de los indultos, sino también por los
palos con los que, también, se azuza a los recalcitrantes. En este
caso, pasar por la cárcel por cometer unos delitos y, asimismo, la
postura crítica de quienes hubieran concedido los indultos con más chicha en la
mano. Si no amenaza lluvia, nadie recoge lo aireado fuera.
No
ceja, sin embargo, Junqueras en su pretensión de amnistía, para borrar
colectivamente, sin confesión parroquial, todos los pecados. ¡Es que ocurrieron
cosas contra la Constitución! Tampoco renuncia a la independencia. La
Constitución española no se lo requiere. Por
ello es más exigible que quienes aspiren a separarse se dediquen al juego
limpio y no al sucio como
hicieron los condenados y muchos más independentistas en el Principado. Además,
juego limpio no es sólo querer negociar un referéndum “a la escocesa”. Un clima ciudadano respetuoso y sin violencia ni
presiones infames es también exigible, especialmente en Cataluña.
Deben
los independentistas seguir las reglas sin olvidar que son tan catalanes como ellos los que no quieren separarse
de España y que hasta que tenga
lugar esa independencia por ellos anhelada, si es que tiene lugar, los
independentistas siguen siendo españoles. Asimismo, toda la ciudadanía española
tiene vela en esta cuestión.
Hay
que desear que este sea un buen primer paso, pero, por favor, señor Iceta, no intente sacarnos lagrimas porque los condenados del “procés” acabaran en la
cárcel y lleven en ella tres años. Un día de prisión debe de ser ya un horror,
pero si la Ley marca más, habrá de cumplirlo quien delinquió, y pensar de este
modo no es ser vengativo, ni revanchista, ni antiespañol. Oponerse a los
indultos, tampoco, pero, una vez encarrilados, por la Gracia del Gobierno, habremos
de considerar lo que ocurra en Cataluña y los resultados de la Mesa de Diálogo.
Unas grandes incógnitas.
Otros,
y otras, en ERC no se apean, sin embargo, del unilateralismo. Tampoco la CUP y
JxC. Lo mantienen, aunque Junqueras la esconda, como un
cuchillo de cocina, detrás de su espalda, para ser, ahora, “encantador”. La amenaza perdura.
¿Podrá
celebrarse en dos años un referéndum sobre eventuales y aceptables mejoras para
el “Estatut”? Quizás, porque el que ellos llaman de “autodeterminación”, no es
posible. Parece interesante que Jordi Pujol, en vísperas de ser juzgado por
ocultar dinero en Andorra, considere un error el
“procés”. Pujol y Junqueras. Otros les seguirán porque la
independencia de Cataluña es, en efecto, un error.
Carlos Miranda, Embajador de España