martes, 18 de junio de 2024

DIEZ AÑOS REGIOS

DIEZ AÑOS REGIOS

 

                    Madrid, 18-06-2024

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Este miércoles 19 de junio se cumplen diez años del reinado de Felipe VI. Al timón desde 2014 de la dinastía borbónica española y al frente de la Jefatura constitucional del Estado ha sabido pilotarlo todo con acierto y discreción.

Juan Carlos I, su padre, fue un gran Rey. Entronizado por el régimen anterior, contribuyó activamente para instaurar en España un Estado democrático. Todos los pasos que dio lo fueron para trasladar al pueblo la soberanía nacional y fortalecer nuestra democracia.

De no haberlo hecho, la Constitución de 1978, aprobada por un 87,7 % del cuerpo electoral, no habría restablecido en nuestro país una monarquía parlamentaria como las que hay en países con tanta tradición democrática como el Reino Unido, Dinamarca, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Noruega, Suecia o Japón. 

En estos países, y en el nuestro, el Rey es una figura apolítica, neutral, que mira a largo plazo a diferencia de los presidentes de las repúblicas que tienen una perspectiva temporal limitada. Juan Carlos I fue decisivo para abortar el golpe de Estado antidemocrático del 23-F. Felipe VI frustró el golpe anticonstitucional del independentismo catalán en 2017 despertando a un amodorrado Rajoy.

Felipe VI ha sabido gestionar los problemas familiares heredados. La familia real fue restringida a sus progenitores, a él mismo con la Reina y a sus hijas; asumió un distanciamiento de su padre por conductas privadas mejorables; renunció a una herencia contaminada; está desempeñando eficaz y honorablemente sus cometidos constitucionales; mantiene su vida familiar con normalidad; y se preocupa de instruir a su hija mayor y heredera de la Corona en cómo ser, llegado el momento, una Reina que mantenga y respete los valores democráticos que algunos consideran que son “republicanos”, pero que ahora son también “monárquicos” como en todas las monarquías parlamentarias antes citadas que no son menos democráticas que unas republicas como la francesa, la alemana o la estadounidense. Donde no hay democracia es en repúblicas como la rusa, la china, la cubana, la venezolana o en determinadas monarquías autocráticas fuera del mundo occidental.

Contamos con una monarquía que funciona y cuyo Rey goza de consideración y respeto mayoritario en España y fuera de nuestro país que es tan libre que se puede ser separatista o republicano: algunos ciudadanos no están exentos de tonterías e irresponsabilidades.

La extrema izquierda es republicana y en su lucha contra la Constitución del 78 que quiere abolir para instalar una república popular al estilo soviético, chino, coreano o cubano, garantía de pobreza colectiva y de ausencia de igualdad y libertad, promueve pronunciamientos parlamentarios antimonárquicos como la semana pasada en Navarra y Baleares. Belarra y Montero (Irene) encabezaron en Madrid una raquítica manifestación antimonárquica en la que mantearon una efigie real al grito festivo de “los borbones a los tiburones” ….   Dispone para ello de la anuencia silenciosa e hipócrita del sanchismo que intenta irresponsablemente jugar a dos tableros, el monárquico y el republicano. Nadar y guardar la ropa.

Sánchez acusa erróneamente al PP y Vox de ser lo mismo cuando es él quien se ha dejado colonizar por los pensamientos a veces inconstitucionales de sus parejas políticas como Sumar, Podemos, Bildu, Junts o ERC. Eso es el sanchismo. Es la izquierda sanchista la que es una y solo una, populista más que progresista. Defiende postulados que no son socialdemócratas y promueve la polarización nacional.

Felipe VI se agiganta en su reinado representativo de una España que mira hacia adelante y no inútilmente hacia atrás para progresar económicamente y consolidar sus libertades, así como nuestra democracia. Desempeña su papel en un marco constitucional que confió a la Corona un rol neutral, aunque no neutralizado.

España tiene la suerte de tener un buen Rey que aprende de las lecciones del pasado y que ofrece para el futuro una Princesa de Asturias que se prepara concienzudamente para el importante papel que tendrá que desempeñar algún día para coadyuvar a la estabilidad democrática española.

 

Carlos Miranda, Embajador de España