SEGURIDAD EUROATLÁNTICA
Madrid, 05-03-2021
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Más de un 90% de los ciudadanos de la Unión
Europea residen en países de la misma que pertenecen a la Alianza Atlántica. Un dato muy
interesante ofrecido por el Secretario General de la OTAN, el noruego Jens
Stoltenberg, en la reciente Cumbre Europea en la que se trataron cuestiones de
defensa y a la que asistió como invitado especial para mostrar que la Unión Europea
no pretende apartarse de la Alianza a pesar de aspirar a una Autonomía
Estratégica.
El
Presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, señaló en una
conferencia de prensa posterior que la Unión se ha comprometido a cooperar más con
la Alianza. “Una Europa más fuerte hace a la
OTAN más fuerte”, añadió. Para Michel, ello no es contradictorio con
la necesidad europea de actuar estratégicamente para defender sus intereses y
promocionar sus valores. La UE, añadió, debe poder actuar autónomamente, reforzando
la cooperación entre sus socios.
Frente
a este sensato discurso transatlántico,
desentonan los países europeos geográficamente más cercanos a Rusia y el Presidente
francés, Emmanuel Macron.
Los
primeros, que sienten en sus cogotes el aliento ruso, no quieren nada que pueda
debilitar la Alianza. Se entiende. Sin embargo, reforzar la Defensa Europea no
tiene por qué ser en detrimento de la OTAN si se
hace coordinadamente. Los recursos en esta materia no abundan. La UE
debiera poder operar con eficacia por si sola cuando no puedan, o no quieran,
participar, o no sean necesarios, aliados que no pertenecen a la UE. Una mejora
de la Defensa Europea fortalece, como dice Michel, el brazo europeo de la OTAN.
Macron,
por su parte, no quiere reconocer el cambio de inquilino en la Casa Blanca.
Frente a la afirmación de Biden de que los EEUU honraran su compromiso para
defender Europa, prefiere agitar la campana que repicó cuando Trump dejó ese
compromiso en un limbo. Lo que una vez ocurrió se puede repetir, sin duda, pero
sería un error debilitar con ese pretexto el
vínculo transatlántico.
En
el Palacio del Elíseo siempre han fomentado en materia de defensa (y otras
muchas cosas) la propia agenda francesa en el seno de la UE. En Paris son maestros al respecto. Cuando
España ha sabido hacerlo, especialmente en tiempos de Felipe González, las
cosas le han ido bien, asimismo.
Francia
desea establecer unos objetivos ambiciosos para esa Defensa Europea al amparo
de su próxima Presidencia rotativa de la Unión. Macron pretende que la Unión se
considere más amparada por la Defensa Europea que por la de la OTAN cuyo
fundamento considera ya inexistente al haber desaparecido el Pacto de Varsovia,
tesis rechazada por la Alianza hace más de 30
años y, naturalmente, promocionada por Rusia y sus valedores. Macron
quiere mejorar las relaciones de la UE con Moscú. Sin embargo, Biden las va a
endurecer tras la etapa de un Trump acusado de haber alentado en su día, en
beneficio propio, la inquina del Kremlin contra Hillary Clinton. Borrell
debería contarle a Macron su reciente encuentro con Lavrov en Moscú …
En
este tira y afloja acerca de cuánto autónoma ha de ser, o puede ser, la Autonomía
Estratégica, debieran los franceses explicar cómo
sus armas nucleares serían programadas como disuasión en beneficio, también, de
sus socios europeos y, eventualmente, para defenderlos, y si ello estaría
condicionado, o no, a cláusulas estratégicas y económicas. Asimismo,
una Defensa Europea debe abordar en común los actuales seis dominios militares de
tierra, mar, aire, espacio, ciberdefensa e inteligencia artificial.
Convendría
no caer en la cándida convicción de que la mayoría de los europeos se van a
olvidar de que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer si, además,
no está claro cuán verdaderamente protector puede ser el nuevo manto comparado
al antiguo. Stoltenberg subrayó que ningún país
o continente puede enfrentarse sólo a la agresividad rusa, al terrorismo
internacional, a los ciberataques o al ascenso militar y estratégico de China.
Aunque algunos critican, ingenuamente, que Biden haya ordenado represalias por
ataques a instalaciones americanas en Irak, la realidad es que Stoltenberg no
llama al lobo. Hay varios en el umbral
euroatlántico.
Carlos Miranda, Embajador de España