viernes, 11 de septiembre de 2020

ESPEJO: ¿SOY YO EL MÁS GUAPO?

 

                               

 

                               Madrid, 11-09-2020

 

                                (Lectura rápida 😊)

 

 

                           Rana Espejo Imagen De - Foto gratis en Pixabay

 

 

Ningún líder importante británico aboga ya por mantenerse en la Unión Europea. Queda la opción del “Rejoin”. Si acaso, en un futuro muy distante. Los tres grandes partidos británicos asumen actualmente el Brexit. El Conservador, con entusiasmo;el Laborista, porque es la realidad y nunca supo lo que quería; y el “Lib-Dem”, porque no queda otro remedio. Eso    sí, los nacionalistas escoceses seguirán pretendiendo su independencia, ahora para reincorporarse a la UE.

 

La realidad del Brexit la tiene también asumida la Unión Europea que prevé a partir del otoño una Conferencia sobre el futuro de Europa que debiera durar hasta 2022. Gobiernos, Instituciones, organizaciones y particulares podrán verter sus informaciones, trabajos y opiniones en este crisol del que debiera salir un proyecto renovado para la UE, más proactivo que el actual que aporta mucho, pero con un eslogan en negativo, aunque realista, según el cual nos iría peor sin la UE o fuera de la misma.

 

¿Y el Reino Unido? Los únicos tres países con entidad suficiente para enfrentarse al reto de abandonar el proyecto común son RU, Alemania y Francia. Estos dos últimos optan por un europeísmo que consolida la paz y la prosperidad en Europa, siendo sus dos líderes naturales. Juntos dieron recientemente el pistoletazo de salida que desembocó en los fondos europeos para paliar la crisis económica de la pandemia. Los que son inteligentes, suelen subirse al tractor francoalemán, para influenciarlo, como, en su día, Felipe González.

 

El RU, comunitario a regañadientes y más bien Caballo de Troya para impedir una mayor integración, decidió probar la suerte externa. El tiempo dirá si sus éxitos futuros serán o no a costa de hacerles a sus antiguos socios una competencia desleal. Podría ocurrir si el periodo transitorio culmina el próximo 31 de diciembre sin un acuerdo comercial entre Londres y Bruselas. Es más, Boris Johnson asoma la oreja descarada del incumplimiento del acuerdo de salida, ya firmado. Se lo afean en la UE y en el propio RU. Hasta su predecesora, Theresa May, preguntó en su Parlamento, este martes, ¿cómo podrá confiarse en la palabra del RU si su Gobierno no respeta los compromisos contraídos? .

 

La negociación del acuerdo comercial no va por buen camino y el tiempo se echa encima. Para poder ratificar un Tratado antes del 31 de diciembre, haría falta llegar un acuerdo en octubre. Johnson aprovecha para chantajear exigiendo “su” acuerdo para mediados de ese mes. Hay capítulos acordados, pero, como es natural, nada está acordado definitivamente hasta que todo esté acordado. Lo que sigue suelto no son simples cabos sino cosas esenciales. Entre ellas, las reglas que facultarían una competencia reglada entre la UE y su antiguo socio que seguirá siendo un aliado en la OTAN y un país con el que la UE desearía contar para empresas conjuntas. La pesca es otro tema pendiente.

 

El coronavirus ha retrasado tanto al Oeste de Dover como al Este de Calais muchas cosas. En el lado británico, aplazó una importante revisión que abordaría conjuntamente la política de seguridad, defensa, cooperación al desarrollo y política exterior. El anuncio fue hecho por la Reina en su discurso de apertura del Parlamento en 2019, un discurso que lee, pero cuya redacción es responsabilidad exclusiva de su Gobierno.

 

En el mundo hay países pensantes, que suelen tomar iniciativas y países reactivos que se defienden o aprovechan las aperturas concebidas por otros. A veces, a los reactivos les va bien si son buenos improvisando. Sin embargo, lo sensato es considerar el futuro con antelación. Para ello hace falta tener un proyecto común de país y no pelearse constantemente por quien es el más guapo o por el “y tu más”. Además de ofrecernos los políticos nacionales este otoño unos presupuestos por el bien del país, podrían también iniciar un estudio como el británico que fuese de fácil comprensión para los mortales y que nos sirviese de guía acerca del interés nacional en el mundo. A la Conferencia Europea contribuirá nuestro Gobierno variocéfalo y, asimismo, podemos hacerlo cada uno de nosotros. ¿Es todo ello mucho pedir? Igual sí.

 

 

Carlos Miranda, Embajador de España