jueves, 21 de diciembre de 2023

¿ES POSIBLE LA PAZ?

¿ES POSIBLE LA PAZ?

 

                          Madrid, 21-diciembre-2023

                              (Lectura rápida 😊)


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Es difícil vislumbrar la paz en Palestina. ¿Cuál va a ser la herencia de la guerra contra Hamas? ¿Mejor seguridad para Israel? Eso piensa Netanyahu que no quiere ni oír hablar de un Estado palestino. Ya le disgusta la existencia de una Autoridad palestina con sede en Ramallah que no deja de ser un remedo de Estado que, sin embargo, coopera en materia de seguridad con el gobierno israelí. Pero, están también los terroristas.

A raíz de la proclamación en 1948 de la independencia de Israel, avalada por Naciones Unidas, el Estado judío fue inmediatamente invadido por sus vecinos árabes, Egipto, Siria, Líbano y Jordania (entonces Transjordania), e incluso por Irak, para echar a los judíos al Mediterráneo. Fueron rechazados e Israel se hizo aproximadamente con un 25% más del territorio que originariamente le asignó la ONU. El agredido se resarcía. Desde entonces en Israel tienen claro que su supervivencia es una cuestión de defensa, sea militar, contra el terrorismo o combinando ambas cosas. Pero, no basta.

Las victorias militares israelíes no han traído una paz definitiva y tampoco sus políticas de seguridad que han conllevado ampliaciones de su perímetro con colonizaciones ilegales en territorio palestino y la erección de muros para impedir el paso de terroristas.

La insatisfacción israelí lleva a políticas de ocupación, control territorial y represión. La insatisfacción palestina a revueltas como las intifadas y al terrorismo. Un terrorismo que no es sólo contra Israel, lo es asimismo contra el mundo occidental. 

El terrorismo palestino tiene una historia complicada. En la actualidad los herederos de Al Fatah, el que fue más tradicional, han evolucionado hacia un entendimiento precario con Israel y controlan la Cisjordania con una gobernanza ineficaz y corrupta bajo el liderazgo de Mahmud Abbas (Abu Mazen en la clandestinidad), avejentado y con una autoridad decreciente.

En Gaza, con Hamás, y desde el Líbano, con Hezbollah, hay unos terroristas, jaleados por los jóvenes, que tienen el apoyo iraní y han ampliado sus organizaciones a milicias que constituyen verdaderos ejércitos. Sus acciones más frecuentes son de guerra con bombardeos de cohetes y operaciones militares como la del 7 de octubre en Israel que dejó más de 1.200 muertos y más de 250 civiles tomados como rehenes por Hamás, secuestrados ahora en túneles de Gaza, controlada por los terroristas. 

La reacción Israelí al atentado de octubre ha sido a la vez lógica y esperpéntica. No podían no hacer nada, pero hasta su aliado más fiel desea que cese el Armagedón en Gaza, destruida, como Sodoma y Gomorra, con fuego y azufre caídos del cielo por sus pecados, un furor bíblico autoproclamado por Netanyahu. Un apocalipsis con 20.000 muertos y la destrucción de Gaza donde el apoyo a Hamás habría disminuido, objetivo israelí, si bien aumenta en Cisjordania.

¿Puede haber alguna esperanza de paz sobre todas estas cenizas? Los hay que la mantienen dentro y fuera de Israel y de los territorios palestinos. Los dos Estados parecen imprescindibles. Otra vez más deberían de intentarlo. Los acuerdos de Oslo en ese sentido no prosperaron al prevalecer los radicales de cada lado. Ahora el mundo árabe ha de conservar la cabeza fría y trabajar para una paz en Palestina que provea una esperanza de futuro para los palestinos y seguridad para Israel. Les interesa a los árabes para deshacerse de la perniciosa influencia de Irán en el Oriente Medio. Tampoco quieren países como, por ejemplo, Jordania, Siria o Egipto cargar con refugiados palestinos, molestos y disruptivos para ellos. 

Del caos puede nacer la luz. En estas Navidades conmemorativas del nacimiento del Salvador para los cristianos debiera salir una oferta de paz tanto por parte árabe como israelí a pesar de que para el Islam Jesús sólo es un profeta y para el Judaísmo no fue el Mesías al que siguen esperando. Muchas parecen ser las velas necesarias para alumbrar ese territorio donde debieran convivir en paz los hijos de estas tres confesiones monoteístas o quienes no se reclaman de ninguna.

 

Carlos Miranda, Embajador de España