viernes, 23 de julio de 2021

ARDE LA IGLESIA

 

ARDE LA IGLESIA

      (no solo)

 

       Toñanes 23-07-2021

                                  Lectura rápida 😊


     


La Iglesia ya no quema a heréticos y discrepantes. No por ello estima que no haya premio y castigo. El respeto a los mandamientos divinos conlleva su punición si no se atienden. La Iglesia tiene sus penas y han de cumplirse para la remisión de los pecados. ¿Tiene ello excepciones? Naturalmente, y si la decisión viene de arriba, más claro. O menos ...

 

La Iglesia representa a Dios. Más bien, su Vicario, el Papa. Eslabón imprescindible entre lo divino y lo humano, pues nadie niega que la Iglesia es humana. Cuanto más yerra, más humana. Lo que no está siempre claro es cuando acierta y cuando se equivoca. El punto de referencia es, aparentemente, sencillo. Lo que es de Dios, es suyo y lo del Cesar debe entregarse a este último. Dios no hay más que uno. Hasta los ateos lo saben. Pero, Césares hay muchos. Lo saben bien los Papas.

 

La Iglesia es universal. Sin embargo, también es nacionalista. Bendice a los combatientes de cada ejército enfrentado y pide por sus respectivas victorias. En el País Vasco lo vivieron. ¿No favorecieron a etarras? Eso sí, los funerales, iguales para todos, aunque no siempre opinan así según qué víctimas.

 

No sorprende, pues, que en Cataluña la Iglesia se decante a favor de los indultos a los sediciosos del “procés”. Si el Buen Ladrón fue directo al cielo, otros también. Salvo que el Buen Ladrón pidió previamente a Jesús que se acordara de él. Un arrepentimiento.

 

Menos claro está que todos los obispos españoles apoyen estos indultos. Eso sí, apoyan un diálogo. ¿Quién no apoya un diálogo? Menos claro es si para un diálogo es necesario indultar previamente. Si antes es el diálogo, no hay chantaje para poder pactar. Si el indulto precede el diálogo, se puede dudar de la buena fe del preso liberado. En todo caso, habrá que atenerse a su comportamiento. Lo evidente, siempre salta a la vista. ¡Y vaya si salta!

 

Todo es opinable, evidentemente. Incluso en el seno de la Iglesia. ¡Todos somos hijos de Dios! Eso mismo venía a recordar, hace unas semanas, en El País, un columnista suyo y, asimismo, tertuliano de la SER, Teodoro León Gros.

 

No criticaba los indultos, cuyos efectos se comprobarán más adelante, afirmaba. Su preocupación era que el Gobierno se ha desvelado solo por la sensibilidad de los independentistas y de sus partidarios. De los “otros”, esos que se aferran a su españolidad, ni mu.

 

Haciendo víctimas a los independentistas, argumentaba León Gros, Sánchez está convirtiendo a la mitad no separatista de Cataluña, como al resto de España, en sus verdugos. “Porque, en definitiva, donde hay víctimas, hay verdugos. Y, así,”, continuaba León Gros, “el relato indepe, una vez más, se impone contra toda evidencia. Ahí está la indiferencia con que el Gobierno ha gestionado una declaración del Consejo de Europa equiparando a España con Turquía, que es un precio alto. Aunque no tan alto como fallar a esa mitad de catalanes que una vez más son los perdedores del juego del poder en el tablero de la política”.

 

No se han acordado de ellos ni el Gobierno de la Nación, ni los empresarios estatistas que pretenden vivir del maná europeo con distribución delegada en ese Gobierno, ni, tampoco, la Iglesia, universal, nacionalista y terrenal. ¿Demasiadas cosas a la vez? No se puede serlo todo al mismo tiempo, salvo Dios, naturalmente.

 

La política puede estar hasta en la sopa, pero cobra gran interés cuando empresarios y Obispos meten el dedo en el engranaje. Casado furioso. Sánchez encantado. ¿Y los catalanes que también se sienten españoles?

 

La concordia debería empezar en Cataluña reconociendo a los héroes anónimos, o no tan anónimos, del españolismo. Tratar solo con los separatistas no es aceptable, ni viable.

 

Muchos pueden vivir sin la Iglesia, y, asimismo, sin Biden, como Sánchez, que realiza por EEUU una “gira económica” sin pasar por la Casa Blanca. ¿Para qué? El Presidente americano habla ya con Alemania y Francia. España, a tu turismo y a tus bases.  ¿Vendrán muchas inversiones?

 

Carlos Miranda, Embajador de España