miércoles, 16 de septiembre de 2020

LA POLÍTICA INTERNACIONAL DE TRUMP


LA POLÍTICA INTERNACIONAL DE TRUMP


 
 

                              Madrid, 18-09-2020

 

                           (Lectura entretenida 😁)

 
 
 

Free photo Famous Gop Celebrity Male Donald Trump People Man - Max PixelTras cuatro años, la política internacional de Trump ha dejado un rastro que, generalmente, no ha agradado a sus aliados europeos. Ello es preocupante porque hasta la llegada del magnate a La Casa Blanca, existía un entendimiento general de las cuestiones internacionales entre las dos orillas del Atlántico Norte, un área que conforma el solomillo de lo que denominamos el “mundo occidental” que incluye también a otros países de cultura semejante o políticamente “occidentalizados”, democracias liberales cercanas, aunque situadas en otros continentes como puedan serlo, entre otros, Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda e Israel.

 

Con la idea de volver a hacer de los EEUU un gran país, el eslogan de Trump que revela el complejo de quienes atisban en los propios EEUU un inicio de su decadencia, el actual Presidente americano ha hecho tabla rasa de lo que habían hecho sus predecesores. No solo el demócrata Barack Obama, sino también otros Presidentes republicanos como George W. Bush que se quedó atónito al oír el discurso de investidura de Trump el 20 de enero de 2017 y así se lo dijo a su vecina en la tribuna de invitados, la derrotada Hillary Clinton.

 

Muchas veces las grandes potencias se han encontrado con el marrón de sus necesarios liderazgos más como consecuencia del desarrollo de acontecimientos no siempre deseados, aunque asumidos. Generalmente enfrentamientos bélicos. Suelen tener un ascenso rápido para luego situarse un tiempo en una meseta desde donde dominan el mundo circundante para luego bajar de altitud paulatinamente o con altibajos. Nos ha pasado a todos los que hemos graduado en esta especialidad de país dominador.

 

La fase actual de los EEUU es la de un descenso, si bien la carrera espacial, una realidad y una exigencia, les ofrece otra oportunidad de volver a subir peldaños. Una carrera que tienta no solo a Rusia y China sino también a otros como Japón, India o los Emiratos Árabes Unidos y de la que la Unión Europea no puede estar ausente. Esta percepción de decadencia estadounidense, real o falsa, fuerza a hacer tabla rasa de todo lo anterior, como Trump, o a intentar ajustarse a la realidad como hizo Obama, procurando entenderse con Moscú y Teherán, aceptando un multilateralismo eficiente, e iniciando el llamado “pivot to Asia” ante el surgimiento económico y militar chino, con la consciencia de que su política exterior debía ser entendida y apoyada por sus principales aliados en Europa (la Alianza Atlántica) y en el Sudeste asiático.

 

Ejercer democráticamente un liderazgo internacional es mostrar una senda, a veces, incluso, forzarla, pero intentando convencer a sus principales aliados y asumir sus intereses. El mundo internacional no deja de ser una jungla repartida en esferas de influencia con delimitaciones a veces evanescentes según las circunstancias históricas y geopolíticas con el ascenso y caída de unos u otros. Estar en la esfera de los EEUU puede ser para los países occidentales más relajante que estarlo en el de otras potencias más imperiales y menos democráticas como lo fue la URSS, una dictadura de partido con principios económicos erróneos, o pueda serlo China, capitalista económicamente pero dictatorial políticamente, o la actual Rusia, autocrática con economía de mercado.

 

Rusia se ha reconvertido al capitalismo, pero conserva muchos tics de su fallido Imperio comunista que solo era una expresión actualizada del tradicional imperialismo zarista, expansivo, como casi siempre ocurre como consecuencia de tener que defender y guardarse de otros ambiciosos. A muchos españoles puede que les cueste entenderlo, probablemente por nuestra lejanía geográfica. El mejor remedio es cerrar los ojos y meterse en los zapatos de los vecinos que Rusia siempre ha amenazado o subyugado y que son, ahora, socios comunitarios nuestros y/o aliados, empezando por Finlandia, siguiendo con los bálticos y Polonia hacia el Sur en esa la segunda fisura que divide de hecho a Europa en una occidental y otra oriental, siendo la otra la división entre la norteña y la meridional.




continuar, chino, linterna, linterna china, China, asiático, oriental,  símbolo, cultura, tradicional, diseño | PikistCon Trump se retiró el mantel de golpe llevándose de paso la vajilla, la cristalería y las fuentes aún llenas. El magnate no es un mago capaz de cambiar ese mantel sin tocar el resto. El enfrentamiento con China era y sigue siendo inevitable comercialmente porque Beijing aplica reglas injustas o rompe las establecidas. Una competencia desleal que simbolizan su espionaje industrial y su despreció a patentes ajenas, generalmente occidentales, una práctica también rusa, como atestiguan los servicios occidentales de información. Súmese el pulso cibernético con los americanos, la declarada ambición de rearmarse en el futuro hasta un nivel equivalente a los EEUU, además de querer contrarrestar la influencia mundial occidental con el desarrollo invasivo de su Ruta de la Seda. Todo tiene su lógica, pero conlleva asimismo una carrera de armamentos que no puede dejar indiferentes ni a Washington ni a Moscú. La llegada de Biden no alteraría esta realidad, aunque sí la manera de enfrentarse a ello, más diplomática, sin que falte firmeza.



