BREXIT A LA
CARTA
Madrid, 02-12-2022
(Lectura
rápida😀)
El
pasado 23 de noviembre la Asociación Hispano-Británica celebró en Madrid un
debate sobre el Brexit y el futuro del Reino Unido, con el sugerente subtítulo
de “Quo vadis?”. ¿A dónde va el Reino Unido?
El
cartel estaba constituido por una parte por tres correspóndales británicos de
importantes medios de comunicación del RU en España. Uno de ellos señaló que
había canjeado su nacionalidad británica por la española, algo que muchos
británicos han hecho tras el Brexit al residir en países de la UE y resultarles
ventajoso. Ellos sabrán.
También
figuraba en el elenco, moderado por la notable periodista Ana Romero, una magnífica reportera española, Anna Bosch, de Radio Nacional y TVE, antigua y,
ahora, ocasional corresponsal en el RU. Buena conocedora del mismo, metió un dedo
en el ojo de la asistencia anglosajona recordando que en esas islas, por cierto adyacentes al continente
europeo, se adolece de un complejo de superioridad injustificado. Señaló,
asimismo, que no debiera Londres sorprenderse de que en los diferendos entre
Irlanda y el RU, la UE tome partido por Dublín ya que Eire es miembro de la UE.
Subyacía, sin necesidad de decirlo, que la misma
lógica se impone en materias referentes a Gibraltar.
Fue
sorprendente constatar que ninguno de los
corresponsales británicos demostró estar al corriente de las vicisitudes del
último acuerdo entre Madrid y Londres sobre el Peñón que permitiría un libre paso de la verja al
situar los controles de aduanas y policía en el puerto y en el aeropuerto. Ni
quisieron comentarlo. En el público alguien pensó que era una pregunta sobre la
soberanía y no era así. Este acuerdo, que haría a Gibraltar más europeo y,
consecuentemente, más español, sin afectar a la soberanía británica, negociado
por el antiguo Secretario de Estado González-Barba, tiene ya casi dos años y
deben ratificarlo Bruselas y Londres. Importa a
los gibraltareños, que en el referéndum del Brexit votaron
mayoritariamente “remain”, ya que les facilitaría conectarse con la UE, pero
algunos arrastran los pies en el Canal de la Mancha. No obstante, Picardo y
Londres igual acaban prefiriendo la verja.
El
representante del partido conservador británico en Madrid afirmó que el Brexit solo fue una cuestión de autonomía y soberanía.
Tiene razón, sin perjuicio de sus consecuencias económicas. Los británicos, y
antes los ingleses, nunca han soportado un poder
fuerte continental, fuese Carlos V, Felipe II, los pactos de familia
entre Borbones franceses y españoles, Napoleón, Hitler o la Rusia siempre
imperialista.
Como
Londres no iba a guerrear contra la Unión Europea, actual poder fuerte continental,
optó por montar un Caballo de Troya para intentar
controlarla desde dentro. Pero, eso tenía el precio de las
homologaciones comunitarias y la mayoría de los británicos optaron por recuperar
su señorío. Eso también tiene un precio que estoicamente han de pagar, aunque
algunos ya echen de menos lo que rechazaron.
Uno
de los corresponsales señaló que la UE debe hacer examen de conciencia al haber
provocado también la salida del RU. Fascinante.
Los británicos insistieron en ser parte de la UE y lo fueron a la carta. Su
partida deja un vacío y es una pérdida, pero echarle a Europa la culpa del
Brexit es presuntuoso. “Nada aprendieron y nada
olvidaron” dicen que afirmó Talleyrand comentando la vuelta del
exilio de los aristócratas franceses una vez caído Napoleón.
Algunos
sueñan con el retorno de la descendencia pródiga de Albión. Muy mal les deberá de ir para que ello ocurra y, además, generacionalmente deberán de ºser
otros los que rectifiquen. En tal caso, no sería probable un retorno sin más ya
que la UE exigirá más integración,
que es su vocación y que ahora queda por demostrar al haberse ido el obstáculo
británico.
Mientras
tanto, con nuestros inteligentes, valientes y
capaces vecinos, que ya no ofician de intermediarios naturales de la
UE con los EEUU, con quienes los europeos deben mantener la vinculación
transatlántica en materia de seguridad dada la indefensión europea frente a otras
potencias como Rusia, la UE debiera encontrar
acomodos que beneficien una buena relación bilateral. Es posible
respetando los compromisos adquiridos o por adquirir, ya que a ambos lados del “Channel” interesa que al otro le vaya
bien.
Carlos Miranda, Embajador de España