SEPARATISMO RELIGIOSO
Madrid 16-10-2020
(Lectura
rápida 😃)
Si la espiritualidad es cosa de cada cual, el
laicismo es asunto de todos porque es una base esencial de la República
francesa y de sus valores. Ésta ha sido una de las ideas centrales del discurso de
Emmanuel Macron el pasado 2 de octubre en Mureaux. El Presidente francés se ha
opuesto al separatismo religioso islámico, radical, que en Francia aboga por
una sociedad paralela al rechazar integrarse en la República. Presentó las
líneas maestras de un proyecto de ley que deberá ser debatido en el parlamento
los primeros meses de 2021.
El
ministro del Interior, Gerald Darmanin, afirma que el árabe debe poder aprenderse
en la escuela, como otros idiomas, en lugar de ir para ello a las mezquitas
donde también pueden inculcar valores diferentes a los de la laicidad (respetuosa con los que creen y con los que no creen),
pretendiendo sustituir los valores republicanos por otros. Una sociedad
paralela que, en nombre, pretendidamente, del islam, rechaza, entre otras
cosas, la igualdad de género, la libertad de expresión, la libertad de
consciencia, favoreciendo un extremismo que envía jóvenes a la Yihad y fomenta el
terrorismo islámico en el hexágono.
El
de Macron es un discurso duro respecto de aquella inmigración que se niega a
integrarse y postula la ablación del clítoris, así como bodas forzosas para
respetar tradiciones que no son ni francesas ni republicanas. Pero, asimismo,
un discurso de mano tendida desde las Instituciones democráticas que, además de rechazar la negativa a la integración,
deben esforzarse en incorporar a cualquier oveja descarriada o por descarriar.
En
estas situaciones hay que actuar principalmente en dos ámbitos. Por un lado, en el de la educación, pública o supervisada
por el Estado. Los valores se aprenden también en las familias y en
organizaciones religiosas, pero, han de ser conformes con los principios constitucionales.
Asimismo, la sociedad debe integrar
económicamente a todas sus capas, incluidas las desfavorecidas. Con
más motivo cuando surgen movimientos con fórmulas alternativas ideológicamente
a las constitucionales o, asimismo, de signo criminal. Estas vías llevan, si no
se atajan rápidamente con decisión y firmeza, hacia la formación de Estados
fallidos y que nadie crea que nuestras sociedades occidentales, complejas,
“avanzadas”, son inmunes a ello.
Intenta Macron dar una dirección política. En
ausencia de ello, como se viene percibiendo en la sociedad francesa, otros
estamentos de la misma se radicalizan, echándose en brazos de ideologías de
rechazo, de resurgimiento fascista, como pueda serlo el populismo de derechas,
el del Frente Nacional, ahora Agrupación Nacional, o el de otros desbocados, aparentemente
de mera resistencia ciudadana, como los chalecos amarillos
Uno
de los peligros señalados por Macron es el de la
influencia extranjera. Por una parte, la penetración
ideológica desde países que,
incluso “amigos”, favorecen una lectura anticonstitucional en la formación
religiosa de las comunidades islámicas en los países occidentales mediante
imanes preparados en otras latitudes religiosas y geográficas. Macron aboga por
formarlos en Francia. Otro campo por controlar es el de la financiación exterior, muy especialmente
cuando tiene como objeto introducir credos e ideologías contrarias e
incompatibles con el de “La Republique”.
Son
cuestiones delicadas que rozan la sensibilidad democrática, aunque necesitan
ser abordadas con firmeza para preservar los valores constitucionales. La equidistancia
no viene al caso. Incluso, se puede caer en
contradicciones. ¿No lo es que en Suiza las mezquitas no puedan
tener minaretes para proclamar la palabra divina trasladada a Mahoma cuando las
Iglesias cristianas poseen un campanario desde donde anunciarla? El laicismo,
las libertades religiosas, tienen, en nuestro mundo occidental, un marcado sabor
judeocristiano.
El
mundo musulmán en Francia es amplio. De ahí su capacidad de organizar su propio
gueto político-religioso. Puede que en España no sea tan potente, pero es materia que merece vigilancia (cuando las
barbas de tu vecino cortan …) ¿Es capaz de ello un Estado débil cuestionado por
las Autonomías, no solo desde ámbitos secesionistas, bajo la dirección, todo
ello, de políticos de pobre alcance intelectual y menor compromiso con el
Estado que es de todos al preferir políticas cortoplacistas y sectarias, sin
olvidar la pertinaz corrupción? ¡Alá nos coja confesados!
Carlos Miranda, Embajador de España