sábado, 11 de mayo de 2024

OSCAR SÁNCHEZ Y PEDRO PUENTE

 

                                        Madrid, 10-05-2024

                                        (Lectura rápida 😊)


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Permita, estimado lector, la licencia del título de este artículo porque no se pretende faltar al Presidente del Gobierno ni a su Ministro de Transportes que son intercambiables por decisión del propio Sánchez. Cuando, hace unos meses, tuvo lugar la sesión de la Investidura fallida de Feijóo en el Congreso de los Diputados, la réplica al gallego la delegó Sánchez en Puente.

Fue el uno representación del otro, alter ego, nombrado a imagen y semejanza, Puente la viva representación de Sánchez. No se pudo imaginar mayor desprecio a Feijóo. Asimismo, Sanchez eligió a uno de los políticos más groseros y faltones. Sanchez se queja de recibir desaires de la derecha, pero rechaza ver la viga en su propio ojo.

Pepa Bueno, una periodista bien considerada, le preguntó si hubiera dado el visto bueno previo a una carta de su esposa respaldando una empresa para una adjudicación estatal. El pez se escapó del anzuelo y Bueno no supo o quiso volver a morder la presa buscando respuesta, aunque la no respuesta igual fue una respuesta.

¿Qué se puede pensar cuando los engaños se vuelven cambios de opinión o una carta de apoyo de la mujer de Sánchez, como la definió Bueno, se torna carta de interés para el inquilino de la Moncloa? A otros les parece una recomendación y aunque ello no fuese delito es, en todo caso, políticamente reprobable. No se trata de que no trabaje la pareja de quien preside el Gobierno, se trata de que no interfiera, o dé la apariencia de interferir, en la vida pública.

La política española se vuelve así semántica. Se culpa al otro de lo que uno ya hace. Se responde con grosería a lo que el otro dice, como un Director General de Ayuso a Puente (tal para cual), y se le culpa de polarizar la política cuando el quejumbroso es el que más lo práctica porque le va bien con un muro que impida que las dos Españas se entiendan.

Puede que Sánchez esté ya amortizado. Su amago de dimisión ha dejado huérfanos in pectore a algunos sanchistas que se sintieron desamparados ante el cesarismo egoísta del caudillo y la ausencia, piensan, de posible sustitución en un partido desnortado hacia la izquierda populista. 

Sin embargo, hay cosas importantes de las que los tacticismos del dúo Sanchez-Puente no debieran de distraernos, ni siquiera cuando Puente afirmó que el presidente de un país amigo ingiere “substancias”. Un país más que sumar a los incomodados por Sánchez y a los empresarios que Bustinduy (un ministro sumarísimo que desea sustituir a Albares) quiere controlar, como si fuéramos Nicaragua, si se relacionan con Israel.

Dicen los israelíes que es echar una mano a Hamás que puso la mecha a todo matando en Israel a 1.200 personas en octubre pasado y secuestrando a 250. Como ya imaginaban los terroristas la respuesta de Netanyahu va por más de 35.000 palestinos muertos. ¿Se hubiera contentado Hamás con 1.200?  ¿Serían muchos menos si Egipto hubiera abierto su frontera a los refugiados? 

El Gobierno Sánchez, con Ernest Urtasun (Cultura) y Sira Rego (Juventud) fomenta el antisemitismo con actividades en el museo Reina Sofía bajo un lema empleado por el terrorista Hamás que reza “Desde el rio hasta el mar”, es decir: del Jordán al Mediterráneo o la desaparición de Israel. La Federación de Comunidades Judías y la Embajada israelí denuncian “una invitación al odio”.

Junto al Sena, Macron, que sabe que Rusia es un país agresivo, ofrece la disuasión nuclear francesa para proteger a sus socios de la Unión Europea. No pretende compartir la decisión del empleo, que conserva, pero se abre a utilizarla por otros motivos que una amenaza o un ataque al “hexágono”. Es un primer paso, que España tendría que aplaudir explícitamente, en un camino que debiera culminar algún día en una disuasión nuclear europea con su botón rojo a cargo de un Presidente federal de la Unión. Pero, para ello, todos habrán de contribuir estratégica y económicamente. Los alemanes, gente seria, están dispuestos.

 

Carlos Miranda, Embajador de España