Madrid,
28-02-2020
(Tiempo de lectura, breve 😀)
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La UE persigue una “autonomía estratégica” (ser una Gran Potencia) para no depender de EEUU, líder occidental indiscutible hasta Trump. Ello no implica la ruptura del vínculo transatlántico. A pesar de las diferencias que hay entre ambas orillas del Mare Nostrum atlántico, que quedaron subrayadas, como otras veces en el pasado, en la reciente conferencia anual de Múnich sobre seguridad, son más los puntos de identidad y los intereses comunes.
Von der Layen señaló en Davos, el mes pasado, que la UE necesita una defensa creíble, compatible con la OTAN, pero diferente. ”Creíble”, significa disponer de disuasión nuclear además de ser puntera en tecnología, ciberespacio, espacio exterior y disponer de una industria de defensa racionalizada que provea los mismos tipos de armamento a todos los socios. El Presidente francés lo ha entendido. El 7 de febrero pasado, Macron ofreció extender la protección de su “Force de Frappe” a los demás miembros de la Unión, proponiendo, asimismo, que aquellos socios que lo deseen se unan a Francia en un diálogo estratégico y participen en ejercicios nucleares. ¿Qué hará España? En su comparecencia en la Comisión de Defensa del pasado miércoles 19, no parece que la Ministra de Defensa señalara nada al respecto. La opacidad no sería aconsejable.
”Ser diferente de la OTAN” implica tener Cuarteles Generales propios, una duplicación con la Alianza, aunque sea un mínimo imprescindible. Necesarios si se hiciera caso a Nathalie Tocci, antigua colaboradora de Mogherini en la UE y directora del “Instituto Affari Internazionali”, que reclama “boots on the ground” de la Unión en Libia si los europeos quieren evitar en su inmediata vecindad un conflicto congelado controlado por rusos, turcos y árabes del Golfo.
Esas botas, nadie las quiso en Libia cuando en 2011 se encargó a la OTAN intervenir, mandatada por la ONU, para proteger a los opositores (armados) a Gadafi. Es improbable que nadie en la Unión quiera hacerlo ahora. Eso es más fácil para Erdogán o Putin. El ruso sabe hacerlo, además, con fuerzas paralelas como cuando anexionó ilegalmente Crimea. El turco usa también a mercenarios sirios.
Sin embargo, está en juego la credibilidad de la defensa europea. Contemplar desde el balcón sin intervenir una pelea delante de casa, puede dejar al rey desnudo. La UE debiera ponerse más las pilas o establecer un calendario que infunda credibilidad. Mucho ruido con pocas nueces es una mala receta. A ese calendario le convendría incluir la cooperación con la Alianza para mostrar que no es una competición entre dos Instituciones asimétricas, sino de sinergia. Ambas son necesarias y complementarias.
El descenso del apoyo a la OTAN en Francia y Alemania, donde también sería mayoritario un sentimiento de que, si hay que enfrentarse a Rusia, debieran hacerlo los americanos (!), puede ser, en parte, fruto de anunciar antes de tiempo la llegada de la defensa europea. Así, Europa ensalza lo inexistente y rebaja lo existente, un Hara-Kiri. Es esencial que los europeos inviertan decididamente en defensa. Desgraciadamente, rebajan el presupuesto de la UE a poco más de un 1% (el gasto público federal estadounidense es de un 14%). Mientras, Trump pide que la Alianza se involucre en el Oriente Medio ahora que Washington se repliega, lo que habilita a los chuletas locales, como Turquía, y otros oportunistas, allí y en el Mediterráneo.
Lo peor para el cangrejo peregrino es que surja un problema cuando está entre su vieja concha y la nueva. No se puede ensalzar una Defensa Europea invisible o tenue. Hace falta más concreción.
Carlos
Miranda, Embajador de España