PEDRITO ROJO Y LOBATO FEROZ
Madrid,
26-11-2024
(Lectura muy rápida 😊 😊)
“Llévale a la abuelita Isabel un pantallazo de una tarta de chocolate sin chocolate de un novio suyo pidiendo a María Jesús, Tesorera
Mayor de la Congregación del Palacio del Monóculo, que le perdone, que está
dispuesto a buscar el cacao que haga falta para reponerlo”. “Igual“, añadió, “la
abuelita Isabel se deslumbra al hacerse público ese dato confidencial y se
desmaya”.
Eso le dijo una servidora de Pedrito Rojo, que se alisaba
un imaginario bigote felino con una sonrisa maliciosa, a un Lobato Feroz que no
le caía bien a su amo. Esperaban que de camino a su abuelita buscaría setas y que
se envenenaría con alguna de ellas reacia a la luz maligna de una pantalla de
móvil.
Pero Lobato Feroz, suspicaz de un Pedrito Rojo que pensaba
que le había engañado a él, y a todos, numerosas veces con anterioridad, se
paró en una posada donde mientras le daban una rica sopa de champiñones de lata
no caducada el posadero, llamado Notario de tanto apuntar los impagos de sus
clientes, le hizo una copia mostrando que la falta de chocolate de la tarta de
chocolate era porque un Aldama en pena le había hecho antes una taza de cacao venezolano
en lugar de una de Koldo de cocido.
Continuó su camino Lobato Feroz hasta que le paró un
alguacil de estado civil general fiscalizador, diciéndole que iba por un camino
equivocado. Le señaló asimismo alguien que no merecía la confianza de sus
congéneres al haberse parado arteramente en la posada para resguardarse de las
inclemencias del camino. Lobato Feroz salió
respondón diciendo que todos los caminos llevan a Sevilla y que si
le hacía Pedrito Rojo la vida difícil se quejaría de ello contándolo todo, o en
parte, a todos los animalitos del bosque.
Al término de su relato, los animalitos del bosque se rieron,
unos de unos, otros de otros. Nadie entendía
nada. Parecía el asunto solo para iniciados con clave para abrir sin
riesgo un código QR malévolamente infectado.
A Lobato Feroz se le puso mueca de enfado e incluso echó
alguna lágrima pensando que Pedrito Rojo quiso engatusarle para que se
envenenara al llevarle el pantallazo a su abuelita Isabel que es de armas
tomar. “Pues yo también”, dijo Lobato
Feroz, asustado por el atrevimiento de haberse parado en la posada, adentrándose
en la espesura más profunda del bosque donde pululan hasta extraterrestres que
creen que en esta vida y en este bosque se puede pensar en los demás.
Lobato Feroz se desvaneció en la maleza siguiendo su
camino en dirección a Sevilla, o no, mientras los animalitos del bosque se
miraban los unos a los otros. “¿Llegará?”, se preguntaban. “¿Lobato Feroz podrá esta vez con Pedrito Rojo?”.
“Pronto lo sabremos si no le dan antes una manzana con cibergusanos
venenosos”, zanjó Blancanieves que casualmente pasaba por allí antes de que el
bosque la engullera a ella también arrastrada por la madrastra de un Palacio
encantado ante los ojos horrorizados de sus siete enanitos enamorados.
Carlos Miranda, Embajador de España