¡FRASCO! ¡FRASCO! ¡FRASCO!
Madrid, 04-02-2025
(Lectura rápida 😊)
En La Discrepancia
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La dictadura de Franco, que quieren recordarnos frecuentemente en 2025, duró casi cuarenta años. No la olvidan los que la sufrieron. Unos más que otros, evidentemente, pero todos tuvimos nuestras libertades recortadas, algunos cruelmente. La dictadura pasó por fases y algunos se atrevieron a llamarla “dictablanda” en su etapa final sin perjuicio que fusiló en su epílogo antes de que llegara Juan Carlos I y, con él y el esfuerzo de los españoles, la democracia.
Alguna revista satírica mantenía el sentido del humor, refugio de la falta de expresión libre. En uno de sus números se cambiaba “marquesina usada por persiana nueva”. Y es que se comentaba entonces que el yerno de Franco, que era marqués, le hizo bastante caso a la esposa del Emperador de Irán, Soraya, en una visita oficial de esta pareja a Madrid. La censura de la dictadura cerró la publicación algún tiempo pues todos habían entendido que la “marquesina” era la marquesa, hija de Franco, y que la “persiana” era la Emperatriz persa. Otra vez publicó un parte meteorológico: “En España reina un fresco general procedente del noroeste de la Península y con tendencia a empeorar”. Otro cierre. ¿Quién no sabía que Franco era gallego?
También un jeroglífico en una época en que las apariciones en público de Franco provocaban histeria entre sus partidarios (los había, y numerosos) que levantando el brazo con el saludo nazi-fascista gritaban desaforadamente “¡Franco!, ¡Franco!, ¡Franco!” en una época en la que se exclamaba ¡Arriba España! en lugar de decir como ahora ¡Viva España! El jeroglífico mostraba una piña encima de tres frascos y la solución era: !Frasco! ¡Frasco! ¡Frasco! ¡Arriba es piña!
Vienen a la memoria estos recuerdos benignos de la dictadura ahora que quieren que la recordemos por si vuelve. ¿Quién la traería? La “fachosfera”, naturalmente. ¿Por qué no? Sánchez ya ha traído el Frente Popular con su Frankenstein donde le condicionan sus socios minoritarios, entre ellos el PCE, otros postmarxistas variados, los herederos políticos no arrepentidos de ETA, los independentistas que quieren despedazar España despacio o deprisa, con buena o mala letra. Especialmente Puigdemont, pero no solo él. Rubalcaba se equivocó bautizando esta coalición con su buen humor negro “Frankenstein”. Tenía que haberle dado su verdadero nombre: Frente Popular-Independentista.
No puede ser que media España gobierne contra la otra media, la que sea. La Transición lo había abolido en busca de la moderación frente a la polarización que entre otras cosas ya hundió la II República que como la primera fracasó por unos y por otros a pesar de que hay quienes quieren solo idealizarlas.
Mejor la España que tenemos ahora que, sin embargo, pierde calidad democrática con esta polarización que recuerda, desgraciadamente, la de los años treinta, hasta con carácter personal, y que enfrenta a las dos Españas en vez de aunarlas como se consiguió con la llegada de la Monarquía Parlamentaria. La responsabilidad es de todos, pero siempre es más la del que gobierna porque tiene los resortes del poder.
Vamos mal si importamos los caudillismos latinoamericanos. Sólo faltaría que a alguien se le ocurriera alguna vez gritar “¡Sánchez! ¡Sánchez! ¡Sánchez!“. Estaremos lejos de semejante disparate, pero ciertos rasgos personalistas y pactos políticos encaminados esencialmente a la pervivencia política personal no dejan de constituir alarmas importantes.
En un régimen parlamentario no hay límite temporal al frente del gobierno. Quizás fuese necesario. Aznar lo intentó vía fáctica anunciando que no gobernaría más de ocho años tras los catorce de González. Zapatero lo amagó, aunque la crisis del 2010 no le dio la opción de quedarse más de los ocho años, dos mandatos. Rajoy solo pudo aguantar cinco años y Sánchez puede superar los ocho. ¿Es Sánchez imprescindible? No parece, pero probablemente lo sea para sus incondicionales y, sobre todo, para sus socios y aliados necesarios para llevarnos por donde ellos quieren.
Carlos Miranda, Embajador de España