BROMAS PESADAS
Madrid, 04-02-2022
[modificado 05-02-2022]
(Lectura rápida 😊)
Sergio Mattarella seguirá siendo Presidente de Italia a pesar suyo. Un acto de
responsabilidad. Los partidos políticos italianos se cubrieron de desprestigio al
ser incapaces de elegir a un nuevo Presidente por el Colegio Electoral formado
por 321 senadores, 630 diputados y 58 representantes regionales. Una
irresponsabilidad. No solo en España cuecen habas.
Mattarella culminaba
a los 80 años una buena presidencia de siete años. Ha aceptado prorrogarla, una
sugerencia de última hora. La solución es “monárquica”. Catorce años de presidencia son muchos años. ¡Igual
Italia debiera volver a ser un Reino! Como ejemplo: Felipe VI, un Rey perfecto
para una democracia liberal.
Con Xi
Jinping, China va en una dirección reminiscente de
sus antiguos Emperadores. En Rusia, padecieron durante 30 años el absolutismo de Josef Stalin, Zar rojo. Son
regímenes más que autoritarios. Vladimir Putin manda
a su antojo desde 1999. Entonces, ya lanzó una guerra contra
Chechenia, una república díscola de los Urales aquejada de separatismo y de
terrorismo islamista.
Ahora, desea
esclavizar a Ucrania violando los derechos que le otorga el Acta Final de
Helsinki (y la OSCE) suscritos por la propia Rusia cuando, con el esplendor
comunista de Léonid Brejnev, era muy fuerte. Asedia a su vecino trasladando su
mensaje de “conmigo o te arrepentirás”,
como un maltratador cualquiera de género.
Antes ocupó
ilegalmente Crimea con militares vestidos de uniformes sin marcas. Ahora, dice
no querer invadir Ucrania a pesar de saturar sus fronteras con innumerables tropas,
iniciando una “drôle de guerre”, “phoney war” o “guerra
ilusoria”, como la trascurrida desde septiembre de 1939 cuando
Francia y el Reino Unido declararon la guerra a Alemania tras su invasión de
Polonia a la que se uniría enseguida la URSS. Los extremos ya se tocaban.
Guerra llamada
así porque en el frente occidental no ocurría nada hasta que Alemania lo
destrozó en mayo de 1940. Algunos conceden que Putin tiene “sus” razones. Un refrán
anglosajón dice: ”Two wrongs don´t make a right”. En román paladino: nada justifica que Putin amenace o use la fuerza.
El húngaro
Orbán, derecha iliberal cercana a Vox, “felpudea” junto a Putin. ¡Qué lejos
queda el martirio de Budapest por Moscú en 1956! Francia, siempre muy suya (porque
puede), busca intermediar con Macron en puertas de su deseada reelección. Todos
queremos que prevalezca la diplomacia. ¿Quién quiere una guerra? ¿Cuánto tiempo acamparán las huestes de Putin, aburriéndose, causando gasto y amenazando? Desarme, control
de armamentos y medidas de confianza son la solución a
nuestras inquietudes.
La que no debería
de aburrirse en Roma es Isabel Celaá, nueva Embajadora en el Vaticano. Este
nombramiento suscita la vieja cuestión de la justificación de los Embajadores
políticos. Algunos políticos consideran que las
Embajadas son Ínsulas a las que tienen derecho tras sus batallas
partidistas, con el asentimiento, naturalmente, de los Presidentes de Gobierno
y de sus obedientes Ministros de Exteriores.
Estos nombramientos
políticos pueden tener una justificación seria. ¿Lo es, por ejemplo, tener amistad con el
Presidente de los EEUU para ir de Embajador a Washington? Puede. Quizás fuese
mejor recibido en la Casa Blanca. ¿Celaá va al
Vaticano para renegociar, por ejemplo, el llamado Concordato? Podría tener sentido por ser una negociación muy
política, pero no parece. Más bien, reposo de la guerrera, turismo y misas con
peineta y mantilla.
En este “quítate tú que me pongo yo”, a la Embajadora
que había en Santa Sede solo le faltaban nueve meses para jubilarse con 70
años. Además de desplazar a una diplomática, Celaá la sustituye con 72 años. ¡Los políticos se lo saltan todo! ¿Una
descortesía? ¿Una necesidad? ¿Un “me da igual”? ¿Son los diplomáticos una
bayeta que se descarta según diga la Superioridad? Con Franco ocurría.
Es una pena
que al Servicio Diplomático español no se le considere con el respeto que se
merece. Está lleno de profesionales competentes que saben servir lealmente al
Gobierno de turno elegido democráticamente sin perjuicio de sus propias preferencias.
Como debe ser. Es triste cuando esos Gobiernos
los ningunean.
Carlos
Miranda, Embajador de España