Trump ha sacado a su país del consenso climático, de la Organización Mundial de la Salud, de la UNESCO y de lo que haga falta para recuperar una libertad de acción que es un mal ejemplo para otros aspirantes a capos mayores o chulos de barrio regionales. Solo se puede convivir en la jungla mundial si hay un “multilateralismo comprometido”. Asimismo, el magnate ha herido el acuerdo con Irán que al menos temporalmente impedía su acceso al arma nuclear y, en esta materia, no ha acordado nada útil con Corea del Norte. También se ha retirado del acuerdo con Moscú que impedía la existencia de misiles de alcance medio, nucleares o convencionales. En su descargo hay que señalar que el Kremlin le había encontrado la trampa a la ley y que el ascenso militar de Beijing invalida muchos acuerdos de desarme bilaterales entre EEUU y Rusia si no se une China, poco inclinada a ello. Veremos si el acuerdo americano-ruso de limitación de armas nucleares estratégicas se podrá renovar a partir del año próximo. Como China está muy lejos de los niveles de Washington y Moscú es, quizás, aún posible esa renovación, aunque Trump reclama la participación de Beijing.

 
 
En el Oriente Medio, Trump ha abandonado las posiciones avanzadas americanas dejando el terreno libre a Rusia, a Irán, a los Talibanes en Afganistán y a la neo-imperialista Turquía de Erdogán, afanado, desde hace tiempo, en borrar el laicismo centenario de Ataturk, el padre de la Turquía moderna post sultánica. Netanyahu ha conseguido que Trump moviese la Embajada americana de Tel Aviv a Jerusalén, un anatema internacional. Trump ha favorecido, asimismo, vía su yerno Jared Kushner, un acuerdo diplomático entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, tercer país árabe en reconocer a Israel. Una “pica en Flandes” o, más bien, en el Oriente Medio. Aunque condenado por los palestinos, no constituyendo un apoyo para la tesis consagrada de los dos Estados, el palestino y el hebreo, puede aportar, sin embargo, fondos necesarios para un imprescindible desarrollo económico palestino. Veremos.
 
 
 

Por otra parte, este acuerdo arrastra otro de ventas de armas sofisticadas a los EAU, entre los que destacan aviones F-35 y de guerra electrónica que hay que enmarcar no solo como un beneficio para la industria armamentista americana sino también en el teatro específico del Golfo donde se enfrentan dos irreconciliables: los iraníes, chiís, y los árabes, mayoritariamente suníes, sin desmerecer a Irak, árabe de mayoría chií, pero con minorías importantes suníes y kurdas, estas últimas siempre olvidadas por todos. Una parte del mundo con arenas muy movedizas.

 


Lo anterior son solo unos botones de muestra, pero subraya cuán diferente podrá ser la política exterior estadounidense si gana Biden, cercano a Obama y a los Clinton u, otra vez, Trump. En cualquier caso, España debe sacar partido, gobierne quien gobierne en Madrid y Washington, a su cercana relación estratégica con los EEUU, en la OTAN y bilateralmente, en especial cuando en un mundo menos controlado por los  “grandes”, ciertos “locales” (como pudiera serlo Marruecos, siguiendo la senda turca) juegan a “ganar espacio”. En este momento, los EEUU quieren ampliar su presencia fija en la base aeronaval de Rota pasando de cuatro a seis buques ligados al escudo antimisiles de la OTAN y parecen  barajar la posibilidad de trasladar a dicha base AFRICOM, su mando para operaciones en África, situado ahora en Alemania de donde Trump quiere sacar efectivos estadounidenses como “castigo” a Merkel por no invertir más en defensa.
File:Zee spain.png - Wikimedia Commons

 

La diplomacia ha de imperar, pero, para ello, debe tener claro un diseño con iniciativas y no ser solo reactiva o adaptativa. Asimismo, en este mundo despiadado, necesitamos unas Fuerzas Armadas bien e inteligentemente equipadas, modernas, desprendidas de prestigios e ideas preconcebidas del pasado, competentes en los actuales seis dominios estratégicos, y centradas en “lo nuestro”, tras lo que se sitúa, evidentemente, nuestra solidaridad comunitaria y aliada. 

 
Carlos Miranda, Embajador de España