AFIANZAR
EL ACTUAL “MARE NOSTRUM”
Carlos Miranda
Embajador de España
Madrid, 12-02-2021
(Publicado en el Boletín de febrero del Movimiento Europeo, Consejo Federal Español))
En 2016
Donald Trump ganó inesperadamente la Casa Blanca a Hillary Clinton. Su
presidencia ha sido un desastre al renunciar los EEUU a su liderazgo en el
planeta y en el mundo occidental. Su “America First” aisló a los EEUU. Trump
los sacó de todos los organismos y de todos los acuerdos internacionales que
pudo. En realidad, tiró piedras sobre el propio tejado americano pues el
liderazgo y el prestigio de una gran potencia se cimentan en la solidaridad con
sus aliados y la preocupación por los débiles.
La victoria
de Biden vuelve a meter en la lámpara al mal genio, pero cuatro años no pasan
en balde como indica la “Executive Order” firmada por Biden de “comprar
americano”. ¿Puede el nuevo Presidente situar a su país donde estaba antes
de Trump? En su discurso inaugural dijo que había mucho que reparar, mucho
que recomponer, mucho que construir. Sin embargo, Trump deja herencias. Ha
actuado de forma rechazable y enfocado problemáticas con políticas equivocadas,
reprobables y contraproducentes, sin duda, pero las picas están puestas.
Biden siempre
busca el entendimiento y el pacto con los adversarios y, evidentemente, entre
los suyos. Por su parte, Ursula Von der Layen, Presidenta de la Comisión
Europea, señalaba recientemente que hay cosas irrecuperables, como el Acuerdo
Transatlántico sobre Comercio e Inversión, y que, por otra parte, la UE debe
ampliar su autonomía estratégica y seguir mejorando su defensa.
Von der
Layen quiere tomar la iniciativa en una nueva agenda transatlántica. Un buen
punto de partida, pero sabe que los EEUU también tomarán iniciativas. Estos impulsos,
europeos y estadounidenses, tendrían que ser objeto de consultas y de
eventuales adaptaciones porque en un mundo en el que los occidentales
representan cada vez un porcentaje menos importante de la globalidad, no
interesa que Bruselas y Washington vayan cada uno por su lado, más bien
convendría que la UE y los EEUU actúen de acuerdo e, incluso, conjuntamente.
En las
relaciones de la UE con Rusia prevalecerá la alianza con los EEUU sin
perjuicio de que Bruselas tenga interés en mantener un cordón umbilical
económico con Moscú a pesar de que el Kremlin amenaza con romper las relaciones
con la UE tras el desastroso encuentro de Borrell con Lavrov. China está
más lejos. A Bruselas no le interesa verse arrastrada en tensiones superlativas
entre Washington y Beijing, pero también se encontrará en muchos diferendos más
cerca de los EEUU.
En materia
de defensa, Von der Layen acierta en pedir que se siga mejorando por
parte europea. Hay muchas materias en las que Europa puede establecer su
autonomía frente a los EEUU, aunque sus intereses sean, normalmente, más
cercanos a los americanos. Respecto a las cuestiones estratégicas, los europeos
pueden tender a su autosuficiencia, pero con la consciencia de que pasará
tiempo antes de que Europa pueda prescindir de la protección de los EEUU y,
aún en ese caso, la alianza transatlántica en materia de seguridad estratégica
debería mantenerse.
La UE debe
integrarse cada vez más, pero necesita tiempo para ser verdaderamente una sola
entidad política. Mientras tanto, en materia de defensa, deberá funcionar, por
un lado, como una alianza interna y, por otro, como parte de la alianza
transatlántica. Un tema por resolver será el de la disuasión nuclear europea,
que en el seno de la UE solo posee Francia. Por otra parte, la UE tiene seis
dominios militares en los que puede progresar unificando doctrinas, su material
y mejorando la contribución a su defensa, tanto en operaciones propias como en
las de la Alianza Atlántica o de la ONU: además de los tres dominios clásicos de
tierra, mar y aire, los de ciberdefensa, espacio exterior e inteligencia
artificial.
Cuando el
Imperio romano, al Mediterráneo se le llamaba el “Nare Nostrum”: todas sus
orillas estaban bañadas por la cultura romana. Hasta la llegada del islam. Actualmente
es en ambas orillas del Atlántico Norte donde prevalecen una misma cultura, unos
mismos valores, unas mentalidades semejantes, una economía de mercado enfocada
de misma manera. Es el “Mare Nostrum” de hoy en día y, sin perjuicio de
particularismos propios, los intereses de ambas orillas tienden a la
coincidencia. Una cosa es que el peso de los europeos se revalorice por su
unidad, sus esfuerzos, sus mejoras y sus realizaciones, pero la alianza entre
ambas riberas es algo natural, históricamente demostrado.
Desaparecido
Trump, que lo cuestionaba, como otros al lado totalmente contrario
ideológicamente, la relación transatlántica debe renovarse ahora con
naturalidad y confianza, sin perjuicio de equilibrios internos adaptados a
la realidad, porque ello responde a intereses comunes en ambas orillas y a una
forma de ver el mundo más cercana que la de otras potencias con las que, no
obstante, hay que relacionarse en paz y provechosamente.
----------------------------